Por: Juan Gasalla
Llama la atención que el Merval de la Bolsa porteña sostenga una progresión alcista tan pronunciada cuando en el corto plazo amenaza el irresuelto conflicto judicial con los holdouts en los EEUU. Dentro de dos semanas, el próximo 30 de julio, la Argentina reincidirá en un default si no consigue cumplir con los vencimientos de deuda de bonos Discount, cuyo plazo de gracia concluye en esa fecha.
El Gobierno confía en que el juez Thomas Giresa acceda a restituir el “stay”, es decir, la medida cautelar que posibilite depositar los fondos a los acreedores que sí aceptaron reestructurar sus tenencias de bonos en 2005 y 2010, mientras continúa la negociación con los fondos especulativos que litigaron contra la Argentina. La incertidumbre es alta y las posibilidades de un acuerdo, dificultosas ante la vigencia de la cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers o Derechos Sobre Futuras Ofertas) que puede abrir un nuevo frente judicial con quienes aceptaron el canje.
“El Gobierno hizo en los últimos seis meses todo lo que no hizo en cinco años: resolvió todos los temas pendientes, demostró voluntad de pago, se acercó a los organismos internacionales, mejoró la relación con el FMI, le paga al Club de París. La única solución para esta decisión de la Justicia norteamericana es sentarse a tratar de acordar un poco menos de monto y pagar con bonos en los términos de la sentencia”, definió el economista Dante Sica, de Abeceb.com.
¿Qué entusiasma entonces a los operadores del mercado de acciones local? Probablemente la convicción de que se cerrará un acuerdo con los acreedores este mes, lo que despejaría el último obstáculo que tiene la Argentina para acceder a financiamiento externo a tasas razonables –en torno al 8% anual- y la tentación de observar precios para las empresas locales todavía retrasados cuando se los convierte de pesos a dólares.
La Bolsa viene con envión alcista desde las elecciones legislativas de octubre último, pues anticipa un cambio de ciclo político a partir de 2016, con una futura administración nacional más “amigable” para el sector financiero, aún sin saber quién la representará en los cargos públicos. Además, los agentes de la plaza, ávidos de indicios que permitan prever la evolución futura de los activos, tomaron muy en serio las palabras de Cristina Kirchner durante el acto por el Día de la Bandera en Rosario, el pasado 20 de junio, en especial porque reforzaron ese consenso de “bull market”.
“Que nadie se equivoque, nosotros queremos cumplir con el 100% de los acreedores. Sólo pedimos que nos generen condiciones de negociación justas”, remarcó la jefa de Estado. Y expresó: “Los argentinos queremos negociar. ¿Y saben por qué tengo la obligación de negociar? Porque soy una Presidente responsable y voy hacerlo en el marco de la Constitución y de las leyes”. Pasó menos de un mes desde entonces: el Merval de acciones líderes progresó 20,3% (desde 7.347 a 8.840 puntos), un rendimiento sin equivalencia en otros mercados.
En el transcurso del año, el principal indicador de la Bolsa porteña gana en pesos un 65%, más de tres veces la inflación real. Y aún descontándole el 25% que tuvo como apreciación el dólar, la ganancia del promedio líder en moneda dura multiplica los rendimientos de cualquier mercado del mundo. Para tener una idea, el Dow Jones de Wall Street avanza en 2014 un 2,9%; el S&P500, un 7%; el Bovespa brasileño, un 8,2%, y el Ibex español, un 8 por ciento. El Merval también duplica a otras plazas financieras emergentes como Turquía (+17,1%), India (+18,1%) o Egipto (+25,3%).
El analista técnico Jorge Fedio, de Clave Bursátil, estima que se aproxima para las acciones “una suba vibrante y espectacular con precio y volumen, que hoy descuenta que no hay default, y que tiene la mira en el 2015 como prioridad. La foto del 2014 ya le importa poco, sí son los cambios a lo que apuesta. Vale decir, es caja de resonancia de lo que está por venir, no de lo que está pasando”.
Por ese motivo es comprensible que los actores del mercado ignoren, no sin audacia, un presente macroeconómico recesivo, escasez en los ingresos fiscales por una sorpresiva caída de 10% en el precio de la soja, y una probable devaluación extra para el peso argentino antes de diciembre, mientras que la Argentina se consagra “subcampeona mundial” en inflación, detrás de Venezuela, como grafica el economista José Luis Espert. Sucede que en un escenario de corto plazo más negativo que el actual, que prescinda de un acuerdo con los holdouts hasta 2015, las acciones pueden ofrecer una oportunidad de refugio y sacar aún más ventaja. “Cuando se larga la carrera inflación-dólar-Bolsa, la que inexorablemente siempre la gana es la Bolsa”, sentencia Jorge Fedio.