Por: Jorge Ramos
La amenaza de la dictadura de los hermanos Castro contra la periodista y bloguera cubana Yoani Sánchez fue directa. Esto fue lo que me dijo ella durante una entrevista en Miami: “He sufrido arrestos, he sufrido golpes y eso no me ha dolido tanto. Pero la última vez que estuve detenida, una oficial de la seguridad del estado me dijo: ‘¿Tu hijo monta bicicleta? Que tenga cuidado.’ … Eso me llegó al alma”
Sánchez sabe que su mayor vulnerabilidad es su hijo, Teo, de 17 años. “Sí, ese es mi punto débil”, reconoce. Ella sabe que puede haber graves represalias por lo que dice. Pero sigue hablando. ¿Por qué? “Claro que le temo a las represalias, pero ¿qué voy a hacer? Pienso que la mejor manera de protegerme es seguir hablando”.
A pesar de estas amenazas tan directas, tan pronto termine su viaje por una decena de países en 80 días, va a regresar a Cuba. ¿Exiliarse? “Ni pensarlo”, me dijo. Su vida es Cuba.
Su incansable gira es la de alguien que nunca ha viajado y que, a la primera oportunidad, se quiere comer el mundo. Tras años de negarle un permiso de salida, Sánchez por fin pudo salir. Y de ser una perseguida política dentro de la isla, de pronto –muy a su pesar y del régimen de La Habana– fuera de Cuba se ha convertido en una especie de celebridad.
A mí me tocó ser testigo de lo siguiente: cuando ella visitó la ciudad de Miami, el actor cubano-estadounidense y estrella de Hollywood Andy Garcia quería conocerla. “Es una mujer muy valiente”, me dijo Garcia. Y él fue a buscarla antes de que ella se presentara en un auditorio. Se encontraron y comieron juntos, pero los roles se cambiaron: la estrella era Sánchez: Garcia, con mucha sencillez y apertura, la escuchaba.
Eso es lo que pasa con Yoani Sánchez: no puedes dejar de escucharla. Ella te cuenta cómo es la Cuba de hoy, no la que se han inventado en el extranjero. Donde se presente, sin importar el país, llena auditorios. Casi medio millón de personas la siguen por Twitter, y la dictadura cubana ha quedado desvestida y expuesta ante su valentía, fuerza y transparencia.
“Cuba es la isla de los desconectados”, me dijo. “Cuba me ha parecido tan absurda desde lejos; vivo en una aldea medieval… porque no hay libertad, porque el gobierno mismo se comporta como un señor feudal; es triste y desde fuera se siente más”. Asegura que “cada vez hay más consenso de que vivimos en una dictadura”.
Pero ¿puedes decir que Cuba es una dictadura sin meterte en problemas?, le pregunto. “Digo la primera sílaba y ya me meto en problemas. Pero me levanto todos los días pensando ’Me voy a comportar como una ciudadana libre’”.
Sánchez se describe a sí misma como una “cronista de la realidad”. Nada más. Pero es mucho más. Ella se ha convertido en el símbolo del cambio en Cuba. Otros han tratado de serlo y han fracasado. Muchos han muerto intentándolo. Sánchez, sin embargo, sigue golpeando con una lógica infalible a una dictadura en pleno siglo XXI que no tiene elecciones multipartidistas, que limita ferozmente la libertad de expresión, que encarcela y asesina disidentes, y que va en sentido contrario a la mayoría de los países del mundo.
Y Sánchez es hostigada frecuentemente. Su celular, un iPhone que le regaló su hermana estadounidense, está regularmente intervenido, y en varias ocasiones ha sido detenida. Ya está acostumbrada a que la dictadura castrista invente que es agente de la CIA, tanto así que su respuesta ante semejante ridiculez la da con una sonrisa: “No, no trabajo para la CIA. Jamás podría trabajar para una entidad extranjera, nunca he militado ni siquiera en un partido político”.
Sánchez se gana la vida “resolviendo”, como la mayoría de los cubanos. ”Soy mecanógrafa y reparadora de ordenadores. Y trabajo de periodista en muchos medios fuera de mi país”. Su primer viaje al extranjero ha sido financiado por diversas organizaciones no gubernamentales y por su hermana. ¿Algo está cambiando dentro de Cuba?, pregunto. “Lo más importante está ocurriendo de adentro hacia fuera: Los cubanos están hartos“.
¿Puede haber castrismo sin los hermanos Castro? “El carisma de estos líderes es intransferible. En Cuba la silla presidencial se heredó por vía sanguínea (de Fidel a Raúl). …Es triste que una nación tenga que poner su esperanza en el fallecimiento de alguien para que la nación tenga vida, pero a eso nos han llevado”.
A Sánchez le gusta citar la frase de Mohandas Gandhi que dice tus enemigos primero te ignoran, luego se ríen de ti y luego te atacan. Sánchez está viviendo esa tercera fase. Ella asume las amenazas a su vida y a su familia como parte de su profesión de periodista. Pero sabe, también, que se ha convertido en la mayor esperanza de un cambio democrático y de libertad en Cuba. ¿Puedes cambiar Cuba? “Yo sola, no – pero somos multitud”.
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