Ética y transparencia para hacer negocios

Alejandro Díaz

Los mercados tienden a ser globales, las empresas se internacionalizan y, consecuentemente, los estándares de ética y transparencia del sector privado deben ser cada vez más más elevados para  implementarse en todos los países por igual.

La lógica, aceptada por Transparencia Internacional, es la que caracteriza al ambiente de negocios que se promueve desde AmCham Argentina, a través de la adopción institucional de principios de negocios basados en la conducta responsable frente a la sociedad y en el compromiso con los valores del desarrollo sustentable.

En los últimos años, los riesgos de incurrir en prácticas reñidas con la ética aumentaron exponencialmente y, más recientemente, el riesgo se ha extendido a quienes integran la cadena de valor. En un mundo interconectado, la falta cometida en una punta del planeta repercute en todas las demás.

Para una empresa con decenas de miles de colaboradores alrededor del mundo, es vital establecer mecanismos para evitar que ocurran actos de corrupción, mitigarlos y, en caso de que se den, sancionarlos de manera rápida.

El fenómeno, por tanto, se enfrenta dentro de la empresa con programas de cumplimiento con los cuales se definen las políticas internas, se entrena al personal en materia legislativa, de comportamiento ético y de manuales de procedimientos en casos de enfrentar alguna situación conflictiva, e investigan y sancionan los desvíos.

En el plano institucional, cada vez más legislaciones requieren que las compañías aseguren que sus reglas éticas no solo sean respetadas por sus empleados, sino también por quienes integran su cadena de valor.

Por caso, las empresas de origen estadounidense están alcanzadas por una normativa específica, la Foreign Corrupt Practices Act -FCPA según sus siglas en inglés-, vinculada con el comportamiento ético, la transparencia y la anticorrupción, regulación que se le aplica a todos sus empleados cualquiera sea el lugar geográfico en el que operen, estableciendo un estándar global de comportamiento y responsabilidad.

Por último, en muchos mercados ya hay acciones colectivas impulsadas entre y por competidores que ayudan a elevar aún más la vara y ponerle pautas a situaciones comunes de una misma actividad además de tomar un fuerte compromiso sectorial.

Sabido es que una de las dimensiones en las que se sustenta la reputación corporativa es en su capacidad de generar confianza. En ese sentido, la coherencia entre el decir y el hacer es una exigencia que la sociedad en su conjunto está demandando de todas sus instituciones. Por eso, los líderes de las organizaciones tenemos que ser los primeros en actuar de modo correcto, predicando con el ejemplo.

Una empresa transparente es una organización que no tiene nada que ocultar, que siente que sus acciones y procesos pueden mejorar y no se cierra sobre sí misma, sino que busca la mirada de todos sus públicos para evaluar su gestión.

Todo lo dicho tiene su impacto en el desarrollo económico y social de un país. Existe al respecto una relación muy estrecha entre la ética y la transparencia, con la seguridad jurídica, las inversiones y el crecimiento sostenido de una nación. Si falta alguno de los eslabones de esta cadena, el andamiaje se vuelve extremadamente débil hasta romperse.

Creemos, en definitiva, que hay una única forma de hacer negocios, ética y transparente, y en pos de su difusión trabajamos continuamente.*

 

*AmCham posee un Código de Ética al cual cada uno de sus miembros adhiere y entrega anualmente el Premio Ciudadanía Empresaria a empresas destacadas por su gestión sustentable evaluando el componente ético de la misma. Además ha organizado en Córdoba la 1° Jornada de Ética y Transparencia; coorganizado en Buenos Aires el 2° Congreso Latinoamericano de Ética, Transparencia y Compliance Anticorrupción, y apoyado la organización de la jornada de Compliance e Integridad: Responsabilidad de la Alta Dirección dictada en el IAE.