Por: Adrián Ravier
Pocos meses antes de dejarnos, el Nobel de Economía Paul Samuelson publicó un artículo de opinión en El País donde criticaba el liberalismo defendido por otros dos Nobel como Milton Friedman y Friedrich von Hayek. El artículo fue muy polémico por el mensaje que transmitió, el que extrañó incluso a los seguidores del propio Samuelson, quien siempre había sido amable con sus colegas, especialmente con aquellos que pensaban diferente.
A continuación, me propongo identificar los cinco errores que Samuelson cometió en el artículo, los que nos permiten abrir debate acerca de varios temas fundamentales.
1. El artículo comienza haciendo referencia a los años de su infancia, cuando imperaba “el capitalismo puro de los años 1915 a 1929″. Primer gran error. El capitalismo “puro” en el que gobernaba el laissez faire de los liberales clásicos, de los primeros monetaristas y de los pensadores de la Escuela Austríaca de Economía, murió con el comienzo de la Primera Guerra Mundial y no estuvo presente durante esos años de guerra y de entreguerras, donde el gasto público se exacerbó y los banco centrales empezaron a gestionar “científicamente” las variables monetarias, abandonando gradualmente el patrón oro.
2. Luego Samuelson se pregunta, “¿quiénes mataron este capitalismo puro?“. Y su respuesta apunta al presidente Hoover y su secretario del Tesoro. La Gran Depresión, a los ojos de Keynes y también de Samuelson, fue el resultado de la inestabilidad del capitalismo: la insuficiencia de la demanda agregada y fundamentalmente de los “espíritus animales” de los inversores. Es cierto que el presidente Hoover fue uno de los responsables de la Gran Depresión, pero no por los motivos aducidos por los keynesianos. Estudios profundos de Milton Friedman y Anna Schwartz, así como de Lionel Robbins, Benjamín Anderson y Murray Rothbard, muestran que la causa de aquella crisis, al igual que la presente, debemos encontrarla en los errores de la política monetaria practicada por la Reserva Federal durante los años previos a la Gran Depresión. Básicamente, desde 1924 la Reserva Federal llevó a cabo grandes expansiones crediticias comprando deuda pública y privada (operaciones de mercado abierto) a tipos de interés artificialmente bajos. Esta liquidez inyectada por el banco central de los Estados Unidos fue canalizada hacia los llamados broker’s loans (créditos a corredores de bolsa), que iban destinados a las operaciones bursátiles. El resultado fue un auge económico, acompañado de una burbuja inmobiliaria y bursátil, que tenía como sustento la expansión de la política monetaria y que necesariamente debía terminar en algún momento, como predijo correctamente el mismo Friedrich von Hayek a través de la teoría austriaca del ciclo económico. Este pinchazo ocurrió efectivamente en 1929, luego de que un año antes la Reserva Federal revirtiera su política monetaria expansiva, por otra contractiva.
3. Más adelante Samuelson se pregunta, “¿y quién hizo resucitar al capitalismo?“y su respuesta apunta al New Deal de Franklin Delano Roosevelt. Tercer gran error. Resulta quizás uno de los mitos más importantes en la historia de la macroeconomía que el New Deal permitió, aumentando el gasto público y estimulando la demanda agregada, reducir los niveles de desempleo, revertir la situación recesiva y dejar atrás lo que se considera la depresión más profunda en la historia de los Estados Unidos. Lo cierto es que, si uno se atiene a las estadísticas, el New Deal no logró reducir las tasas de desempleo en forma permanente. Veamos el caso: en 1932 había en Estados Unidos 12 millones de desocupados; en 1937 alcanzó su pico más bajo fue de 7,7 millones; pero luego, en 1938 volvió a subir a 10,4 millones, mostrando que las políticas practicadas eran sólo de corto plazo. Estados Unidos sólo logró abandonar la crisis económica y el estancamiento después de la Segunda Guerra Mundial. Y no sólo eso. Los estudios mencionados nos muestran que el New Deal no sólo no consiguió los resultados buscados, sino que incluso fueron los culpables de que la crisis se prolongara durante tanto tiempo.
4. A continuación Samuelson nos propone en su artículo correr hacia delante el hilo de la historia, y trasladarnos al “terremoto financiero global” de nuestros días. Afirma con crudeza que “tarde o temprano, los sistemas de mercados no regulados están condenados a la implosión“, y si bien critica a Marx, Lenin, Stalin, Mao, Castro y Chávez por no considerar imprescindibles los sistemas de mercado, concluye que los orígenes del “peor terremoto financiero de un siglo a esta parte” los encontramos en el capitalismo libertario del “dejar hacer” que enseñaron Milton Friedman y Friedrich von Hayek, “al que se permitió desbocarse sin reglamentación”. Y luego sentencia: “Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados perduran“. Cuarto gran error.
Lo primero que debemos señalar sobre todas estas condenas, a mi juicio injustificadas, es que no existe mercado más regulado en estos tiempos modernos que el sistema financiero. Es el banco central de cada país, o de cada región, el que regula cada operación desarrollada en un sistema financiero; es el banco central el que determina la tasa de interés, el tipo de cambio y la cantidad de dinero que circula en la economía, y el que intenta determinar también la tasa de crecimiento económico e incluso el número de parados mediante lo que los keynesianos denominan la “gestión científica de las variables monetarias”; es el banco central quien determina incluso el nivel de encaje con el que deben operar los bancos comerciales; es el banco central de los Estados Unidos, la Reserva Federal, quien ha expandido la oferta monetaria en torno al 10% anual en los últimos tiempos, tal como lo hiciera con anterioridad a la Gran Depresión de los años 1930; es en el banco central donde debemos buscar el origen de la actual inestabilidad financiera mundial. En definitiva, no es menos capitalismo lo que se necesita para evitar nuevos procesos semejantes, sino más capitalismo. No es el “venenoso legado” del laissez faire de Friedman y Hayek el que provocó las dificultades actuales, sino el “envenenado legado” del intervencionismo de Keynes, que hoy sobrevive en la discrecionalidad y las regulaciones defendidas por Paul Samuelson.
5. Y por último, resume Samuelson que “la mayor parte de las pérdidas que se han producido ahora serán permanentes, como sucedió con la crisis de 1929-32“, punto que suscribo. Sin embargo, agrega, “si la Reserva Federal y el Tesoro de EEUU crean suficiente dinero nuevo, la recuperación y la estabilidad serán posibles“. Vemos de esta manera cómo Samuelson propone apagar un incendio con más fuego, por no haber podido determinar la causa correcta de la crisis global. Samuelson de alguna manera justificó los QE 1, 2 y 3 que Bernanke desarrolló en los últimos años, los que estarán en el eje de la tormenta en la crisis que se avecina.