Por: Gustavo Mura
El miedo se aprovecha de todo y de todos. Nadie mas protesta, solo los que ya no temen porque les quitaron el miedo a fuerza de dolor, de sangre, de lágrimas. Cuando matan a tres en tres horas, se arma una protesta en Quilmes, de la que participan: familiares y amigos de los tres muertos.
Cuando se toma un espacio público, participan de la protesta sólo los vecinos damnificados por la ocupación.
Cuando intrusan una casa no se mete nadie, excepto el dueño. Cuando hay un piquete no protesta nadie, porque la protesta del piquete es mas numerosa. Cuando no te permiten ejercer tus derechos protestás solo, en tu interior, pero no te acompaña nadie. Cuando los derechos de todos son vulnerados, tampoco protesta nadie. Para qué protestar por la falta de libertad, si total, con libertad, tampoco protesta nadie.
¿Y por qué no protesta nadie? Algunos por comodidad, otros por conveniencia. Pero la mayoría por miedo. Miedo a las represalias, sean cual fueren: miedo comercial, miedo impositivo, miedo económico, miedo físico. Miedo. La ley del miedo es la que impera. O acaso sin miedo no denunciarías al narco de la esquina, y luego al poli que no detiene al narco, y luego al funcionario que no detiene al narco y al policía. O no le tenés miedo a las represalias de la afip en caso de que pidas la devolución del 35% por el dólar turista? O no pensas que algún otro inspector te puede caer en el negocio si denuncias a los inspectores que te pidieron coimas el día anterior? O no tenés miedo de aparecer en un zanjón si organizas una convocatoria para denunciar la cocina de paco a la vuelta de tu casa?
En la foto que adjunto hay un “sintecho” durmiendo en el hall de un BBVA, puertas adentro del lugar donde se encuentran los cajeros automáticos, en Corrientes y Uruguay. Por ahí pasan policías a pié, en moto, en bici, de la Federal, de la Metro, agentes de Prefectura, de Gendarmería, de las FFAA, funcionarios del GCBA, de la Nación… Debajo del Colegio Público de Abogados… Y nadaaaa. A nadie le importa nada que esa persona duerma en un espacio privado. Lo lamento por la persona, pero tiene un lugar en la Ciudad destinado para la gente en situación de calle. Pero no le gusta, no lo acepta, o lo que fuere. Resulta que nadie puede ejercer su derecho, el Banco por la propiedad privada, el usuario de Banelco, o el cliente de la entidad. Solo disfruta de un pseudo derecho quien -precisamente- no tiene ningún derecho a estar ahí.
¿Y por qué nadie hace nada? También por miedo. Miedo a que lo que haga sea interpretado como una actitud facha, patoteril, violenta. ¿Y por qué tiene miedo quien debería hacer algo? Porque no hay activismo positivo, o manifestación “on line” o ratificación del mandato a quien ya alguna vez se ha votado para que haga eso, lo de defender los derechos de cada quien.
Caso contrario, donde no hay miedo es en el activismo negativo, el de manifestar para desbaratar o destruir, muchas veces es rentado. Ese activismo responde a intereses políticos, ok, pero en el medio jode a la población involucrada. Pasó en el Indoamericano, pasa en Lugano, pasó en Lugano II, pasa en Florencio Varela, por citar ejemplos oficialistas. No hay defensa del espacio público por parte de la sociedad, y eso es aprovechado por la coyuntura política para desarmar. Y volvemos al miedo. Sin olvidarme del accionar de barras bravas para amedrentar o convencer a algunos de que no es conveniente hacer nada. Y no se denuncia a la policía que permite que el barra apriete, y otra vez me enrosco en la misma espiral.
El gobernante no sabe cómo reaccionar, porque no tiene el respaldo popular inmediato, tiene el que le dio en la última elección con el voto, pero cuando debe actuar, su decisión no cuenta con un respaldo de que está haciendo lo que la ciudadanía quiere que haga. Lo supone, a veces acierta, a veces no. Y cuando la duda es mucha, no hace nada. Eso es aprovechado por los que no tienen derecho a pisar derechos. Todo porque no tenemos la gimnasia de salir a expresar lo que queremos, o lo que no queremos. Mas allá de que afecte o no nuestro espacio próximo. Afectará, de un modo u otro nuestra vida, por si no nos damos cuenta.
Masa pusilánime, o cobardía en masa, eso es lo que somos. Un atado medroso de gente que quiere progresar como sociedad pero que no hace nada para mejorarlo. Nos quejamos, pero en solitario, porque no hay forma de organizar el individualismo que tenemos innato los argentinos. Donde cada quien hace la suya, donde hoy mas que nunca se vive como en la última hora del Titanic, cuando imperaba el “salvese quien pueda”. Timoratos sometidos, lo peor que nos puede ocurrir en una región donde sobran domadores de mascotas.