Pensar en estos diez años genera un sentimiento de alegría y satisfacción porque pudimos ver cómo salía el país del infierno y finalizaba un ciclo de cuarenta años de crisis económicas, decadencia, dictaduras, enfrentamientos y frustraciones.
La Argentina logró recuperar el rol del Estado que nunca debió abandonar; y fue, precisamente, a través de políticas públicas activas que una importante parte de la población alcanzó el bienestar económico, a través de más y mejor empleo, y el país retomó la senda del crecimiento económico y logró disminuir significativamente la pobreza y la indigencia.
Recuperamos una Argentina que está en un camino de desarrollo y con una importante preocupación social para combatir la exclusión.
Como toda obra, si uno la mira en perspectiva, tiene errores y limitaciones, pero creo que el balance es altamente positivo.
También se ha recuperado una visión de país, hay una clara idea de que el poder político, gracias a los ciudadanos que lo votan, no tiene que someterse a los poderes fácticos.
Uno de los debates de nuestra democracia ha sido la debilidad de los gobiernos frente a estos poderes económicos, corporativos y mediáticos. En estos diez años la ecuación cambió y con un poder político fortalecido se puede trabajar mejor en virtud de la voluntad popular.
Se ha avanzado mucho, no sólo en el plano interno sino también en la integración regional, que es hoy un requisito imprescindible para el desarrollo de nuestro país.
Si queremos una Argentina más justa e inclusiva, tenemos que pensar en una Argentina integrada en la región, que es la única forma de responder a los desafíos del mundo. El mensaje central que Néstor Kirchner nos dejó como sociedad es que la realidad se puede cambiar, siempre y cuando exista la voluntad política para enfrentarse a los grandes poderes que se oponen al cambio.
Asimismo, en estos años se consolidó la idea de que no se puede construir una democracia estable y sólida sobre la base de la impunidad. Esto fue clave para desarrollar una política de derechos humanos basada en los cuatro pilares: memoria, verdad, justicia y reparación.
Por otra parte, se trabajó mucho en recuperar económicamente a la Argentina a partir de la renegociación de la deuda externa en default. En ese proceso hubo una clara idea de defender el interés nacional en todos los ámbitos internacionales.
Recuerdo cuando en 2003 participábamos en reuniones en el exterior y nos miraban a los funcionarios argentinos, desde el presidente, hasta los ministros, como representantes de un país que no se iba a recuperar tras tantos años de crisis, que muchos imaginaban como terminal.
En esa época se llegó a mencionar la posibilidad de un directorio internacional que gobernara nuestro país. Con esa realidad asumió Néstor la presidencia y vivió los primeros meses de gobierno, convencido de la necesidad de reconstruir paulatinamente la autonomía en la toma de decisiones y transmitir confianza de que el país iba a salir adelante.
A nivel regional se dieron pasos decisivos: en 2005, en la Cumbre de Mar del Plata, le dijimos NO al ALCA, que era la única propuesta de integración que Estados Unidos proponía para la región. El ALCA era la conformación de una zona de libre comercio, que no contemplaba las asimetrías existentes entre las 34 economías del hemisferio occidental. La Argentina junto a los países del Mercosur, creyeron que la propuesta no favorecería a su desarrollo económico y que, incluso, podía llegar a destruir importantes sectores de nuestra industria.
Otro de los logros fue construir una perspectiva de integración que fortaleciera al Mercosur, cambiar de una dinámica puramente comercial a una visión de integración vinculada con los sectores productivo, cultural, social y político.
También fue fundamental el impulso y la conformación de la Unasur, como espacio de integración que habilitara el diálogo político entre los presidentes de Sudamérica.
Hacia el resto del mundo, el esfuerzo se orientó hacia la reforma y el fortalecimiento del sistema multilateral, con el objetivo de lograr el pleno cumplimiento y el respeto al derecho internacional. La Argentina en todos los foros internacionales trabajó en virtud de un nuevo orden internacional más justo y equitativo, un mundo multipolar donde funcionara el sistema multilateral y se respetara el derecho internacional, convencida de que el derecho es lo único que protege a los países pequeños y medianos frente a los poderosos.
Es la ausencia del derecho lo que favorece el uso de la fuerza. De hecho, Argentina -que es un país mediano- es víctima de esa fuerza que no respeta el derecho internacional en el caso de la ocupación ilegítima por parte de una potencia extrarregional de una parte de su territorio como es el caso de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Este hecho refuerza nuestra convicción respecto a la defensa irrestricta del derecho internacional porque ésa es la única manera de defender nuestra soberanía, y trabajar por un mundo con más derechos y más seguro para todos.
En cuanto a nuestra sociedad, creo que en estos diez años se lograron cambios importantes en la idea que los ciudadanos tienen respecto a nuestra inserción internacional: hoy los argentinos tenemos una orientación mucho más latinoamericana que tuvo su origen en los años posteriores a la Guerra de Malvinas, momento en el cual toda Europa estuvo del lado de Gran Bretaña y buena parte de América Latina y sobre todo su pueblos fueron solidarios con causa Malvinas.
Estos lazos regionales se vieron fortalecidos en estos últimos años frente al fenómeno de la globalización que nos hizo tomar conciencia de la necesidad de integración con nuestros vecinos.
Todos los países de la región han comprendido que sin integración regional es difícil llegar al desarrollo que esperan nuestros pueblos.
También hubo un mensaje que se encarnó en los jóvenes y que fue muy notable cuando murió Néstor. A diferencia de los noventa, cuando el modelo neoliberal les decía a los jóvenes que era mejor refugiarse en su propio mundo y buscar soluciones individualistas, Néstor planteaba “si no te gusta el mundo en el que vivís, cambialo” y la forma de hacerlo era a través de la política.
Néstor, con su gobierno, demostró que la voluntad y la decisión políticas son las claves para transformar la realidad y creo que los resultados están a la vista. La Argentina salió del infierno y, si bien hay muchas asignaturas pendientes, hemos roto el histórico círculo de crisis y decadencia que dominó nuestra historia.
Estamos construyendo un nuevo país y la tarea no es sencilla, habrá marchas y contramarchas, como hubo en estos diez años, habrá debates y tensiones, errores y aciertos, pero encontramos el rumbo para lograr una onda larga de crecimiento económico con inclusión social. Está en nosotros como sociedad aprovecharla de la mejor manera posible para construir un país más justo, más inclusivo, más libre y más integrado productivamente.