El dólar en Argentina y el ejemplo venezolano

Juan Gasalla

El anuncio de una devaluación en Venezuela generó en la Argentina un intenso contrapunto acerca de la posibilidad de que esa iniciativa se aplique en el país, para erradicar el virtual desdoblamiento del mercado de cambios, en el que coexisten un dólar oficial para turismo y comercio exterior, y otro incipiente pero en crecimiento en el circuito paralelo.

Después de registrar una inflación del 3,3% en enero, el gobierno de Hugo Chávez decidió establecer una nueva tasa de 6,3 bolívares por cada dólar, que significó una devaluación del 32% de la moneda venezolana o, lo que es lo mismo, un salto del precio del dólar oficial del 46 por ciento. Sin embargo, el dólar informal, que en Venezuela llaman coloquialmente “lechuga verde”, no se contuvo con la medida adoptada el 13 de febrero, sino que en apenas tres semanas el billete que se transa en las calles se disparó 30%, desde 19,5 bolívares a 25 bolívares. Casi en forma inmediata se diluyó el efecto devaluatorio y se trasladó al mercado paralelo. Con más lentitud, pero inexorablemente, se traducirá en más inflación para bienes y servicios.

Argentina y Venezuela comparten algunas características en materia de precios. Mientras que la inflación anualizada en el país caribeño fue de 20,1% en 2012, en Argentina ascendió a 25,6%, según estimaciones privadas. En los dos países, además, estos registros de dos dígitos tienen continuidad al menos en los últimos seis años.

En nuestro país, la Secretaría de Comercio Interior llegó a un acuerdo con las principales cadenas de supermercados para congelar los precios por 60 días a partir del 1 de febrero. Ese convenio podría extenderse. En Venezuela existen controles de precios y de cambio desde hace una década, sin que hubiera por ello un freno para la inflación, a la que se suma el desabastecimiento. Una diferencia: en Venezuela no se modifican las estadísticas y se reconoce el índice real de precios al consumidor.

En materia de reservas internacionales, las dos naciones coinciden en que éstas sondean los mismos niveles que hace cinco años atrás, cuando en el último lustro los activos de los bancos centrales de otros países de la región aumentaron e incluso se duplicaron, como en Brasil, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Chile y Perú. Las reservas argentinas cayeron esta semana a u$s41.587 millones –monto similar al que se contabilizaba en junio de 2007-, mientras que las venezolanas se situaron en u$s27.327 millones, un rango cercano al de septiembre de 2007.

En otros aspectos relacionados al dólar, ambos tienen claras diferencias. Mientras que en Venezuela el ingreso de divisas lo genera el petróleo, en manos estatales a través de PDVSA, en la Argentina lo sostiene el sector exportador, en manos privadas, como sucede con las ventas sojeras o automotrices. El Estado argentino capta una porción menor de esa renta, a través de impuestos y derechos de exportación. Por el contrario, Venezuela tiene alta dependencia importadora y compra el 40% de los alimentos que consume. En Argentina, el Estado es el principal importador, para abastecer la demanda energética, a través de Enarsa e YPF, pero es un exportador de alimentos de peso internacional.

El gobierno de Chávez demostró que es posible ganar elecciones y mantener el poder a pesar de registrar la inflación más alta de América Latina y convivir en los hechos con un desdoblamiento del tipo de cambio durante una década. En el mismo sentido, Cristina Kirchner ganó dos elecciones presidenciales con amplio apoyo popular en 2007 y 2011 aún con una notoria suba de los precios. En este caso, ambos coinciden.

Chávez, además, logró ganar las elecciones legislativas de 2010 con un 48% de votos, mientras su país atravesaba una profunda recesión de dos años, provocada por la caída de los precios internacionales del petróleo. Con la economía estancada, como ocurrió en 2009, Cristina Kirchner no logró ganar las legislativas y las listas para senadores y diputados del Frente para la Victoria obtuvieron un 30% de los sufragios. En ese aspecto, los votantes argentinos se mostraron más reacios que los venezolanos a apoyar al oficialismo cuando la economía no creció. Es probable que un resultado electoral favorable para el kirchnerismo en 2013 esté más condicionado por las cifras de expansión del PBI que por las de inflación.