El ministro Alfonso Prat-Gay anunció el fin del cepo cambiario. No fue el día inmediatamente posterior a la asunción de Mauricio Macri, pero casi. En los días intermedios se avanzó velozmente en los cuatro requisitos previos para poder hacerlo: a) la eliminación o la baja de las retenciones a las exportaciones, que prometen una liquidación diaria de 400 millones de dólares —superior a la esperada— del sector agropecuario durante las próximas tres semanas; b) el sensible aumento de las tasas de interés en la licitación de Lebac, como señal del apoyo que dará la política monetaria; c) la resolución del problema heredado por la masiva venta de futuros —17 mil millones de dólares—, a los que les retendrá el impuesto a las ganancias para moderar su efecto monetario y d) el avance de una operación de repo con bancos internacionales por 6 mil a 8 mil dólares por parte del Banco Central para fortalecer las reservas internacionales.
De acuerdo con lo anticipado, se distingue entre el stock de pagos pendientes al exterior por importaciones —estimado por el secretario Luis Caputo en 5 mil a 7 mil millones de dólares—, utilidades y otros conceptos —no se dieron cifras sobre estos— y los nuevos flujos de divisas.
Para los pagos pendientes se ofrecerá un cronograma o un bono voluntario del Tesoro en dólares. Se mencionaron también otro par de alternativas, sin aclararlas. En varias notas propuse este diseño y también que el cronograma y el bono fueran de plazo razonablemente corto y acelerable si la disponibilidad de divisas lo permitiera. Pero los funcionarios no dijeron aún cuál será el plazo ni la tasa. Seguramente lo indicará a la brevedad el Banco Central. El bono, claro está, por el monto que resulte, contribuirá a financiar al Tesoro.
Los flujos se liberan, se retorna así a los límites previos al cepo de 2 millones de dólares mensuales por individuo o empresa en el caso de la demanda para atesoramiento, y a compras y ventas libres para importaciones y exportaciones. Y, por supuesto, el tipo de cambio será esencialmente único para todos los conceptos.
El ministro anticipó que espera un refuerzo de la oferta de moneda extranjera —al Banco Central o al mercado, según el caso— de entre 15 mil y 25 mil millones de dólares en las próximas cuatro semanas, incluyendo 6 mil millones de dólares de liquidación de exportaciones agropecuarias, conversión a dólares de una parte del swap en yuanes, anticipo de liquidación de divisas por inversiones previstas por empresas locales y entre 6 mil y 8 mil millones de dólares del repo del Banco Central con bancos internacionales.
El repo se hará, como propuse oportunamente, con bonos del Tesoro, en condiciones de mercado y a distintos plazos que el Banco Central recibirá en pago de la letra intransferible por 9.530 millones de dólares que vence a principios de enero. El ministro Prat-Gay fue afortunadamente muy claro en que la enorme deuda del Tesoro con el Banco Central por letras intransferibles y adelantos transitorios —del orden de los cien mil millones de dólares— será tratada como una obligación que deberá honrarse, para fortalecer y normalizar el activo y el patrimonio del Banco Central.
El nuevo mercado cambiario unificado operará alrededor de los trazos anteriores, como un mercado de flotación administrada o flotación sucia, pero no estará sujeto a bandas —tipo de cambio piso y tipo de cambio techo— formales y explícitas. Las bandas habrá que leerlas o descubrirlas a través de la acción del Banco Central y sus intervenciones específicas.
Por otra parte, el ministro también confirmó, por si fuera necesario, que el mercado de contado con liquidación (CCL) operará con total libertad. Recordemos que ya hubo dictámenes que confirmaron su legalidad.
En estas condiciones, lo que cabe esperar es que el tipo de cambio del mercado único y el tipo de cambio CCL arbitren y tengan valores muy semejantes. Salvo eventualmente en los días iniciales, no es previsible que haya brecha entre el mercado único y el CCL. Podría subsistir una brecha entre el tipo de cambio único y un tipo de cambio ilegal o blue por la naturaleza de este último mercado, pero el mercado blue perderá volumen y la brecha, si subsiste, será moderada.
El aumento efectivo de la oferta, actual y potencial, de divisas en el nuevo mercado único hace previsible una tendencia a que el precio empiece con una ligera baja respecto del actual precio del CCL. Esto podría detonar una especie de círculo virtuoso que acelere la oferta de divisas de atesoramiento por temor a nuevas bajas. Pero en los días o las semanas iniciales el Banco Central intervendría bastante rápidamente. No solamente para fortalecer sus reservas, sino también porque la liquidación de la divisas de exportaciones del agro difícilmente esté dispuesta a aceptar un precio inferior a 13.80-14 pesos por dólar.
Pero también podría ocurrir que el Banco Central permita una más amplia volatilidad los primeros días para que el mercado discipline tanto la demanda como la oferta.
Faltan pocas horas para ver si se corroboran o refutan estas expectativas.