Por: Sabina Covo
La única explicación que viene a mi mente cuando pienso en el hecho de que el Senado de Estados Unidos no haya sido capaz de aprobar una enmienda que hubiese ampliado el control de antecedentes para la venta de armas es que “son unos vendidos”. Vendidos a la influencia de la Asociación Nacional del Rifle y a otras empresas que donan dinero a campañas políticas y hacen lobby en Washington. Ojalá esté equivocada y algunos todavía voten por convicción, pero lo dudo.
Había creído que la medida tendría el respaldo de la mayoría de los senadores debido a que, recientemente, se reveló que un 90% de la población, según encuestas, está de acuerdo en que ponerle un control a la venta de armas en Estados Unidos es una solución o al menos, el primer grano de arena para que no ocurran más masacres como la de Newtown, Connecticut, en la que murieron una veintena de niños. Después de un incidente como éste, el gobierno debería tomar medidas para regular la venta de armas.
Pero no es el caso. Esta semana 46 senadores, en su mayoría republicanos, votaron no. No les importó ni siquiera que la gran mayoría de sus electores piden dichas regulaciones. La enmienda era una propuesta bipartidista, había sido presentada por un senador demócrata, Joe Manchin, y un republicano, Pat Toomey. ¿A qué ser humano con un poco de sentido común se le ocurre que quitarle la libertad a las personas es precisamente regular la venta de armas que pueden, en las manos equivocadas, no sólo quitarle la libertad a las personas, sino la vida? El hecho de que criminales o desequilibrados puedan comprar armas fácilmente por internet y en algunos casos, hasta en persona, es el absurdo más absurdo. Sobre todo en Estados Unidos, donde hay una fuerza pública que se destaca por su excelencia y el ejército más fuerte del mundo dispuesto a proteger a sus ciudadanos. Un país en el que hay separaciones de poder y una democracia sólida.
Y es ahí donde se abre el cuestionamiento más importante: ¿qué tan sólida es una democracia en la que nuestros gobernantes toman decisiones basados en lo que quieren sus donantes de campaña o las empresas e individuos millonarios que les dan dinero?
Esto me hace pensar que en muchas instancias nos gobiernan las empresas o las asociaciones que representan las empresas, como es el caso de la Asociación Nacional del Rifle. Si es de sentido común que en este país los civiles puedan portar armas porque es una libertad esencial que viene desde sus fundadores, también es de sentido común que debería regularse la compra de las mismas. Punto.
Pero después de un sinnúmero de masacres, un sinnúmero de adultos muertos, de niños muertos, y numerosos heridos a través de los años en tiroteos sin sentido, a un poco menos de la mitad del Senado de este país, lo suficiente para que la medida no haya trascendido, le parece que cualquiera puede seguir adquiriendo no solo un arma, sino rifles de asalto, cargadores y más.
¿Será que esos senadores que votaron en contra han perdido la cabeza? El presidente de la Asociación Nacional del Rifle dijo que a un hombre armado solo lo puede parar otro hombre armado. Qué manera tan prosaica de decir que los humanos no tenemos cabeza, solo fuerza y bruta, pero bien bruta.