Con el 97 % de los votos escrutados, el Frente para la Victoria ha obtenido el 26% a nivel nacional. Es decir, uno de cada cuatro votos en todo el país. El kirchnerismo resultó derrotado en Buenos Aires, Capital, Córdoba, Santa Fe, Córdoba, Santa Cruz, Chubut, entre otros distritos. El oficialismo también tuvo sorpresas en distritos como La Rioja, San Juan y Jujuy.
Allí donde triunfó o donde logró resultados dignos, el gobierno lo hizo recurriendo a alianzas forzadas con candidatos despreciados hasta hace escasos días. El caso más extremo es el de la utilización desesperada del gobernador Daniel Scioli, acaso el único oficialista con una imagen respetable a nivel nacional.
La presidente Cristina Kirchner logró, en menos de dos años, reducir a la mitad los votos obtenidos en la extraordinaria elección del año 2011. Perdió uno de cada dos voluntades en menos de dos años.
Demasiado cansancio generaron la desmesura, la agresión, el indisimulado intento de eternidad, la vocación re-reeleccionista confesada por Diana Conti, la prepotencia de Moreno, la negación de la realidad, la pretensión de hacernos creer que la inflación era del 9%, la inexplicable alianza con Irán, las valijas voladoras y los rumores de cleptocracia.
El gran ganador de la jornada, Sergio Massa, fijó las pautas del futuro: “armonía y basta de enfrentamientos”. Es lo que la Argentina necesita. Integrarnos internamente todos los argentinos, superar antinomias y reamigarnos con el mundo. Enormes oportunidades a escala global esperan a la Argentina. Esa es la agenda del futuro: el surgimiento de una primavera argentina.