Por: Diego Kravetz
Mucho se ha discutido acerca de la relación entre los porteños y el kirchnerismo en los últimos años. Desde el “capitalinos” de Néstor en el microestadio de Argentinos Juniors en 2005 a la fecha ha corrido mucha agua bajo el puente.
Incluso pasaron dos elecciones a jefe de Gobierno poteño donde evidentemente el Frente para la Victoria, con el senador Daniel Filmus a la cabeza, no logró enamorar a la mayoría del electorado.
Ahora bien, ¿podemos hacer un ejercicio de imaginación y pensar qué hubiese pasado si ganaba Filmus? Tal vez sí.
Es que por primera vez en 10 años de gobierno kirchnerista, el Ejecutivo nacional planteó iniciativas políticas plasmadas en proyectos de ley local que, por el impacto que tendrán en caso de sancionarse, nos permitirán suponer cómo funcionarían las cosas, por lo menos en lo que respecta al kirchnerismo actual.
Existía un mito entre los porteños: si gobernase un “K” la Ciudad pasaría a ser un apéndice más del gobierno nacional, el jefe de Gobierno haría las veces de un intendente puesto a dedo por el presidente y sus acciones estarían dirigidas desde Balcarce 50.
Pues bien, con la composición legislativa actual y si seguimos las crónicas de los diarios, vemos que fueron Diego Bossio, titular del Anses, y Axel Kicillof, viceministro de Economía, quienes acordaron dichos proyectos de ley con el hombre de Macri en la Legislatura, Cristian Ritondo.
Ni el jefe político del distrito, Filmus, ni los legisladores del FpV, ni los comuneros K, ni los partidos del FpV o aliados, ni los dirigentes barriales, ni siquiera los militantes participaron de la discusión. Nadie. Fue un encuentro directo entre enviados de Casa Rosada con el PRO, sin intermediación de la política local.
Cabe destacar que lo que Nación ansía aprobar no son cuestiones menores sino más bien la rezonificación de predios desafectados del uso ferroviario que la Ciudad destinaría en los barrios de Caballito, Palermo, Liniers para el desarrollo urbanístico con construcción de viviendas en cabeza de privados; mientras que otros terrenos, situados en Parque Patricios y Pompeya, la Nación los cedería para llevar a cabo el plan nacional de viviendas Procrear.
La invisibilidad de la política local kirchnerista fue tal que en lo que respecta a Caballito, por ejemplo, el proyecto que impulsa la Rosada incumple con la ley de emergencia ambiental que se votó años atrás por iniciativa de los legisladores del bloque kirchnerista en su composición anterior y que ponía freno a la construcción de nuevas torres en el barrio.
Otro ejemplo es el de la Isla Demarchi, donde también ocurre algo parecido. Allí se pretende generar un polo nuevo, tanto cinematográfico, cultural como edilicio. Sin dudas se trata de una apuesta interesante y ambiciosa, que sin embargo ningún legislador local del Frente para la Victoria se encargó de investigar. Así como se envió llegará a recinto.
Incomprensiblemente ninguno de los temas elegidos como prioritarios guarda relación con el combate a la inseguridad o el mejoramiento del tránsito.
A la falta de debate se suma además que en ninguno de estos proyectos se ha realizado un estudio serio que permita tener certezas sobre el impacto que tendrán los emprendimientos en el ambiente, tránsito y servicios públicos.
Con esta irrupción de la “política grande” en la Ciudad, entonces, podemos concluir que lamentablemente las sospechas tenían cierto asidero: no solo a Cristina la opinión de los dirigentes porteños K no le interesa, sino que esos mismos dirigentes, por su parte, parecerían acatar sin chistar. La historia y conducta de muchos de estos dirigentes nos hacen guardar todavía una luz de esperanza en que finalmente defenderán la autonomía de los porteños.