Por: Andrés Ibarra
En las últimas décadas asistimos a un nuevo concepto de ciudad, definida con atributos tales como digital, innovadora, sostenible e inteligente. Tenemos el desafío de colocar a la Ciudad de Buenos Aires en una ciudad del siglo XXI, donde todos estos conceptos se encuentren expresados.
Estoy convencido de que se debe trabajar para el desarrollo de una ciudad donde la innovación tecnológica esté al servicio de los ciudadanos, pensándola como una plataforma conectada con sus habitantes.
En este contexto podemos preguntarnos: ¿cuáles son los desafíos que se nos plantean?, ¿cómo trabajamos para convertir a Buenos Aires en una ciudad moderna?, ¿cuál es el papel en este nuevo escenario que le corresponde a los ciudadanos?
Es importante entender que una ciudad moderna reúne, de manera integrada, diversas iniciativas orientadas a mejorar la sostenibilidad y la gestión eficiente de los servicios, innovando en capacidad humana e infraestructura y utilizando a la tecnología para mejorar la vida de las personas que las habitan, visitan, trabajan o transitan.
Una de las claves está en conectar desde una visión integral todos los servicios de la ciudad, a partir de la incorporación y difusión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), logrando que tanto su infraestructura como los componentes y servicios públicos que ofrece, resulten más interactivos y eficientes.
En esta línea, entiendo a la ciudad como un complejo tejido de redes interconectadas, donde el desafío se encuentra en aplicar soluciones innovadoras para conseguir mayor calidad de vida para quienes habitan la ciudad.
Pensar el futuro de la ciudad requiere de todo nuestro esfuerzo y potencial para poder producir e implementar programas que permitan administrar la ciudad de manera eficaz, generando espacios inclusivos y sustentables.
También se plantea la necesidad de incorporar la experiencia de participación como algo real, entendiéndola como una intervención activa y permanente en los asuntos públicos. Por lo tanto promover la transparencia y la colaboración ciudadana en los asuntos públicos, no es una opción sino una obligación.
En resumen es un nuevo modelo de ciudad, que utiliza las tecnologías actuales para hacerla más competitiva y dinámica, entendiéndola como una plataforma de innovación, conectada con las ideas de sus ciudadanos. Una ciudad que garantiza la transparencia, ofrece información en tiempo real, promueve la cultura del conocimiento a su personal y optimiza la asignación de recursos para lograr la máxima eficiencia y calidad.