FAUNEN, o el triunfo de los que quieren una alianza con el PRO

Diego Reynoso

FAUNEN está pasando por un momento de tensión en procura de definir los límites de su espacio político. Sin embargo, la gran discusión no solo pasa por cuestiones internas sino por si se le deja la puerta abierta a una alianza con el PRO. Esta situación tiene efectos a nivel interno y externo.

A nivel interno, hay tres posiciones: quienes creen que no hay viabilidad electoral sin sumar al PRO y, de este modo, no encuentran mucho sentido en definir los limites (ideológicos) de FAUNEN; el segundo grupo,  los que consideran que FAUNEN puede y debe ser un espacio socialdemócrata con énfasis en un discurso liberal-republicano que se contraponga al nacional-popular del kirchnerismo, con el objetivo de disputarle el electorado progresista de este último; en tercer lugar, quizás en una posición intermedia, están quienes sostienen que no hay que definir a FAUNEN como un espacio ideológico ni político-institucional, sino primero construir una coalición lo más grande posible para luego, en todo caso, definir otros aspectos como posicionamiento y candidaturas.

Para ilustrar estos tres grupos, podemos colocar al promedio de la UCR en esta última posición. En contraposición, Fernando “Pino” Solanas quiere plantear ya un límite porque de lo contrario existe el riesgo de que una vez adentro de la coalición se sume el PRO, y Lilita Carrió, que pide plantear hoy la posibilidad de que se incorpore el macrismo porque no quiere que después, más cerca de las elecciones, esto sea el punto de fractura. Esta discusión interna, tiene un efecto externo: levanta el precio del PRO y de Mauricio Macri.

Desde que FAUNEN se constituyó como fuerza política, hablar de FAUNEN ha sido en forma tácita hablar de Mauricio Macri. Inclusive a pesar que FAUNEN tiene dos candidatos con perfil propio como Hermes Binner y Julio Cobos, la presencia tácita de Mauricio Macri, es dese luego, discursiva e ideológicamente, un triunfo de los sectores que quieren una alianza con el PRO, aunque no logren el objetivo.

En su momento la creación de FAUNEN despertó una gran expectativa: la reconstrucción del panradicalismo que, inclusive, podría incluir al PRO y sus aliados peronistas no kirchneristas, representantes de sectores medios con una orientación menos estatista. El espacio FAUNEN debía ser celebrado desde el punto de vista político-institucional porque ordenaba la oferta y la demanda política de la sociedad. Desde 2005 a la fecha se pudo observar que una mitad de la sociedad no tenía organizada la demanda y la oferta política, lo que quedó evidenciado en la elección presidencial de 2007 y de 2011, en la que Cristina Fernández logró la reelección. Por ese motivo la llegada de FAUNEN era una buena oportunidad para los sectores que no se sienten representados por el Frente para la Victoria.

Ahora, las estructuras políticas de articulación, combinación y agregación de la demanda no se dan sin costos de transacción entre los actores, y evidentemente es dificultoso llevar adelante una construcción colectiva de estos espacios. Se suele decir, con bastante tino, que el Frente para la Victoria ve reducido ese costo con el control del Estado. Para FAUNEN ese costo es una lucha permanente. Se podía observar, que la mesa de conducción de ese espacio había muchas personas pero nadie al frente; no hay un liderazgo claro. Cuando Solanas tomó el discurso y definió lo que para él debería ser FAUNEN, Carrió tomó “su bolso y se levantó”, generando con ese simple gesto un hecho político.

A partir de ahora la agenda de los medios habla de las dificultades que tiene FAUNEN para sostener esa construcción política. Queda como resultado la relevancia que tiene el PRO para FAUNEN aun estando fuera de esa coalición y la imagen endémica que tiene ese sector político de no poder construir alianzas estables. Podría especularse con que el déficit de ello reside en la incapacidad de sus dirigentes para controlar y conducir ese proceso, pero quizás el problema no sea exclusivamente dirigencial, es decir probablemente una construcción política que pretenda ofrecer aquello que la variedad de no-kirchneristas demandan no sea pasible de ser controlada ni conducida, y esta debilidad estructural aumenta aún más la debilidad de la imagen que deberían proyectar para ser una alternativa política efectiva para 2015.