El modelo está agotado

Miguel Braun

El modelo económico kirchnerista está agotado. Los próximos tres años serán en el mejor de los casos de bajo crecimiento y alta inflación. Tenemos todo para crecer, pero el gobierno nos ha hecho perder competitividad, ha destruido el mercado energético y ha minado la confianza en el país. Como consecuencia ha colapsado la inversión privada, y los efectos ya se sienten en el mercado de trabajo, con la destrucción de 100,000 empleos privados asalariados en el último año.

El país viene perdiendo competitividad de manera sostenida debido a que la inflación, no reconocida por el gobierno, supera la depreciación de la moneda. Desde 2007, la inflación acumulada supera el 140%, mientras que el peso se depreció 40% contra el dólar. Somos el país de América Latina que tuvo más inflación en dólares desde 2007. Desde 2010 se aceleró el problema: la inflación fue 60% y la depreciación 16%. En segundo lugar, debido a una política energética errática, Argentina se ha convertido en un importador neto de hidrocarburos. En 2003 casi no importábamos combustibles, mientras que en 2011 tuvimos que comprar más de US$ 9,000 millones en el exterior. En tercer lugar, la incertidumbre monetaria-cambiaria, más un pésimo clima de inversión, producto de la arbitrariedad del gobierno en sus intervenciones microeconómicas y una creciente carga tributaria, llevaron a las empresas e individuos a refugiarse cada vez más en el dólar como reserva de valor. Mientras que en 2003-2007 salían US$ 1,500 millones por año en promedio del sistema, en 2007-2010 salieron US$ 48,000 millones, y en 2011 US$ 21,000 millones.

Estos tres factores, pérdida de competitividad, necesidad de dólares para importar energía y una creciente “caminata” contra el peso, llevaron al gobierno a imponer fuertes restricciones a las importaciones y a las compras de dólares. Se frenó la sangría de dólares, pero estas medidas nos llevan al estancamiento con inflación. Las trabas al dólar han paralizado el mercado inmobiliario, y las restricciones a las importaciones redujeron la inversión.

¿Qué hay que hacer? El problema es de diagnóstico: el gobierno cree que con más controles, más intervención y mintiendo sobre la inflación va a resolver el problema. Está comprobado que no es así. El gobierno intervino el mercado de la carne y lo destruyó. Hay 10 millones de cabezas de ganado menos, y la carne está más cara que nunca. Se metió a manejar la papelera Massuh y la terminó de fundir. Se metió a manejar Aerolíneas Argentinas y pierde más plata cada año. Se metió con los granos y creció la sojización. Se mete ahora con el dólar y complica al mercado inmobiliario y a las pyme. Está por verse si la confiscación de YPF logra revertir el problema energético, pero hasta ahora el único resultado tangible es que la nafta está más cara.

La salida pasa por una revolución de normalidad. Bajar la inflación, unificar el mercado de cambios y desencadenar el potencial productivo de los argentinos. Chile, México y Brasil bajaron inflaciones de dos dígitos a uno sin recesión aplicando un esquema de metas de inflación, dándole previsibilidad y tranquilidad a las familias y a las empresas para que todos podamos organizar nuestras decisiones económicas. Una vez resuelto el desacalabro macro hay que concentrarse en la micro: tenemos grandes oportunidades en sectores diversos como agroindustria, turismo, industrias creativas y muchos más, que hoy se ven ahogados por los controles arbitrarios del gobierno. Hay que confiar más en la capacidad y creatividad de los argentinos, y menos en un gobierno patotero que cree que la coerción nos va a llevar a producir más.