Mamushkas rusas

George Chaya

Con sus políticas populistas y bajo el lema de promover la cultura de la liberaciónlos regímenes personalistas latinoamericanos han logrado cercenar y asfixiar los derechos de sus ciudadanos, de igual forma, congelaron la mente y el pensamiento de sus gobernados en materia de libertad y democracia verdadera.

Muy posiblemente, en menos de 30 años el difunto ex presidente Hugo Chávez Frías será un personaje insignificante si se contrasta la extensión de la rica historia de la República de Venezuela, lo mismo sucederá con el clan Castro en Cuba. Pero los ejemplos citados, infortunadamente configuran el estilo habitual de muchos gobernantes latinoamericanos, estilo, hay que decirlo, al que insensatamente acompañan y apologizan en América Latina muchos “pseudo-intelectuales y periodistas arrogantes que no son más que progresistas del caviar’’.

Demasiadas generaciones en América Latina padecieron ese tipo de gobernantes demagogos en varios países, y la realidad es que ellos han sido vulgares e irrespetuosos dictadores cuyas ideologías fascistas han violado libertades y derechos de sus conciudadanos, por lo que el destino de muchos que hoy ostentan psicóticamente el poder, en el corto plazo y si realmente los organismos supranacionales fueran serios, debería ser los jueces y la Justicia.

Si en el futuro se desea genuinamente alcanzar una democratización real de los países de América Latina, sus pueblos deberán tomar serias precauciones al escuchar y leer los discursos y diatribas de estos autoritarios, sus discursos están grabados negativamente en los cerebros de los pueblos de la región desde décadas. Por tanto es recomendable oír muy cuidadosamente estos discursos y evaluar cada palabra que se expresa en ellos y no solamente los lemas pegadizos y repetidos que pretenden dar categoría de héroes románticos a quienes han delinquido, cuando en realidad no son más que reaccionarios fascistas y personas desesperadas ganadas por la ambición y la corrupción.

Pero mientras estos falsos defensores de la dignidad y la patria grande latinoamericana movilizan fraudulentamente a los pueblos, sin ideas nuevas, con discursos suficientemente conocidos y padecidos; en la vida real, las personas reales continúan siendo engañadas, los países siguen siendo destruidos, la gente inocente es avasallada, y sus vidas, sustento, derechos políticos, civiles y humanos son destrozados. En la vida real, las sociedades y los ciudadanos que las conforman, los supuestamente “protegidos por esta clase de gobiernos populistas”, son privados de su vida normal, su bienestar económico, la educación de sus hijos y sus derechos civiles, políticos y humanos les son arrebatados por los mismos que dicen protegerlos.

En otras palabras, mientras se apoye el discurso falaz y victimista del populismo, los pueblos vivirán en una vida precaria. Es importante entender claramente esta realidad. Es imperioso evolucionar en la comprensión del problema que generan los gobiernos autoritarios y alejarnos de sus concepciones de degradación intelectual para dar a los pueblos una elección real. Los esfuerzos de los tiranos por controlar económicamente sus vidas, por elegir por ellos a nivel político, por proveerles su propia justicia, son absolutamente falsos e hipócritamente populistas y han sumido a los pueblos latinoamericanos en la página más oscura de la historia.

El populismo latinoamericano perpetuado en el poder de sus respectivos países lleva más de 60 años jugando el juego de la liberación de sus pueblos cual mamushka rusa, siempre ha encontrado algo nuevo a liberar para sus ciudadanos, es decir, terminan y comienzan. Los populismos autoritarios siempre están liberando, son los grandes liberadores.

En el caso argentino, han liberado primero Santa Cruz de la soberanía del Estado Argentino, luego liberaron a favor del régimen las cajas de jubilaciones y pensiones de sus verdaderos dueños, posteriormente intentan liberar a la Justicia argentina de los propios argentinos y tampoco han olvidado en sus discursos liberar a Palestina de Israel y a lo que denominan ‘patria latinoamericana’ de la América imperialista y la Europa colonialista, y sobran más ejemplos de las anómalas y fingidas liberaciones del gobierno argentino. Lo cierto es que todo ello es una estrategia falaz para perpetuarse en el poder mediante el engaño a sus ciudadanos inculcándoles rechazo contra todo lo que configure una idea o forma de vida diferente.

En realidad, si hay una cosa de la cual Argentina, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Cuba y los otros pueblos latinoamericanos necesitan liberarse es de estas mentes malignas, de sus discursos de resentimiento y de esa vetusta definición que siempre usan los perversos a través del prisma de “ser la víctima”.