Por: Diego Kravetz
Tan cerca y tan lejos, el 2015 es, ya, el escenario urgente en el que habitamos. Un escenario para una comedia llena de desconciertos y algunas pocas tristes certezas.
Es cierto que no es fácil predecir que va a pasar en la Argentina dos años vista.
Ejemplos políticos de ello hay muchos. Hace 30 años parecía cantado que Luder le ganaba a Alfonsín; más cerca era impensado que pierda Cafiero con Menem; o, todavía más acá, que un ignoto gobernador como Kirchner haya sido presidente, cuando al inicio de la campaña medía menos de dos puntos; o que los mismísimos Kirchner-Scioli-Massa, todos juntos y en fila en la boleta, perdieran contra De Narváez.
Ejemplos económicos hay otros tantos. Imposible pensar el conservadurismo económico que advendría tras el Menem con patillas que ganó en el 89, o la vuelta del frepasista Chacho de la mano del Mingo después de renunciado.
La Argentina no es fácil para los astrólogos… ni para analistas políticos.
Empecemos por las incertidumbres. ¿Cómo está la salud de la Presidenta? ¿Manda o no manda; y, si no es ella, quién gobierna? ¿Hay cambio de Gabinete? ¿Se va a profundizar la alianza de Scioli con el kirchnerismo? ¿Esto significaría lugares en el gabinete nacional para sciolistas? ¿Se mantendrá unido UNEN? ¿Qué significa para el ciudadano común la aplicación de la ley de medios; acaso la tecnología por venir no está dejando ya obsoleta la ley?¿Cambia de manos canal 13 o TN? ¿Se dispara el dólar? ¿Se mantiene el cepo? ¿Se separa MI de Jessica?
Por otro lado, hay certezas. La primera, la del cambio. No hay reelección, por lo tanto el mandato de Cristina termina el 10 de diciembre de 2015. Vaya si esta certeza no despliega el gran concierto de incógnitas: hay, en mayor o menor medida, cuatro espacios que pretenden disputar el poder nacional en el 2015: Scioli más los K; el peronismo opositor en cabeza de Massa; el espectro de UNEN; y Mauricio Macri desde el PRO.
Como sea que vaya definiendo el panorama en el futuro, habrá que vivir con pocas certezas bastante infelices: la ausencia de equipo económico, la inflación que carcome los salarios, la pobreza de un sector importante de los argentinos transformada en estructural y que no es atacada con ninguna política tendiente a erradicarla sino todo lo contrario, y la inseguridad que, ya no sólo un problema irresoluble para la política, es, cada vez más, el hecho concreto que nos recorta libertad y calidad de vida.
En ejercicio profesional de la negación es poco o nada lo que estas certezas marcan la agenda del gobierno. Antes, el destino de Clarín y del amorío farandulesco-político despliegan su comedieta en medio del desconcierto.