Por: Christian Joanidis
Las categorías en las que se organiza nuestro pensamiento son, en última instancia, la forma en que comprendemos nuestra realidad. Y es justamente esta imagen que tenemos de la realidad la que nos termina llevando a implementar determinadas soluciones. Vayamos a un tema concreto como el de la inflación para analizar esto: si yo creo que la inflación es la consecuencia de la especulación de empresarios inescrupulosos, entonces mis medidas estarán orientadas a detectar a estos empresarios y neutralizarlos. Porque mi comprensión de la realidad me indica ese camino. Si yo creo que la inflación está vinculada a la emisión de moneda, entonces reduciré la emisión. El problema es que la realidad es una sola y si no logro comprenderla, las medidas que tome nunca la van a transformar en el sentido que quiero o necesito.
En la Argentina se sigue hablando de izquierda y derecha. Este es un esquema mental no sólo completamente sesgado, sino además obsoleto. Sesgado porque se califica como “de derecha” a todas las personas maquiavélicas y perversas que buscan que los ricos exploten a los pobres, que quieren exterminar a los pobres y sobre todo imponer un neoliberalismo salvaje que destruya todo. Los que son “de izquierda” buscan el bien de las personas, aborrecen el autoritarismo y quieren un mundo mejor para todos. Este sesgo sin asidero está casi enquistado en el imaginario popular, evitando por lo tanto que se exploren las alternativas “de derecha” en busca soluciones plausibles para nuestros problemas.
Por otro lado, se trata de una dicotomía obsoleta, que vio su fin con la caída del muro de Berlín. Sin embargo las personas se siguen alineando a uno y otro lado, los partidos se declaran de derecha o de izquierda y los analistas políticos siguen usando estos términos con una liberalidad que da cuenta de su falta de profundidad intelectual. Hemos comprendido con el tiempo que las soluciones a los problemas no son ideológicas, sino fácticas. Es decir, que si hablamos del problema del delito, no podemos remitirnos a cuestiones ideológicas, sino que tenemos que buscar una solución eficiente y eficaz. Por supuesto que hay distintas ideas y esto bueno: se puede construir desde las ideas,pero no desde la ideología, porque la la ideología es ciega, pero la idea es lúcida. Hablar de soluciones de derecha o de izquierda es simplemente anacrónico. La aplicación de un esquema similar al del método científico debiera ayudarnos a exponer ideas y encontrar la mejor solución.
El paradigma actual va comprendiendo lentamente que no existen estas soluciones de izquierda o de derecha, sino simplemente soluciones. La implementación de bicisendas en la ciudad de Buenos Aires no es una medida de derecha, ni es una medida de izquierda. Tiene su fundamento en una concepción de lo que debe ser una ciudad, pero su implementación está alejada de esta dicotomía que tanto atrae en nuestro país. En lo que se refiere al transporte hay dos tendencias opuestas: la primera que aboga por el transporte individual y la segunda que aboga por el transporte público. Son dos ideas contrapuestas, pero no son ideologías: no hay izquierda y derecha, sólo el análisis de un problema y la búsqueda de una solución. Cuando digo que actualmente se está superando este paradigma es porque si uno mira ciudades de nuestro país que están en manos de distintos partidos encontrará que la gestión de las mismas no está signada por cuestiones ideológicas que derecha o izquierda, sino por posturas frente a los problemas. El gobierno actual de la ciudad, constantemente fustigado por ser de derecha, ha tenido en lo que se refiere a gestión y transporte público medidas dignas de un progresismo rabioso. ¿Cómo encaja esto en la definición de “derecha”?
Sin embargo, en lo discursivo se sigue apelando a estos conceptos, porque a la gente le gustan, le permiten tomar partido rápidamente al que no tiene la persistencia del intelecto: descarta a quien se reconoce como contrario a la ideología que él cree tener. Los políticos inescrupulosos siguen hablando de gorilas, derechas y dictaduras para calificar a sus oponentes, porque son palabras fuertes que apelan a las emociones de los argentinos. Pero sea dicha la verdad, nadie de la escena política actual puede ser señalado de esta forma tan llana
Yo digo que izquierda y derecha son alas perimidas porque ya no sirven. Antes de la caída del muro estos conceptos podían servirnos para comprender, aunque de una manera extremadamente simplificada, nuestro mundo. Pero hoy ya no. Y cuando estas categorías se vuelven obsoletas, también lo es nuestra comprensión de la realidad y por lo tanto cualquier solución o medida que pongamos en práctica sobre la base de estos esquemas se confrontará con un mundo al que no pertenece.
Mientras la política se siga construyendo desde la izquierda y la derecha, desde una concepción ideológica y no de ideas, seguiremos varados en esta lucha contra fantasmas. Y los hechos nos demuestran, que los fantasmas nos están venciendo. Izquierda y derecha son alas perimidas que ya no nos dejan volar, sino que nos atan al más absurdo de los suicidios colectivos.