Un plan B peligroso

Sabina Covo

Esta semana un juez federal de Estados Unidos ha aprobado una medida sumamente delicada para la salud y el bienestar de la mujer y en específico para nuestras jóvenes y adolescentes menores de 17 años: la llamada píldora del día después se venderá ahora sin prescripción médica a las niñas de esa edad y menores. Como pasa últimamente en el país con todo lo que tiene que ver con los derechos reproductivos de la mujer la controversia está sobre la mesa. Pero así como muchas veces escribo un poco más liberal en referencia a este tema, cuando se trata de niñas tan jóvenes con el poder de una dosis hormonal en sus manos, prefiero analizarlo con mucha mesura.

La secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, en su momento, y la comisionada Margaret Hamburg habían forzado a la agencia de
administración de drogas y alimentos que limitaran la píldora en lo que se creyó era una medida de la administración Obama para que no se viera como una que promoviera el sexo en jóvenes menores de 17. Pero más bien creo que era una medida correcta para asegurar que la salud de las jóvenes no se viera afectada, más allá de politizar el tema. Los religiosos y moralistas ya han abierto el debate recurrente y lo relacionan con el aborto.

También se habla de si los jóvenes están teniendo relaciones sexuales muy jóvenes. Pero ese punto más bien de ética y moral no es el debate más importante en este tipo de decisión. El verdaderamente importante tiene que ver con la salud y el desconocimiento que hay en nuestras comunidades en referencia a la controversial medida. El doctor Elmer Huerta decía en un programa radial que la píldora es a base de una hormona, la misma hormona que va en las anticonceptivas que se utilizan a diario. La píldora del día después debe usarse entre los tres primeros días luego de la relación sexual en la que se siente que hay un riesgo de embarazo.

La Organización Mundial de la Salud asegura que la píldora del día después no causa aborto y tiene los mismos efectos secundarios que las píldoras anticonceptivas. Sorprende que ésta se venda ahora sin prescripción médica pero la anticonceptiva de uso diario no. La píldora anticonceptiva es una mezcla de hormonas que tiene en muchos casos efectos secundarios leves que son asumibles fácilmente por una mujer adulta. Y gracias a la píldora anticonceptiva la mujer es libre y cómoda de tener una vida sexual activa. Pero no pienso que una niña adolescente y hasta preadolescente sepa manejar ni la anticonceptiva, ni la píldora del día después, como para que exista la opción de comprarlas como si fueran chocolate en la farmacia. Cuántas veces se usan y el hecho de que no protege contra enfermedades de relación sexual es suficiente para que sea supervisado por un doctor. Esta medida debería ir acompañada de un plan de educación sexual por parte del sistema escolar público.

Hay quienes creen que la educación sexual sólo está en casa. La mala noticia es que no es realista pensar que todos los padres asumen la sexualidad como parte de la educación. En algunos casos por prejuicios, en otros por desconocimiento y en el peor de los casos por desinterés y falta de tiempo. Existen padres que nunca tocan el tema con sus hijos e hijas. Las niñas que terminan usando los métodos anticonceptivos sin supervisión de un mayor son, casualmente, las más desafortunadas que no tienen buenos padres o una ley clara en casa. 

Hay que mirar con lupa y tener mucho cuidado con este tipo de libertades en nuestra sociedad que desafortunadamente a largo plazo pudiesen tener consecuencias incómodas para muchos. Estoy completamente a favor de ser libres y poder tener acceso a métodos anticonceptivos, pero si involucran drogas y jóvenes, es preferible que al menos un médico esté a la cabeza del asunto.