Por: George Chaya
Al-Qaeda hace pie en Europa, el Caribe y Latinoamérica. El control de territorios y la profunda penetración ideológica-militar en los países árabes ha quedado en pasado. La organización considera que los objetivos alcanzados con el ataque al consulado estadounidense en Bengasi, la trama destituyente en Jordania, los envíos de armas y militantes yihadistas al este de Libia, así como el desembarco de cientos de sus combatientes y clérigos en Siria y en Mali han demostrado que sus grupos satelitales alcanzaron suficiente madurez de coordinación operativa y que es tiempo de pensar en la vieja y debilitada Europa.
Lo que se observa en las salas de chat yihadistas es para tener muy en cuenta. Hay un notable aumento de actividad de militantes nacidos en suelo europeo. Lo que alerté cinco años atrás está sucediendo. “El peligro de lo que a mi juicio configuran los yihadistas de segunda generación que disponen de pasaportes comunitarios debería centrar la atención de los organismos de seguridad”. A través de sus sitios web, los integristas están reclutando abiertamente a jóvenes hijos de inmigrantes nacidos en suelo europeo para el proyecto de volver a controlar grandes territorios en Afganistán luego de la retirada de EEUU y lo mismo está sucediendo para transportarlos a algunas zonas de Libia, al norte de Mali y a pueblos y ciudades suníes dentro de Siria, donde los reclutados deben cumplir un periodo de instrucción y servicio de seis meses antes de regresar a sus países de origen.
De momento, Al-Qaeda no está focalizada prioritariamente en atacar objetivos dentro de EEUU. Los objetivos del nuevo liderazgo encabezado por el Dr. Ayman Al-Zawahiri se basan en multiplicar y extender sus bases y áreas dentro de Europa, y los están ejecutando con cierto éxito en Alemania, Francia, Inglaterra, España y Kosovo, donde ya operan bases encubiertas. Hay un detalle significativo en los planes de la organización que también incluye zonas en el Caribe (Curaçao) y Latinoamérica (Venezuela y Chile) donde pretende disputar poder con la organización chiita Hezbollah.
Los estadounidenses conocen el avance de Al-Qaeda pero más allá del intercambio de información con los servicios de seguridad de Europa occidental están centrados en la observación de los grupos laicos que apoyan en Libia, Egipto y Siria, donde los islamistas radicales están en aumento al igual que en Egipto desde que los Hermanos Musulmanes llegaron al poder a través de elecciones aliándose con salafistas ideológicamente vinculados con Al-Qaeda.
Estos países desecharán en el largo plazo cualquier proceso democrático y todo lo que se observará allí será más violencia, menos libertad y nada de democracia. La administración Obama lo ha comprendido, aunque tarde, al asumir su error de haber apoyado a los grupos equivocados en la inexistente y mal llamada ‘primavera árabe’.
Los gobiernos europeos deben saber que estarán solos ante al avance ideológico-militar del yihad en sus países. Los EEUU no asistirán en su ayuda sencillamente porque este punto está fuera de la agenda de la administración Obama.
Esta muy bien que Bruselas y Merkel atiendan los problemas que transita la zona euro en materia económica y en los preocupantes índices de paro de sus ciudadanos. Pero la Unión Europea no debería colocar en un plano secundario su seguridad si desea evitar tragedias mucho mayores a las ya conocidas como los autobuses de Londres y la estación Atocha en Madrid.
El ímpetu con el que Al-Qaeda está haciendo pie en Europa enciende alarmas y no excluye que ataques peores a los mencionados se lleven a cabo en los próximos dos años, cuando alcance un nivel operativo pleno.