El mundo está que arde. Entre 2001 y 2013, las economías desarrolladas crecieron al 1,6% anual promedio, mientras que los países emergentes superaron el 6%. Estos últimos -que en 2000 solo contribuían 37% del PBI- representan ahora más de la mitad de la economía mundial.
El cambio en el equilibrio del poder mundial es profundo y continuará. En 2020 el mundo será, económicamente, 40% más grande y los emergentes contribuirán con el 65% (creciendo tres veces más rápido que los desarrollados). Brasil, Rusia, China e India (BRIC) contribuirán con 40% de ese número. The Fortune Global 500 reporta que las compañías provenientes de esos países aumentaron de 58 a 134 en los tres últimos años, mostrando el dinamismo de los nuevos líderes de la economía global.
La combinación del crecimiento demográfico y económico ha convertido a los países emergentes en anfitriones de la nueva clase media global que está surgiendo. En 2020, 52% de la población mundial será de clase media. El 54% de ella vivirá en Asia. Su poder adquisitivo está cambiando los paradigmas actuales de consumo en sectores claves como Alimentos y Agronegocios, Energético, Informática y Telecomunicaciones y Urbanización (transporte y construcción).
Diariamente, un millón de personas emigra a las ciudades (55% de la población mundial vivirá en ellas en 2020, con un aumento del gasto en infraestructura de hasta 80% en los próximos años) para incorporarse a una nueva clase de consumidores con un mayor ingreso disponible. Cambian de ese modo su patrón alimentario, consumiendo más proteínas cárnicas y lácteas. Son familias que incrementan el consumo energético doméstico y la
demanda de energía en la industria.
El mundo arde de cambios estructurales porque transita un cambio de época y Argentina necesita una nueva agenda para ingresar en una nueva etapa. Como hicimos tantas veces a lo largo de nuestra historia, debemos “resetear” nuestro sistema político-económico para que aterricen en el país las ideas predominantes de la época. En términos de niveles de programación, ya hemos vivido Argentina 1.0 con el nacimiento del país (1810-1862); 2.0 con la organización del estado (1880-1930) y 3.0 con la Democracia de Masas (1945-2001).
Es hora de organizar Argentina 4.0, rediseñando el rol ciudadano en el ejercicio del poder para recuperar una democracia secuestrada por burocracias políticas, sindicales y empresarias. Argentina 4.0 tiene que abrir una etapa, usando la potencia del Estado y el dinamismo del mercado para reconstruir un país de clase media que promueva, a partir de una nueva ley de coparticipación de impuestos, programas de estímulo a la calidad educativa; mecanismos para el desarrollo de emprendedores y cogestión municipal (con ONGs y universidades); incorporación tecnológica y productos con mayor valor agregado y la llamada “solución propietaria” (esquemas voluntarios de “propiedad participada” para empleados y exenciones impositivas en empresas) que mejoran el acceso al crédito de trabajadores y familias.
Lancemos cuanto antes Argentina 4.0 para volver a ser parte del futuro.