Cambiemos en política exterior

Eric Calcagno

Felicitaciones a Mauricio Macri, ingeniero diplomado y presidente electo. Nos ganó el domingo pasado con una diferencia menor a la prevista (¿a la deseada?), pero igual ganó, y así fuera por sólo un voto, las elecciones se ganan y nosotros la perdimos. Ya habrá tiempo para las necesarias e inevitables autocríticas, que, justificadas o exageradas, tienen su tiempo y espacio correspondiente (que no son los medios). A propósito, por “nosotros” entiendo al peronismo y es desde el peronismo —alguna de sus múltiples variantes, quizá— que me permito algunas breves reflexiones sobre las declaraciones del Presidente ingeniero en materia de política exterior.

En efecto, en su primera conferencia de prensa como presidente electo, Mauricio Macri deslizó la necesidad de avanzar con la Alianza del Pacífico y con el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. Representa un giro importante en materia de relaciones internacionales, pero, después de todo, Cambiemos también significa un cambio en las relaciones internacionales de la Argentina, cambio que puede ser —como es el caso— pasar de políticas soberanas a formas alegres de dependencia. Con sus consecuencias.

La Alianza del Pacífico, compuesta por Chile, México, Colombia y Perú, es la entrada al Trans-Pacific Partnership (TPP), que, integrado con otros nueve países más (aún no está Colombia), entre los cuales figuran Estados Unidos y Japón, por ejemplo, es la respuesta geopolítica norteamericana a China. Quien desee visitar el sitio ustr.gov/tpp/ verá que los objetivos y los valores que sustenta el TPP son los de potenciar la exportación de productos norteamericanos, mejorar el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), tanto como los empleos, las exportaciones y el crecimiento de Estados Unidos. Lo que, por cierto, está muy bien desde su punto de vista. Pero, en términos de patentes farmacéuticas, producción textil o de automotores, con baja de los aranceles externos y arreglo de disputas Estado-empresas a través de arbitrajes (llamado Investor-state dispute settlement, ISDS), no parecen muy convenientes para sociedades que no tengan el mismo nivel de productividad de Estados Unidos, ni su mismo poder de negociación, ni los mismos intereses.

En cuanto a avanzar con los acuerdos entre el Mercosur y la Unión Europea, nos lleva a otra sigla, TTIP, que significa Transatlantic Trade and Investment Partnership. Es un acuerdo también conocido como Transatlantic Free Trade Area o TAFTA, acuerdo que une a Estados Unidos con los países de la Unión Europea. Poco se sabe de este acuerdo, a no ser por Wikileaks, que reveló algunas de las negociaciones confidenciales que trataban, por ejemplo, de la desregulación de la banca y de los servicios. También vemos que los diferendos entre Estados y empresas son objeto de arbitraje y no sujetos a derecho. Por igual, se persiguen objetivos geopolíticos, en este caso en la política de aislamiento de Rusia, como asegurar la primacía del dólar frente al euro y la apertura de mercados. Cabe preguntarse, pues, si la mencionada adhesión al acuerdo entre Mercosur y Unión Europea no es lo mismo que entrar a un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) con otro nombre, pero con los mismos resultados.

Demás está decir que las declaraciones del presidente-ingeniero Macri que apuntan tanto al TPP como al TTIP son incompatibles con el mismo Mercosur, con la Unasur y con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). En tren de siglas: con TPP y TTIP para qué FMI, si el trabajo estará hecho. Alegremente.

Para terminar, en provisoria conclusión, vayan las palabras de quien fuera presidente de la nación con 22% de los sufragios. El 4 de noviembre de 2005, ayer nomás, el presidente Néstor Kirchner fijó la posición de la Argentina: “Es necesario advertir que a la hora de analizar el sistema de comercio internacional, subsidios agrícolas o barreras arancelarias, hay que tener en cuenta las asimetrías y los diferentes grados de desarrollo. Porque la igualdad es un concepto valioso y necesario, pero sólo aplicable a los que son iguales. Igual tratamiento para los diferentes; igual tratamiento entre países poderosos y débiles; igual tratamiento entre economías altamente desarrolladas y economías emergentes, no sólo es una mentira, sino que, además, resulta una trampa mortal”.

De allí que sea tiempo de sentir, pensar y actuar justicialísticamente, desde el lugar de oposición que nos otorgó el sufragio. Otra vez será. Porque si algo sabemos los peronistas, es volver.