Por: José Ottavis
Enero es, para mí, el mes en el que se puede leer algo más allá de los diarios. Hace unos días agarré un libro del español Eduardo Punset, uno de esos tipos que de tan sabios en tantos campos distintos nos muestran que abarcar mucho no siempre significa apretar poco. Y ya que hablamos de aprietes, además de Punset sigo con los diarios, así que se me ocurrió escribir un poco reflexionando a partir de ambas cosas.
En un pasaje, Punset comenta un experimento bastante conocido: se reúne a un grupo de personas para ver un video de un partido de básket, con la tarea de contar la cantidad de pases que hace uno de los equipos. En una parte del video entra en escena una mujer disfrazada de gorila, se golpea el pecho con los puños y se retira de la cancha. Al ser preguntados sobre si habían notado algo extraño en el video, sólo la mitad de la audiencia dijo haber visto un gorila. Este experimento, entre otros similares, demuestra lo que los científicos llaman el principio de desatención ciega: la mayoría de la gente sólo ve lo que espera ver.
¿Qué tiene que ver esto con los diarios? Sencillo, creo que nos están cansando con sus ríos de tinta donde sólo hablan de lo que esperan ver. No voy a dar muchas vueltas, a los editores responsables de la sección de política de periódicos añosos, a los jefes de redacción de los diarios de mayor tirada del país –aunque en franca caída, como algún candidato que esponsorean… ¿es que serán yeta?- y a especialistas en general: avíspense un poquito, acá la fórmula es la opuesta a la usual, que el bosque no les tape el árbol, muchachos.
Quizás hace falta aclarar un poco, enseguida les digo a qué voy con todo este asunto de los gorilas, el partido de basket y que el árbol y no el bosque: el problema acá no es si el peronismo “oficial” o contraoficial o de recontraespionaje –que no existe, pero que lo hay, lo hay- elige o no a tal o a cual, les sugeriría que no se distraigan con la interna de la interna, porque el 2015 no depende de trenes, mate en la mano, de naranjas ni de exprimidores de naranja. Como en todos estos años, el futuro electoral de este espacio político depende del proyecto colectivo. Ergo, el bosque: mar de precandidatos de estirpe y calidades diversas; y el verdadero protagonista, el árbol: el proyecto político que le devolvió la dignidad al pueblo argentino.
Vean que ya en 2007 y, cómo no, también en 2011, anticiparon una derrota y ¿cómo les fue?, recuerden, la memoria es buena señalando el camino acertado, o al menos otorga un poco de prudencia. Frente a tanto desvarío, alianza y desalianza -unen y desunen- les propongo que vean qué maravilla, qué gran cosa el peronismo que, después de 70 años, sigue siendo más joven que el resto de las fuerzas políticas: el kirchnerismo es sin dudas su profundización y continuidad histórica y así lo demuestra la honda conciencia del pueblo sobre lo ganado para siempre en estos años.
La fórmula es sencilla: mientras el resto de la escena política se saca fotos, baila en algún lado, se casa y se descasa para las revistas o se convierte en referente de la denuncia en vez de la política, nuestro norte sigue siendo la transformación de la Patria, la ampliación de derechos, la construcción de un horizonte de progreso para los 40 millones de argentinos. Nos querían correr con aquello del pato rengo y en el último año de mandato –incluso con la pata renga, me pudo el chiste y ojalá no se enoje la dueña de la pata…- se lanzaron los programas Progresar, Pro.Cre.Ar, Pro.Cre.Auto y Ahora 12 que, como dijo un cronista, son contracíclicos y aumentan la cobertura social, se puso en marcha la mayor renovación de la red ferroviaria de la historia, se contuvo el aumento de precios con medidas de intervención como Precios Cuidados, se recuperaron las reservas del Banco Central con acuerdos que reconocen el mundo de alteridades ascendentes en la geopolítica mundial, se amplió la base previsional incorporando paulatinamente 500.000 nuevos jubilados, se sostuvo el empleo a pesar de la persistente crisis mundial y regional, se mantuvo la inversión social sin ceder a las presiones ortodoxas empeñadas en “bajar el gasto público”, se actualizaron salarios, jubilaciones y planes sociales muy por sobre el aumento de precios, por primera vez en la historia se bajó el precio de la nafta en surtidor, en fin, para no abrumar…
¿Dónde están las propuestas de quienes pretenden llegar a presidentes? Un dato, de buena onda: la apatía que nos dejaron los noventa se terminó. El pueblo ahora se juega por las ideas, por los proyectos, el voto no se regala al rating de los almuerzos más longevos de la TV ni a una foto simpática en algún cartel, porque el pueblo argentino aprendió que ahí se juega su laburo, el futuro de sus hijos, en definitiva: la felicidad. Sería bueno entonces que tuvieran al menos la dignidad de decir para qué quieren ser presidentes, cuál es su proyecto. Otro dato, y van: con decir “mejorarle la vida a la gente” no alcanza, ni acá ni en el país imaginario en el que el asado se hace con camisa.
Este espacio político nació y creció como proyecto colectivo, bajo la conducción de Néstor primero y ahora de Cristina. El compromiso militante y la adhesión popular repetida desde 2003 se fundan en lo ganado en este tiempo y, por eso, el camino de la victoria en 2015 es uno solo: reforzar esas bases en función de las líneas programáticas de nuestro espacio, porque la única garantía contra la traición son las ideas.
Como ya ha dicho un compañero, la evidente campaña contra Máximo muestra lo asustados que están porque, aunque no lo digan, quizás sí intuyen el árbol en el bosque: este espacio político no requiere del imperativo del consensualismo mediático, menos aún de quienes hoy se supone que “miden” en las encuestas. La sugerencia para aguzar el análisis es que tal vez deberían considerar que el candidato puede no ser lo central en la estrategia vencedora para 2015. Dicho de otro modo: el candidato es el proyecto político que, victorioso en 2015, continuará la profundización de las transformaciones iniciadas en 2003.
Esta hipótesis se hace más fuerte si consideramos que más que la “expresión” de la sociedad, ciertas candidaturas muestran la expresión de las concepciones hegemónicas sobre la política que circulan con más fuerza entre los periodistas, formadores de opinión, consultores y dirigentes políticos: que la mayoría de los votantes son moderados. Pero debemos tener en cuenta que el kirchnerismo también ha demostrado la falacia del votante medio, porque ganó sistemáticamente elecciones confrontado, luchando y disputando, es decir, poniendo el proyecto en escena.
Hay en todo esto una certeza de núcleo: militaremos la campaña electoral del año próximo bajo el liderazgo de Cristina, pero fundamentalmente con un programa de gobierno para nuestra Patria. La lista ganadora no será la lista 2 del PJ, sino el Frente para la Victoria, con la boleta encabezada por las figuras de Perón, Evita y Néstor.
Por estos días se leen extrañas definiciones sobre lo que es el coraje; la juventud que nació a la política con Néstor Kirchner sabe una sola cosa: el coraje es plantarse firmes en nuestras convicciones, autonomía económica, soberanía política, igualdad social, nuestro proyecto de país. He aquí el árbol, el principio de todo para el que quiera, sin medias tintas, formar parte del bosque.