Si hay algo más complejo en un país que el cambio frecuente de Ministro de Economía, es el cambio frecuente de Presidente del Banco Central. El saliente Juan Carlos Fábrega sólo se mantuvo pocos meses como titular de una institución de la que se espera una silenciosa pero efectiva tarea permanente y a largo plazo para mantener el valor de la moneda, un tipo de cambio de equilibrio y competitivo, y la estabilidad del sistema financiero.
Desde hace años que el sistema financiero argentino, aunque pequeño, ha avanzado, estimulado por el Banco Central, en solvencia, liquidez y control de riesgos . No será ese el principal desafío de su nuevo presidente, Alejandro Vanoli. Pero sí serán desafíos serios las políticas monetaria y cambiaria.
Hay varias tareas urgentes. Retomar el control de los factores de expansión monetaria cesando el financiamiento monetario al Tesoro, para lo que este debe acudir a los mercados de capitales internacional –previo acuerdo con los holdouts a partir de enero- y doméstico, en la línea del Bonar 2016. Cambiar la metodología que incluye en el cómputo de las utilidades del Banco Central –que se comparten con el Tesoro- el efecto de las devaluaciones sobre los activos en moneda extranjera, que no son utilidades económicamente genuinas. Recuperar del Tesoro las reservas internacionales entregadas a cambio de Letras Intransferibles, para fortalecer su Patrimonio; esta recuperación debería ser la segunda prioridad para el uso del financiamiento externo que eventualmente obtenga el Tesoro, siendo la primera cancelar vencimientos de deuda por capital. Devolver gradualmente la normalidad al mercado cambiario, a través de una progresiva eliminación de restricciones y racionamientos.
Y la tarea más difícil, pero quizá la más importante: estabilizar la demanda real de dinero. En la fragilidad que hoy muestra esa variable está el principal riesgo de inestabilidad monetaria y cambiaria que compromete a la economía.
El nuevo Presidente, como tantos otros en el pasado, deberá enfrentar presiones para acelerar la expansión monetaria, bajar las tasas de interés, estimular el crédito a tasas reales negativas o conceder líneas de redescuentos subsidiadas. Es evidente que eso es precisamente lo que no requiere una economía con una inflación de 40 % anual que destruye los ingresos reales.
El Banco Central supo ser la institución pública y financiera argentina de mayor credibilidad externa, y lo sigue siendo a pesar de algún deterioro en los últimos años. El nuevo presidente, Alejandro Vanoli ,puede usar sus pergaminos para recuperar esa tradición. Su background y extensa experiencia en el sector público y en cargos de responsabilidad lo ayudarán. Esperemos que se apoye para sus funciones en la línea gerencial del Banco Central, utilizando su experiencia, y que logre rodearse de un gabinete senior de expertos en política monetaria y financiera.