La ciencia política vive una importante etapa de cambios. En la Argentina, la forma de hacer política se ha transformado a la luz de nuevos fenómenos sociales, muchos de ellos vinculados con las nuevas tecnologías.
Entre las tendencias más importantes aparece una que corre un eje clásico del siglo XX: la línea divisoria entre la izquierda y la derecha aparece cada vez más diluida, especialmente en los partidos mayoritarios. Más allá de que algunos partidos mantienen una línea ideológica claramente delimitada, el paradigma está cambiando en el resto de los espacios políticos.
En este sentido, probablemente lo más interesante es que la política dejó de ser una actividad exclusiva de los partidos, que ya ni siquiera pueden aglutinar ni contener los intereses y demandas de sus propios seguidores. Hoy también se hace política desde distintas organizaciones y movimientos. Por eso aparecen nuevos actores sociales cada vez más importantes. Se trata de piqueteros, movimientos barriales, organizaciones de desocupados, agrupaciones ecologistas o de trabajo social.
Pero el cambio no termina allí. Las consultoras especializadas en la medición de la conflictividad social, como Diagnóstico Político, coinciden en remarcar que las manifestaciones no son patrimonio exclusivo de los movimientos organizados y que el ciudadano común, que no participa de ninguna organización, también sale a la calle a demostrar su oposición o enojo ante situaciones determinadas. Además de la crisis de representatividad y de la masificación del uso de las redes sociales como herramienta de protesta y participación, los movimientos espontáneos de vecinos se instalaron en el país como forma de manifestación desde los cacerolazos del 2001 y actualizaron su vigencia en diversas oportunidades, como en los pedidos de seguridad a partir del secuestro y fallecimiento de Axel Blumberg, o como en las protestas del 8 de noviembre del 2012, por citar sólo dos ejemplos.
Ciudadanos 2.0
Las redes sociales democratizaron el acceso a la participación política. Hoy cualquiera puede influenciar, promover ideas y criticar posturas desde su teléfono. Todas las plataformas que integran Internet se han sumado de alguna manera al espacio público. Hay una mayor cantidad de medios que se integran a la formación de la opinión pública y al debate de la agenda. Estos nuevos canales son utilizados tanto para la promoción de un “faltazo” generalizado en Mendoza hace unos años, como hasta catalizadores de protestas sociales con amplias consecuencias geopolíticas, como la primavera árabe.
Los jóvenes, nativos digitales, tienen un rol determinante en todos estos nuevos espacios, al punto de reducir la influencia de los operadores tradicionales de la política. Teniendo la oportunidad de abandonar las tradicionales antinomias argentinas y de proponer visiones superadoras con mayor rigor técnico y menos marcadas por las pasiones políticas, los jóvenes pueden encarar un debate profundo y necesario sobre las políticas públicas para nuestro país.