Pasada la primera ronda de la política (armado de listas), los problemas de la gente siguen siendo los mismos, con la inseguridad al tope de la lista.
Y así, me surgen los mismos interrogantes que antes, ya no como especialista en el tema, sino como ciudadano común.
Después del 10 de diciembre:
¿Voy a poder manejar por la 9 de Julio sin que algún limpiavidrios-ladrón se me tire encima de mi auto? ¿Voy a poder estacionar en Palermo sin tener que pagarle -a la fuerza- a algún cuidacoches? ¿O manejar por la Panamericana sin que alguien me quiera pasar a 180 km/hora, sin que a nadie le importe?
Y más allá de estos detalles que alguien pudiera denominar menores, ¿Buenos Aires seguirá siendo la ciudad con más robos per cápita de Latinoamérica? ¿Y el conurbano bonaerense o Rosario seguirán con las mismas cifras -y en aumento- de homicidios que Medellín? ¿Habrá mas villas miseria que se conviertan rápidamente en territorio tomado por las organizaciones narco sin que ninguna fuerza de seguridad actúe?
¿Y las factorías de perfeccionamiento de delincuentes -cárceles actuales- seguirán hacinadas por los pocos delincuentes que llegan allí a entretenerse con sus celulares prohibidos para hacernos secuestros virtuales? ¿Seguiremos viendo cómo en nuestro barrio se “toma un terrenito o una casa” y luego pasa a ser el punto de venta de drogas, al amparo de algún puntero político y bajo la complicidad policial?
Yo sé que a muchos políticos les gusta la política por la política misma y para perpeturse en el poder y cambiar su estatus económico-social, pero si además de ello se ocuparan de la agenda de la gente, quizás obtendrían también esos beneficios y muchos más, por ejemplo, el respeto del electorado. Aunque no creo que eso importe mucho, lamentablemente.