Si hubiera un grupo de criminales que matara anualmente a 15.000 personas, ¿qué medidas tomaríamos? Ese es el número de hombres, mujeres y niños inocentes muertos a manos de conductores intoxicados el año pasado en los Estados Unidos.
¿Cuántos en Argentina? Nadie lo sabe, las estadísticas no son nuestro fuerte. Aunque los estudios privados que han analizado el consumo de alcohol y otras drogas lícitas e ilícitas nos emparejan con el país de norte, por tal, se puede inferir que el porcentual de muertes causado por conductores bajo influencia debe ser, al menos, similar (0,005 %, o sea, alrededor de dos mil muertes -de las 7600 muertes viales del 2014, según Luchemos por la Vida Asociación Civil). Lo que también equivale a la cifra de homicidios dolosos anuales de la provincia de Buenos Aires.
¿Cómo se trata este tema bajo la órbita legal? En la mayoría de los estados norteamericanos, cuando uno es detectado manejando intoxicado por alcohol u otras drogas, el arresto es inmediato, manejar impedido es un delito, menor o mayor. Según la repitencia delictual del autor, la penalidad va desde libertad condicional a tiempo en la cárcel del condado. Ello por el solo manejo, si el impedido causa lesiones o muerte, con seguridad cumplirá tiempo en prisión.
Aquí, en cambio, manejar impedido es una infracción de tránsito. Pago la multa, el acarreo, en su caso, y sigo. Seguramente una pieza de legislación que necesitamos ajustar y pronto.
En los Estados Unidos los oficiales de policía se quejan de que cuando detienen a un ebrio manejando, estos rutinariamente les preguntan: “¿No tienen algo más importante que hacer?”. Y la respuesta es “no”, no hay nada más importante que prevenir la muerte de ciudadanos.
No solo porque ese ebrio detenido particularmente no tendrá la eventual posibilidad de matar o herir a alguien con su arma-vehículo ese día, sino porque de un estudio provisto por MADD (Mothers Against Drunk Driving) surge que dos tercios de los primarios que son arrestados nunca más cometerán el ilícito. Porque no solo es el arresto, luego viene la libertad condicional, con obligación de tomar cursos que concientizan en las muertes que se causan por esta irresponsabilidad de manejar ebrio, pagos de multas, etcétera. Y quien no lo haga, cumplirá sentencia en la cárcel del condado.
Y el otro dato importante, acorde a la agencia estadounidense en la materia, National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), es que la gente que maneja intoxicada lo hace, hasta ser arrestada, unas ochenta veces al año.
La conclusión es que el arresto de los que manejan ebrios 80 veces al año y que no repetirán su conducta salvará muchas vidas.
Como bonus, expresan los oficiales a cargo de los operativos, muchos arrestos por driving under the influence (DUI) terminan encontrando tóxicos prohibidos o gente buscada por otros delitos.
Por supuesto que también se necesitaría en nuestro país a quien refuerce esta legislación hoy ausente, y es aquí que hemos sugerido hace tiempo la creación de una policía vial activa de fuerte presencia nacional y de rol bastante distinto al pasivo de la actual Agencia Nacional de Seguridad Vial.