Por: Edgardo Zablotsky
En pocos meses los argentinos elegiremos quién sucederá a Cristina Fernández de Kirchner. A todos los candidatos les importa la educación, no tengo la menor duda de ello, de la misma forma que les interesa la salud de la población y su seguridad. A ningún argentino dejarían de importarle estos temas, sea o no candidato a la Presidencia de la Nación. Pero un candidato a presidente debe hacer mucho más que afirmar que mejorará la educación, la salud y la seguridad de la población. Debe decirnos cómo lo hará y en qué se diferencia su propuesta de las de sus competidores. De lo contrario, ¿cómo es posible que los ciudadanos votemos conscientemente a quien consideremos el más adecuado para ocupar la primera magistratura?
Al día de hoy ello no ocurre. Se podrá argumentar que las campañas se iniciarán luego de las PASO y que en ese entonces los candidatos comenzarán realmente a difundir sus propuestas concretas a la población. De ser así, ¿qué sentido tienen las PASO? ¿Con base en qué criterio se debería votar en ellas?
A modo de ilustración esta nota describirá un escenario absolutamente diferente: el tratamiento de uno de los principales temas educativos que enfrenta el recientemente iniciado proceso electoral en Estados Unidos, que culminará en noviembre de 2016 con la elección del sucesor de Barack Obama.
Al respecto, la edición del Washington Post del 3 de junio publicaba: “La libertad de los padres de elegir el tipo de escolaridad de sus hijos (usualmente denominada school choice) está destinada a convertirse en uno de los principales temas educativos en la campaña presidencial de 2016, ya que varios candidatos del Partido Republicano, entre ellos Jeb Bush y el senador Marco Rubio, apoyan la propuesta, al igual que la utilización de un sistema de bonos educativos (los cuales permitirían a los padres elegir la escuela que mejor se adecúa a las necesidades o aptitudes de sus hijos). El principal candidato del Partido Demócrata, Hillary Rodham Clinton, siempre se ha opuesto a este tipo de iniciativa, argumentando que los derechos educativos absorben los escasos dólares disponibles para las escuelas públicas”.
Por el contrario, en enero de 2014 Jeb Bush escribió una nota titulada “Necesitamos school choice ahora. La mejor solución para el fracaso del sistema educativo de nuestra nación es darle el poder a los padres”. En la publicación se preguntaba: “¿Cómo puede ser que los padres, que deciden sobre cada aspecto de la vida de sus hijos, a menudo deben delegar a burócratas gubernamentales la crítica decisión respecto a qué escuela los habrán de enviar? Este hecho ha creado un monopolio estatal en la educación en el cual se rechaza la rendición de cuentas a los padres, se considera la innovación como una amenaza y se da prioridad a la estabilidad laboral de los docentes sobre el aprendizaje de los niños”. Bush agregaba: “El resultado difícilmente es una sorpresa. EEUU se ha convertido en un líder global en gasto educativo y en un rezagado global en resultados académicos”. Más aún, el 1.o de junio, a pocos días de lanzar su precandidatura a la Presidencia, señalaba en un discurso, recordando su paso como gobernador del Estado de Florida: “En Florida creamos el primer programa estatal de derechos educativos en EEUU y expandimos las posibilidades de los padres de elegir el tipo de escolaridad de sus hijos, ya sea pública o privada, siendo los líderes al respecto en el país”.
Por su parte, Marco Rubio, senador por Florida y probablemente el más serio contrincante de Jeb Bush en el Partido Republicano, expresó en el discurso del 13 de abril al proclamar su candidatura: “Todos los padres merecen elegir la educación que sea adecuada para sus hijos”. Una opinión similar había señalado ya en octubre de 2014 para Fox News: “Todos los padres comparten un sueño común: todos queremos que nuestros hijos tengan la oportunidad de una vida mejor que la nuestra. Esto ha impulsado el progreso de nuestra nación y se ha convertido en una parte esencial del sueño americano. Para dar a los niños la oportunidad, cada padre debe tener el derecho de elegir el ambiente de aprendizaje que mejor se adapte a las necesidades únicas de su hijo. Vivimos en una era de innovación, en la cual los consumidores enfrentan una increíble variedad de opciones en casi todos los aspectos de la vida. ¿Por qué nos aferramos a una definición de la educación pública propia del siglo XIX, ni siquiera del siglo XX? En la educación debe haber uniformidad de oportunidades, no uniformidad educativa”.
Retornemos a nuestro país, faltan pocos meses para la elección presidencial y prácticamente pocos días para las PASO, ¿hemos escuchado a los candidatos expresarse sobre temas educativos como el que propongo en esta nota? ¿O en realidad hemos escuchado generalidades que a nadie pueden incomodar a favor de una mejor educación?
Merecemos escuchar propuestas concretas de los candidatos y debates sobre estas propuestas. ¿Por qué no preguntarle a cada uno si apoya una reforma educativa que otorgue a los padres el derecho a elegir la educación que consideren más adecuada para sus hijos? ¿No sería esta una reforma progresista, ya que igualaría oportunidades más allá de la cuna? ¿Por qué no exigirles a los candidatos que justifiquen sus respuestas con argumentos racionales en lugar de discursos emocionales?
Es tiempo de un cambio real, es tiempo de comenzar a votar candidatos que realicen propuestas concretas que podamos comprender y con las que estemos de acuerdo. No es tiempo de votar conceptos abstractos, no es tiempo de votar a favor del modelo o a favor del cambio, de lo contrario el horizonte para nuestro país será muy oscuro y no solamente en el terreno educativo.