Por: Milko Schvartzman
Hasta 2015 se discutirá en las Naciones Unidas la posibilidad de lograr un acuerdo para la conservación y uso sostenible de los océanos en aguas internacionales. Esta región abarca la mitad de la superficie terrestre y determinará el futuro de la biodiversidad marina, también en las aguas jurisdiccionales. Como algunos recordarán, en diciembre de 2012, la NASA, publicó la primera imagen nocturna en formato de planisferio de la Tierra, y en ella puede apreciarse las miles de ciudades iluminadas que destacan en todos los continentes, predominantemente en las costas marinas y ribereñas de todo el mundo. Los asentamientos humanos predominan en las costas, ya sea por el acceso al transporte marítimo, como por el acceso a alimentos y esparcimiento. Sin embargo, gran sorpresa causaron las luces de una nueva gran ciudad situada mar adentro, justo en frente de nuestro país al borde del límite externo del Mar Argentino.
La nueva ciudad flotante no es más que un grave problema ambiental: más de 300 barcos, toda una mega-flota industrial, depredando el Atlántico Sudoccidental. Barcos que además de depredar los recursos pesqueros, contaminan de manera completamente impune y cuyas condiciones laborales son prácticamente de esclavitud, con tripulantes que no regresan a tierra por años, bajo terribles condiciones sanitarias y que ante cualquier circunstancia pueden ser lanzados por la borda: asesinados. Sin dudas, barcos del terror.
El daño que causan al ecosistema marino es indescriptible y afecta no solo a las especies capturadas, como la principal, el calamar, sino también a especies de peces como la merluza, mamíferos marinos, ballenas y delfines y diversas especies de aves, como los pingüinos. Todo esta calamidad para el mar y personas que son esclavizadas ocurre aquí, a tan solo 200 millas de nuestras costas, el equivalente a la distancia entre Buenos Aires y Pinamar. Los pabellones predominantes de estos barcos son China, Corea, Taiwán y Japón.
Esta situación no solo ocurre en nuestro continente, sino también en África y Oceanía. La devastación en alta mar es un problema global, prácticamente todo lo que ocurre en esa región se asemeja al lejano oeste, un lugar sin ningún tipo de ley ni regulación. Si bien no es un problema simple de resolver, existe una iniciativa en las Naciones Unidas, denominada Grupo de Trabajo sobre la Biodiversidad Marina Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ por sus iniciales en inglés), un proceso que se vió impulsado en la Cumbre de Río+20, en 2012.
Durante 2014 se realizarán tres reuniones en la sede de la ONU en Nueva York, para fijar los lineamientos y alcances de un “Acuerdo de Implementación”. La primera de estas acaba de finalizar y el resultado fue positivo, si bien los avances son aún un poco lentos. Es fundamental para la salud de los océanos que en las negociaciones en la ONU, nuestros representantes promuevan la inclusión de aspectos fundamentales para la conservación de los recursos, especialmente la creación de áreas marinas protegidas y que los descubrimientos relacionados con los recursos genéticos marinos sean de beneficio compartido para toda la humanidad. Los ecosistemas marinos desconocen de las fronteras jurídicas, lo que ocurre mas allá del horizonte, también afecta nuestro Mar Argentino y su biodiversidad.