COP20: El clima global está sobre la mesa

Mauro Fernández

(Desde Lima).- Estamos atravesando una crisis climática que se manifiesta en la actualidad en forma dramática e ineludible para millones de personas. Vemos cómo el aumento progresivo de las lluvias genera inundaciones, asistimos a eventos climáticos cada vez más extremos y frecuentes, nuestros glaciares se derriten amenazando la disponibilidad de agua potable y las sequías afectan a los sectores productivos y, por tanto, el desarrollo económico de los países. Dentro de este panorama existe una nota positiva: esta crisis climática aún tiene solución. ¿La condición? Debemos actuar ya. 

Del 1 al 12 de diciembre en Lima, Perú, líderes de 194 países se reúnen en la cumbre del clima de Naciones Unidas (COP20) para negociar la estructura del nuevo acuerdo global que deberá firmarse en la reunión del año próximo, en París, y que tendrá como objetivo evitar los peores impactos del cambio climático. Como guía, los negociadores llevan bajo el brazo el último informe publicado recientemente por la máxima autoridad científica sobre cambio climático, el IPCC, que demuestra que podemos evitar un calentamiento global catastrófico si llevamos a cero la quema de combustibles fósiles alrededor de mitad de siglo. Aún así, algunos países continúan defendiendo la posición de quemar carbón, petróleo o gas, mientras que otros, los pequeños Estados isleños como Nauru, Tuvalu o las Islas Marshall en el pacífico, piden acción climática urgente para no desaparecer bajo el nivel del mar que se eleva aceleradamente.

La COP20 en Lima comenzó con cierto optimismo, luego de algunos movimientos políticos relevantes. Entre ellos se destaca el acuerdo conjunto entre Estados Unidos y China que demuestra que todos debemos actuar en conjunto. Aunque insuficiente, también fue un paso adelante el aporte de US$ 9.700 millones realizado por algunos países para el fondo que busca facilitar la transición de países en vías de desarrollo hacia economías basadas en energías renovables. Incluso vimos señales de los mercados, como el anuncio del gigante energético alemán E.ON de abandonar sus negocios en el carbón, el gas y la energía atómica, para focalizarse en el desarrollo de renovables y la eficiencia energética.

El texto que salga de Lima deberá presentar avances contundentes hacia el abandono de los fósiles. Greenpeace exige que toda la energía mundial provenga del viento, del sol u otras renovables y que el plazo para la concreción de este escenario no ocurra más allá de 2050. ¿Es posible alcanzar esa meta dentro de 35 años? El IPCC demuestra que sí y varios países ya han planteado algo similar en sus posiciones. Pero debemos ser muy ambiciosos y no dejar ningún cabo suelto en este camino. Por eso exigimos que los cambios hacia 2050 se vean reflejados en compromisos quinquenales (cada cinco años), y que se aumente la ambición climática previa a 2020, que es cuando entraría en vigencia el acuerdo de París que se negocia en Lima. Esperamos que Latinoamérica, como anfitrión de esta cumbre, deje una huella indeleble y positiva en las negociaciones para salvar el clima.

Si queremos evitar las cada vez más dramáticas inundaciones que vive la población de Buenos Aires, las intensas sequías que afectan a la zona pampeana y el norte del país, o la disponibilidad de agua potable en la región cordillerana, tenemos que abandonar definitivamente el carbón y el petróleo. Inaugurar plantas de carbón y manifestarse en solidaridad con víctimas de impactos climáticos, es una contradicción que no podemos tolerar.