Cepo cambiario: todos los costos y débiles resultados

Daniel Sticco

A 20 meses del anuncio de las restricciones al mercado de cambios para preservar la posición de las reservas del Banco Central, luego de una inquietante sangría de más de u$s4.000 millones en los primeros 10 de 2011, las cuentas nacionales revelan que el cepo ha tenido más de relato y poco de efectividad para alcanzar su objetivo de preservar las divisas.

Pese a un superávit comercial de más de u$s16.000 millones en ese período, la posición de divisas de la autoridad monetaria cayó en más de u$s10.500 millones. A ese ritmo, a diciembre de 2015 se llegará con menos de u$s22.000 millones.

Del lado de la balanza comercial se advierte que las trabas burocráticas a las importaciones, con la exigencia de presentaciones previas de declaraciones juradas de necesidades efectivas y su aprobación discrecional en tiempo y forma por parte de la Secretaría de Comercio Exterior, sólo han golpeado con alguna dureza a las compras de insumos esenciales para el proceso productivo.

Es curioso, se quiere preservar la posición de reservas del Banco Central pero se desincentiva la producción de bienes que luego conduce a generarlas por la vía de la exportación de bienes terminados y también a ahorrar moneda extranjera que se va con la compra de esos bienes en el resto del mundo.

Por el contrario, las estadísticas del comercio exterior acaban de mostrar que sin contar el efecto de las crecientes compras externas de combustibles y lubricantes las importaciones totales se elevaron en los primeros cinco meses en poco más de 10%, principalmente por las adquisiciones de automotores y de bienes de consumo, desde electrodomésticos y electrónica, hasta alimentos y bebidas y equipos de transporte no industriales.

Tampoco ha resultado efectivo el cepo para las ventas de moneda extranjera a turistas, muchos de los cuales acusan que no logran validaciones por parte de la AFIP, en particular cuando se trata de monotributistas y trabajadores independientes, pero no enfrentan restricciones para gastar a cuenta con sus tarjetas de crédito en el exterior y pagar luego en pesos en el país con un recargo de 20 por ciento.

Esa alícuota se ha transformado en un impuesto directo para monotributistas y también para asalariados, porque han comprobado que el trámite de reintegro es engorroso y que aún con ese cargo hoy comprar afuera ropa, juguetes y hasta productos electrónicos les genera un ahorro entre 25 y 80% en comparación con los precios de venta en la Argentina. Semejante brecha explica que sólo en el primer trimestre la cuenta de turismo fuera deficitaria en una magnitud que fue equivalente a la mitad de la registrada en todo el año anterior.

También la cuenta de servicios comerciales fue un canal de creciente fuga de capitales, pese al cepo cambiario, porque generaron menos recursos los asociados a las exportaciones y se acrecentaron los vinculados con las importaciones, según informó el Indec en la estimación del Balance de Pagos.

Y pese al desaliento informal al pago de dividendos y giro de utilidades de las empresas de capitales extranjeros radicadas en el país a los accionistas residentes en otros países en el primer trimestre se fueron por esa puerta u$s2.140 millones, acusando una disminución de apenas 16% en comparación con la salida de un año antes.

Mientras que en la cuenta capital del Balance de Pagos se mostró que entre enero y marzo se registró un ingreso neto de u$s1.263 millones, superior en 17,5% al contabilizado un año antes. Pero cambia radicalmente de signo si se agrega el saldo negativo en u$s1.467 M de la cuenta errores y omisiones, en contraste con doce meses antes cuando ese rubro había escondido la entrada de u$s808 M. De este modo, por pago de deuda externa, de Gobierno y también de empresas el cepo no pudo evitar una sangría neta de u$s204 M que contrastó con el superávit real de esta cuenta de u$s1.883 M en el primer trimestre de 2012.

Receso generalizado
La respuesta de la economía real a semejante fuga de capitales fue el de generalizada contracción, con excepción de un par de sectores favorecidos por fenómenos circunstanciales, como baja base de comparación, la reactivación de las exportaciones de automotores, aunque con dudas de continuidad por las desinteligencias en las relaciones comerciales con Brasil y no mucho más.

Para peor, el clima de incertidumbre creciente que despierta el Poder Ejecutivo en su propósito de “democratizar” el sistema judicial se prevé contribuirá a ahuyentar las inversiones productivas, no sólo de las compañías extranjeras que están abocadas en gran parte a cancelar deudas con casas matrices, sino también de las nacionales. Sólo esporádicamente trasciende algún anuncio, pero el acumulado que registra el Indec muestra una severa declinación por persona ocupada.

Por tanto, no se trata de extremar los controles para que se frene la fuga incesante de capitales al resto del mundo, sino, por el contrario, de desandar el camino del cepo cambiario y generar condiciones macroeconómicas atractivas para la inversión y el crecimiento genuino de la producción y el empleo y de ese modo desalentar la fuga de capitales que se generan internamente.

Los vientos externos comienzan a cambiar y los pronósticos hacia fin del año prenuncian suba de las tasas de interés y mayor baja de los precios de las materias primas que vende la Argentina. Sin embargo, con muy poco podrá evitarse ese perjuicio, pero eso requiere que las máximas autoridades de Gobierno se preocupen más por la política económica y el reordenamiento de las finanzas públicas, que por las elecciones legislativas de octubre.