Por: Diego Kravetz
El cristinismo se bate a duelo por la Ley Clarín.El macrismo le busca culpables a la lluvia. En el medio, silbando bajito, se disparan los impuestos, las tarifas y la inflación.
Cada vez más evidente, el divorcio entre la política y la realidad mantiene rehén a una sociedad sometida a tortuosos debates que no impactan en su vida. O al menos, no tanto como los brutales aumentos de ABL, patentes y transporte.
El gobierno nacional apenas si se permite un respiro en su batalla para disfrazar de “segmentación” el aumento de tarifas. El bolsillo de los usuarios probablemente no entienda ese extraño dialecto.
Mauricio Macri pide disculpas por un aumento de impuestos exagerado, pero no lo revisa porque, según dice, la inflación afectó su presupuesto.
Unos y otros parecen turistas, de paso liviano, sin responsabilidades sobre la sociedad.
¿Cuánto mejoró el transporte público en nueve años de kirchnerismo? ¿Es acaso más confortable, más seguro o más ordenado? ¿Con qué derecho se le aumenta entonces al usuario?
¿Las calles de Buenos Aires están más limpias, más iluminadas o con menos baches?
La agenda de la sociedad no puede depender más de la coyuntura mágica de la política. No puede esperar a que el cristinismo destruya a Clarín. No puede esperar a que Macri se enamore de la gestión. La agenda de la sociedad requiere respuestas urgentes, de corto, mediano y largo plazo.
Los votaron para mejorar la calidad de vida. Para pensar en el conjunto. Para cuidar de todos. Por ahora, sólo montan tristes espectáculos mientras la plata vuela de los bolsillos de los contribuyentes.