Por: Gretel Ledo
La presidente Cristina Kirchner calificó recientemente como “magnífica oportunidad” a cada uno de los acuerdos que logró entablar la Argentina con China y Rusia. Asimismo se refirió al pasaje a un mundo multipolar: “La aparición de nuevos actores va a permitir a nuestros países nuevas y mejores oportunidades, porque ya no va a ser posible un mundo donde unos dominen a otros, será el mundo de la cooperación y éste deberá ser el nuevo modelo global”.
Sin duda, el proceso de globalización va cobrando otra dinamicidad donde es posible la inclusión no sólo de nuevos actores sino de nuevos modos de operatividad en el funcionamiento tradicional bajo el cual estaba regulado. Así, la nueva globalización incluye regiones geográficas cada vez más involucradas y comprometidas hacia otros niveles de interdependencia económica y política. El punto clave para analizar es la calidad de esa interdependencia: ¿son considerados todos los actores bajo un mismo plano de igualdad? ¿Existen pesos y contrapesos a la hora de establecer relaciones de poder en la toma de decisiones para los procesos de negociación?
Lo cierto es que el simple hecho de arribar a un acuerdo no necesariamente habla de una paridad contractual. En este sentido, si bien ha sido recibido de manera positiva el acercamiento de ambos colosos económicos, convengamos en que existe un claro interés hacia nuestro país enfocado en las materias primas y en un mercado hambriento de inversión extranjera directa (IED) tan necesaria hoy día. Aún las dudas no están despejadas acerca de las motivaciones genuinas y del porqué del aquí y ahora.
Al abordar el concepto de integración, Isaac Cohen Orantes alude a una definición económica y a otra política. Entiende a la integración económica como el proceso mediante el cual dos o más países proceden a la abolición gradual o inmediata de las barreras discriminatorias existentes entre ellos con el propósito de establecer un solo espacio económico. En tanto, la integración política pone énfasis en las consecuencias institucionales. Desde esta perspectiva, se concibe a la integración como el proceso mediante el cual los participantes transfieren a un ente más poderoso las lealtades y atribuciones para regular sus relaciones dentro del espacio o unidad mayor.
El interrogante que se desata es qué tipo de lealtad está dispuesta a transferir China y Rusia hacia la Argentina.
Si leemos los datos cuantitativos del intercambio chino-argentino, observamos que el gigante asiático constituye el segundo destino de nuestras exportaciones y es además la tercera mayor fuente de inversión, después de Estados Unidos y España. En 2013 superaron los 11 mil millones de dólares. Desde 2008 hemos recibido un shock de IED que viene creciendo a un promedio anual del 55%. Así, bajo una definida política de promoción de capital chino en el exterior denominada Going Global Strategy, nuestro país se ha convertido en uno de los destinos elegidos a la hora de invertir en minería, energía, navegación, pesca y finanzas entre otros. El hecho de que gran parte de las inversiones esté focalizada en la producción de alimentos coloca a nuestro país en un rol “asumido por naturaleza”: producción primaria y agroindustria tornando aún en más dificultosa la reversión y direccionamiento hacia una política de desarrollo industrial. Aquí es donde deberíamos hacer un stop o al menos una lectura delicada acerca de qué modelo o prospectiva nos proponemos trazar. Cuáles son nuestros horizontes productivos.¿Queremos realmente continuar siendo agroexportadores o al menos se vislumbra un posible salto hacia un nuevo escenario productivo que implique mayor valor agregado? ¿Qué políticas se están llevando a cabo en consonancia con ese nuevo ideario en el caso de existir?
En lo que respecta al intercambio comercial argentino-ruso durante 2013 mostró un crecimiento interanual de un 30%. Al momento, los intereses están puestos en el uso pacífico de energía nuclear además del resto de los acuerdos de cooperación suscriptos (asistencia legal recíproca en materia penal e intercambio de información en medios de comunicación). La decisión de instalar una nueva central nucleoeléctrica debería ser materia de amplio debate en el seno del Honorable Congreso de la Nación.
Argentina se encuentra por primera vez ante una obra en la cual es protagonista pero que aún cuenta con un final abierto. El mandamiento que reza: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:39) habla de considerar al otro con un respeto tal que implique el cumplimento de la palabra empeñada y la transparencia en la interacción entre las partes. La base sólida sobre la cual se gesta la institución de la integración es la igualdad en el tratamiento entre Estados. Hablaremos de oportunidad magnífica y de nuevo modelo global cuando China y Rusia consideren a la Argentina bajo ese plano.