Con la terrible muerte del Fiscal Nisman, no estamos asistiendo a una simple operación de prensa que intenta evitar el conocimiento de la verdad de los hechos y responsabilizar al gobierno. Estamos frente a un intento de Golpe de Estado, que procura sacar del medio a la Presidenta y terminar con este proyecto político que gobierna desde el 2003, para imponer la restauración conservadora-neoliberal que gobernó durante décadas para su provecho.
Nada es casualidad, la operación estaba preparada desde hacía tiempo, pero adelantaron su ejecución.
La denuncia de Nisman es indefendible. Su pobreza jurídica y su acusación parecen producto de una alucinación, pero son parte de un complot.
A lo largo de estos años nos hemos enfrentados al poder real. No sólo a los que históricamente se han creído los dueños de la Argentina, sino a los intereses económicos internacionales que viven de la usura, del tráfico de armas y del lavado de activos. Cuando Néstor Kirchner decidió trabajar junto a Lula y a Chávez en un proceso de autonomía regional respecto de del poder financiero internacional diciéndole “No al ALCA”, luego de conseguir una quita fabulosa de la deuda, congelar las tarifas y generar un proceso de recuperación económica basado en la expansión del consumo y la reindustrialización, a algunos les molestó.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner terminó con el vergonzoso robo que se perpetraba a través de las AFJP, recuperó el manejo de los fondos de jubilaciones y pensiones y le quitó al capital parasitario la ganancia exorbitante de miles de millones de pesos por no hacer nada, a algunos les molestó.
Cuando a fines de 2009 conseguimos, después de 26 años de lucha, modificar la ley de medios de la dictadura para democratizar el acceso a la palabra, a algunos les molestó, como les molestó la recuperación de YPF y la soberanía energética.
Cuando definimos “Patria o Buitres” y nos plantamos frente a los que querían ver nuevamente a nuestro país de rodillas, endeudado por generaciones y decidimos no pagar usura, a algunos les molestó.
La lista de luchas en favor del pueblo y de la recuperación de la democracia real es muy larga y de los que se sintieron molestos también, pero finalmente cuando nuestra Presidenta decidió jugarse entera para intentar que una de las deudas pendientes de nuestra democracia, la causa AMIA, no quedara impune y luego de reclamar durante años en la ONU propuso la posibilidad de tomar declaración indagatoria a los acusados, fuera de la Argentina, a algunos les molestó.
Y creo que lo que molestó fue la posibilidad de que se tomen realmente esas indagatorias. Que la Comisión de Juristas independientes analizara las pruebas y resultara que la acusación, quizás, carecía de fundamento. Aclaro que no sabemos quién cometió el horrible crimen de la Amia, pero queremos saber quién fue.
Hoy estamos discutiendo con el poder real y no con los partidos de la oposición. Y es que la mayoría de esos partidos dejaron su representación de lado y se subordinaron a la agenda de los grupos concentrados de poder. Nos gustaría estar debatiendo modelos y políticas de Estado, pero no quieren y lo que hoy se puso en juego es el futuro de la democracia.
Cuando desde el gobierno se planteó la dicotomía Democracia-Corporaciones, lo que estábamos señalando era que los golpes de Estado en Argentina ya no tienen a los militares como ejército de ocupación al servicio de las oligarquías. Desde el 89 en adelante, son las desestabilizaciones económicas, las corridas bancarias y cambiarias, la retención de divisas y los grandes grupos de medios como representantes de la concentración de capital quienes desestabilizan a los gobiernos democráticos para condicionarlos y gobernar por ellos.
Frente a la imposibilidad de golpes tradicionales, lo que algunos llaman “Golpe Blando” no es ni más ni menos que el sometimiento de la voluntad popular a los intereses concentrados. ¡Qué jueguen a las elecciones, qué voten, total gobernamos nosotros! Así pasó durante casi 15 años, entre el 89 y el 2003, después que las corporaciones le torcieron el brazo a Alfonsín, lo corrieron con un golpe de mercado y gobernaron a través de subordinados los siguientes años.
Ahora vinieron a cobrar. No soportan que el frente para la Victoria pudiera ganar otro período presidencial y si para eso tenían que provocar una muerte política lo iban a hacer. Eso es traspasar el límite. No romper, por reacción humana, un diario en televisión. El límite son las instituciones, la voluntad popular, la división de poderes y sobre todo, la vida de las personas.
Los intereses son económicos, las corporaciones son empresariales, judiciales, periodísticas y ahora, de los servicios.
La débil denuncia de Nisman, que no pasaba un examen de primer año de la facultad, no alcanzaba para mantener el escándalo. La política es mantener el escándalo, por eso la muerte.
Todo lo demás, es más de lo mismo. Un grupo de jueces y fiscales marchando para reclamar justicia, cuando son ellos los que deberían impartirla. Hacen política contra el gobierno pero la encubren con supuestos reclamos institucionales convocando “sin banderías políticas ni partidarias” a una marcha política opositora .¿Por qué no marchan a cara descubierta contra el gobierno que no quieren? Eso es honestidad política. O una Diputada denunciando a diestra y siniestra con el único objetivo de desestabilizar sin que nadie la interpele por las locuras apocalípticas que nunca se cumplen y que se olvidan con la nueva denuncia.
Quieren desprestigiar a la Procuradora a cargo de un organismo constitucional. ¿Y cómo no van a pretender su alejamiento si creó fiscalías especiales para combatir la trata, el narcotráfico y el lavado? ¿Se preguntaron quién lava los dineros sucios en el mundo? El mismo poder financiero protegido por jueces cómplices, que utilizan las ventas de armas para construir ejércitos que después destruyen y construyen otros para volver a venderles armas. Y con esa plata compran deuda devaluada que después quieren ejecutar, apañados por los jueces “independientes”
Cuando desde la primera magistratura del país se planteaba que no compremos conflictos externos, se hablaba de esto y de la geopolítica de algunas potencias, más preocupadas por sus intereses económicos y construir enemigos para después someterlos, que por averiguar quien voló la AMIA.
Lo que ahora se juega es la defensa de la Democracia como representación de la voluntad popular, contra el intento golpista de cooptación del Estado por parte de los grandes intereses económicos.
Escribo esta nota como Presidente de Concertación Forja, uno de los partidos de las mil flores que trabaja acompañando a la Presidenta en la construcción de un país mejor. Y la dejo como reflexión.
En 1983 alcanzaba con recitar el Preámbulo de la Constitución para emocionar las almas y confrontar con la sangrienta dictadura militar. Ahora sabemos que es más complejo, que con el recitado no alcanza. Que se necesita proyecto, voluntad y militancia, pero por sobre todo honestidad. Llamar a las cosas por su nombre aunque se molesten los golpistas.