Por: Jorge Altamira
La decisión de Elisa Carrió de abandonar la tienda de Unen y juntarse con Mauricio Macri sería en sí misma intrascendente si no fuera porque aparece como una acción encubridora o de distracción frente a la crisis política desatada por las denuncias de Alberto Nisman y, luego, su muerte. Viniendo de una ‘denunciadora’ serial, la falta de protagonismo judicial de Carrió, seguida del anuncio electoral, es sospechosa. Nadie salió a criticarla desde el gobierno, precisamente porque es funcional al operativo oficial de sepultar las investigaciones. Los jueces ‘incompetentes’ le han hecho el ‘aguante’ a la maniobra. Como buena ‘republicana’, Carrió archivó sus denuncias de corrupción contra Macri, ni qué decir de los lazos de Macri con la CIA y el Mossad, por intermedio de “Fino” Palacios.
Carrió no aporta votos a Macri y hasta incomoda a su pupilo Lousteau, que aparece ahora como un duplicado del PRO en las elecciones porteñas. Indica, sí, la disposición del macrismo a romper a Unen por todos los medios y lo mismo con la UCR. Macri se anotó la candidatura a vicegobernador con el radical “Pechi” Quiroga, nada menos que en Neuquén, a renglón seguido del apoyo condicionado que recibió del presidente de la UCR, Ernesto Sanz. Carente de proyección nacional, el macrismo no tiene otra vía que cooptar, con los métodos que le son propios, a aspirantes de otros partidos; es también lo que hace Sergio Massa. Sanz, sin embargo, dejó flotando el planteo de una interna única Massa-Macri, esto para polarizar la elección con el oficialismo; lo mismo hizo Gustavo Posse -el ‘itinerante’ de San Isidro. Es una intención que algunos observadores atribuyen al grupo Clarín. Para el K Verbitsky, si la ‘opo’ no se une, ganaría el Frente para la Victoria en primera vuelta, aunque no menciona que el beneficiado sería Scioli, un visitante frecuente de la ‘corpo’.
La fórmula de la “unidad nacional” viene siendo mentada desde hace mucho, a veces bajo la rúbrica de “políticas de Estado”, pero solamente para después de las elecciones. Una interna única de Macri, Massa más De la Sota o Rodríguez Saá sería improbable. Lo nuevo, sin embargo, es que podría ser precipitada por la crisis abierta tras la muerte de Nisman, que todos pretenden diluir por una vía judicial sin salida. La consigna del encubrimiento es defendida hoy más que nunca, esto porque lo contrario tendría efectos explosivos. Para contener una crisis, el gobierno recurre al apoyo financiero de China y a un subsidio financiero gigantesco a los capitales locales, que compran deuda pública a cambio de tasas de interés usurarias con un dólar ‘planchado’. Se va gestando una crisis de deuda pública fenomenal. Asimismo, el gobierno busca financiamiento internacional, a través de YPF, para lo cual garantiza un precio del petróleo un 40 por ciento superior al internacional.
Un desmembramiento electoral de la UCR afectaría a la candidatura de Julio Cobos y, por elevación, al PS-Unen. Las alquimias electorales no resisten el impacto demoledor de la crisis.
Los entreveros en la ‘opo’ han sido recibidos con discreta satisfacción en el oficialismo, el cual se encuentra en el centro de la crisis de los servicios y del crimen de Estado contra el fiscal. Los fundamentalistas K se agarran de la candidatura de Scioli como un único salvavidas. El gobernador bonaerense atravesó todas las combinaciones políticas desde los ’90; ahora es un candidato de los norteamericanos, a quienes prometió impulsar sus inversiones por 220.000 millones de dólares.
En este cuadro, nuestro partido impulsa el inicio de la campaña nacional del Frente de Izquierda y la asimilación, sobre la base de acuerdos programáticos claros, de numerosas fuerzas que se han acercado a nuestras filas frentistas -como ha sido el caso del “Perro” Santillán. La multiplicidad de elecciones locales, en las cuales estamos interviniendo con gran energía, no debe retrasar la movilización de conjunto, a riesgo de relegar a la izquierda a una posición subalterna en la crisis política y su desenlace, y caer en un electoralismo sin principios.
El Partido Obrero desarrolla una campaña de alcance nacional, para profundizar la iniciativa estratégica de la izquierda y los trabajadores, en franca oposición a cualquier forma de inmovilismo. Venimos de la enorme experiencia movilizadora que significó el Congreso del movimiento obrero y la izquierda, que se clausuró con un acto multitudinario de diez mil compañeros.