Uno de los spots del Frente de Izquierda de Santa Fe muestra a una pareja entre un obrero y una maestra. Ella escucha la noticia de la inauguración de nuevas torres de lujo en Santa Fe y se indigna: “¡¿Torres de lujo?! Si los hospitales y escuelas se caen a pedazos. Y nosotros… alquilamos toda la vida”. Su compañero le responde que hay plata para solucionar eso, pero que hay que “tocar” los intereses de los poderosos. “Los poderosos” en Santa Fe no son un mero eufemismo.
Nuestra provincia, junto al norte de la provincia de Buenos Aires y porciones de Córdoba, es parte de la región más fértil y rica del país, además de albergar la más importante cuenca lechera a nivel nacional. Binner dice que “en un país normal la soja no es un yuyo” porque representa los intereses de los grandes terratenientes y pooles de siembra, que acumulan hectáreas por doquier, a expensas de pequeños propietarios y de pueblos originarios, usufructuando el trabajo en negro de peones rurales y superexplotando a trabajadores golondrina.
La “década ganada” de Cristina y el “país normal” de Binner hablan de lo mismo: hiperganancias para los empresarios, salarios miserables para los trabajadores, que además padecen la precarización laboral y condiciones de vivienda, salud y educación completamente precarias.
Por eso en pocos meses en Santa Fe estallaron conflictos contra la precarización laboral entre municipales, metalúrgicos, médicos residentes y trabajadores bancarios. Cristina se dio el lujo de elogiar, el Día de la Bandera, a las imponentes torres de lujo que se levantan a la vera del Paraná, en la “publicitaria” Rosario. En esas torres, una minoría insignificante de la población vive una vida de ensueño: tiene piletas climatizadas con olas artificiales; puertos propios para sus lanchas, yates y motos de agua; los autos de alta gama son custodiados por verdaderos ejércitos de seguridad privada. Alrededor de esas torres que admira la Presidenta, más de ciento cincuenta mil rosarinos viven en villas de emergencia, en condiciones inhumanas.
Muchos, incluso, fueron desplazados para construir el megacasino y hotel cinco estrellas de Cristóbal López, bendecido por Binner y, claro, también por el kirchnerismo. Varios cientos de miles de santafesinos más habitan barrios que, sin ser villas de emergencia, carecen de cloacas, gas y condiciones mínimas habitacionales. Binner, Obeid y Cristina apoyan esta Santa Fe partida en dos.
Hay más pruebas de ello: desde el conflicto agrario, del 2008 en adelante, ni los que se arrodillaron ante Su Majestad, la Mesa de Enlace, como Binner, ni los que se rasgan las vestiduras en contra pero les garantizan ganancias, como Cristina, ni los que hicieron un patético equilibrio lleno de guiños a los sojeros, como Obeid (ahora con La Cámpora, a la que cualquier colectivo la deja bien), cuestionaron el poder económico, las ganancias y los privilegios siderales de los monopolios aceiteros (y otros), muchos de ellos multinacionales, que son dueños de todos los puertos de Santa Fe. Aquí, una vez más, Binner-Bonfatti y el kirchnerismo encabezado por el ex menemista Obeid mostraron la misma hilacha cipaya.
Solamente tomando diez empresas (entre ellas Cargill y Minera La Alumbrera, próceres del “valor agregado”), comprobamos que tienen ganancias por más de cuatro mil millones de pesos, que mandan a sus cuentas bancarias desde los puertos privados enclavados en el Paraná. Esta cifra supera el presupuesto de salud de Santa Fe y es casi la mitad del de educación. Lo curioso es que estos colosos no pagan ni un centavo de Ingresos Brutos. Binner dice que en un país normal los trabajadores no pagan ganancias, pero en su provincia “normal” las aceiteras zafan de pagar impuestos y los terratenientes pagan un irrisorio impuesto inmobiliario. Cuando el Frente de Izquierda habla de cobrar impuestos progresivos a las grandes fortunas y de acabar con el impuesto al salario se trata de atacar a este esquema, lo que sólo es posible con la movilización de los trabajadores y el pueblo. Así, podrían construirse viviendas y duplicar o triplicar el presupuesto de salud y el de educación. Binner, en este rubro, sólo miente: prometió ocho hospitales, pero solamente funciona uno, y por la mitad.
El kirchnerismo y Obeid, y el “socialismo” y Binner, se corren a derecha mutuamente. Cada uno denuncia al otro pero ambos son responsables de la enorme desigualdad de una Santa Fe partida en dos. Solamente el Frente de Izquierda levanta medidas contra la precarización laboral, por el pase a planta, contra los cierres de empresa, y a favor de la salud y la educación públicas, bombardeadas por los gobiernos peronistas y del PS. Somos, a su vez, los únicos que planteamos nacionalizar los puertos, que hoy son “patrimonio” de multinacionales mimadas por los dos gobiernos. Hablamos de esto en las elecciones, porque es por lo que luchamos cada día del año. Quizá por levantar ideas como estas nos exigen treinta y cinco mil votos para llegar a octubre.