Por: Facundo Moyano
Todas las discusiones políticas en nuestro país hoy parten de una estimación de inflación que las distorsiona. Los empresarios quieren discutir salarios con la inflación del Indec.
Para intentar superar la “grieta” de las mediciones oficialistas u opositoras podemos recordar lo que hizo el actual ministro de Economía frente a la intervención del Indec del 2007, a partir de cambios en su metodología de medición. Kicillof comenzó a usar un IPC compuesto por los índices de 9 provincias, para poder seguir trabajando con las series de estadísticas históricas de nuestro país. Porque acá tenemos un problema que va más allá de este gobierno.
Hoy, el Indec, incluso cuando el gobierno permitió que lo audite el FMI, sigue sin tener credibilidad o peor aún escondiendo información. Es un problema grave aunque alguno se pregunte para qué sirve el Indec.
Hay que entender que sin números las discusiones políticas se empantanan y se vuelven chicanas irracionales. El problema es que en la actualidad hay menos herramientas para juzgar las políticas económicas y sus consecuencias sociales. Se opina desde el prejuicio. Por eso muchas veces los debates se vuelven demagógicos y de opiniones irreconciliables. Voy a citar un ejemplo: se puede ser antiperonista pero eso no quita que debas reconocer la forma en que mejoraron los indicadores económicos y sociales durante el peronismo y eso es gracias a las estadísticas, no a los sentimientos. Desde que está Kicillof, en el Ministerio todo se ha vuelto más difícil para el futuro y mucho más para el presente. Porque si bien no puede negar la caída de las exportaciones e importaciones o la parálisis de la economía, esconde los indicadores sociales y eso termina transformando algunas discusiones económicas en una cuestión de fe. Guillermo Moreno dibujaba y te discutía el dibujo, pero acá directamente se niega y lo que dice él está bien y lo que dicen otros está mal. Pero Kicillof sabe que sus políticas generan ajuste y mayores índices de pobreza, entonces esconde su incapacidad y a los pobres debajo de la alfombra para evitar ponerle números y racionalidad a las comparaciones.
Por eso vuelvo sobre el indicador de inflación para sustentar el paro del próximo 9 de junio. Kicillof asumió el segundo lugar en el Ministerio y dejó de publicar el índice que él mismo usaba. Incluso los borró de la página web del Centro de Estudios que presidía. Más allá de eso el CIFRA de la CTA, uno de los centros de estudios de mayor prestigio, por su presente, su pasado y su profesionalismo, sigue basándose en ese IPC de 9 provincias para sus informes de coyuntura. Tiene una clara postura oficialista, pero intenta ser objetivo y en su último análisis arrojó que en el 2014 hubo una inflación anual del 36,8% que establece un ajuste promedio a los salarios del 5%, aún más fuerte en jubilaciones y el sector público. Es el índice de inflación que usaba antes el ministro y que hoy a la hora de la negociación paritaria se olvida. Él es consciente del ajuste que sufrieron los salarios y jubilaciones el año pasado. Él sabe que si devaluás, subís la tasa de interés y pisás salarios generas una distribución regresiva de la economía. ¿Sino cómo se entiende que hasta tenga pretensiones más bajas que algunos empresarios para las paritarias? Hasta sindicalistas oficialistas han dicho que la parte más dura en las negociaciones es el Gobierno. Es él quien está pisando las paritarias para contener la inflación con ajuste. Él no dice “hay que pasar el invierno” o que “hay que ajustarse el cinturón”; él borra los indicadores sociales y te dice que este año va haber una inflación de un 25, ocultando que el año pasado hubo una pérdida del poder de compra de los salarios. El ejemplo más claro es la paritaria bancaria que lleva casi 5 meses vencida y que para colmo es en el sector de mayor rentabilidad. Un gremio oficialista cuyo plan de lucha sigue en marcha y no se vislumbra ninguna solución y el Gobierno incluso está más empecinado que el sector empresario. Por eso la necesidad del paro que a esta altura ya se hace incluso para defender la institución Paritaria que es la principal herramienta que tienen los trabajadores de cara al próximo gobierno. A pesar que desde el 2008 y cada vez más claramente desde el 2011 las paritarias solo sirven para correr detrás a la inflación a partir del ajuste que se viene dando desde esa fecha, es imprescindible defender la Paritaria con convicciones firmes sin dejarse presionar.
Cabe preguntarse entonces qué hacer con el Indec como una forma de pensar en las próximas negociaciones. Ante todo debería empezar a publicar los indicadores sociales. Pero creo que hay que intentar auditar los índices con todos los sectores. Tanto la CTA oficialista como la CGT Azopardo utilizan los índices provinciales con distintos métodos de ponderación por centros urbanos y cantidad de población. Creo que sería correcto buscar la forma de lograr el mayor consenso a través de una comisión bicameral o un organismo parecido, consultando a universidades y especialistas, para intentar corregir la serie histórica. Esto debería ser una de las primeras medidas del gobierno que venga, sea del signo que sea. Siendo que la inflación es la forma más clara en que se manifiestan todos los problemas de nuestra economía, el primer paso es por lo menos ponernos de acuerdo en la forma de medirla. Incluso puede ser una excelente oportunidad para que el gobierno que venga demuestre su voluntad de construir consensos.
Otro problema importante es la dinámica en la que ha entrado la economía, que podemos resumir en la emisión y el endeudamiento financiando la rentabilidad bancaria. ¿Dónde los datos que esconde el Indec vuelven a salir a la luz? En una economía en recesión el sector financiero sigue arrojando ganancias. ¿De dónde surgen esas ganancias? Del ajuste de salarios y el endeudamiento en donde el Ministerio de Economía juega un rol protagónico primero a través de la emisión de pesos y luego de deuda dolarizada en Lebacs. El Tesoro emite billetes para financiar sus errores y estos a su vez son reabsorbidos por los bancos privados que con ellos compran deuda pública en dólares que emite el Central. Sé que suena rebuscado pero me parece que es importante que la gente lo entienda. En el 2014 el Estado emitió $161.500 millones más que en el 2013. Envió al mercado esos pesos y después el Central los absorbió, a través de Lebacs, que son letras en dólares por $ 94.600 millones que aumentan la deuda. Como no se puede financiar en el exterior, emite deuda con entidades financieras en el país en dólares para reabsorber los pesos que imprime y entrega en forma indiscriminada. La emisión empuja la inflación hacia arriba y las paritarias la empujan hacia abajo reduciendo salarios y jubilaciones. En el medio alimenta una bicicleta financiera que le permite a los bancos mostrar ganancias en un contexto de recesión, porque compran bonos públicos con el sobrante de pesos a una tasa alta en dólares que pagará otro gobierno.
El festival de bonos lo alimenta el Banco Central al supeditar el manejo de la política monetaria a las necesidades financieras del fisco. Para paliar déficit fiscal el BCRA emite y luego absorbe parte del mismo dinero pagando tasas de interés más altas. Por eso las ganancias de los bancos fueron un 58 % superiores a las del 2013 que ya habían sido altas. En este primer trimestre también los bancos arrojaron las ganancias más altas de la economía por la revalorización de los títulos públicos. Frente a la dificultad del endeudamiento externo, Kicillof armó una bicicleta financiera en donde entrega pesos al mercado vía subsidios a las empresas, que después les pide prestados a los bancos con una tasa más alta en Lebacs dolarizadas. Mientras el país no crece algunos pocos sectores conservan sus ganancias y otros muchos pierden.
Es claro que hubo un cambio del modelo de gobierno. Todo este esquema que viene insinuándose desde que se desplomaron las reservas con medidas como el Cepo, puede resumirse en una frase de discurso de Néstor Kirchner del 25 de mayo del 2003: “El país no puede continuar cubriendo el déficit por la vía del endeudamiento permanente ni puede recurrir a la emisión de moneda sin control, haciéndose correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos.” Siempre la inestabilidad económica empodera a los mercados y perjudica a los sectores de menores recursos.