Por: Mundo Asís
Competencia por el rol de privilegio que concede La Doctora. Lo tiene Macri, mientras merodea Scioli.
Muy poco antes de la tragedia divisoria, en la residencia del periodista prestigiosamente jubilado (apuntado, en su momento, por Néstor Kirchner, El Furia) se decidió lanzar la candidatura presidencial de Ernesto Sanz.
Del ágape participaron, según nuestras fuentes, al menos dos intelectuales que aún se entusiasman con el senador mendocino.
Pensadores que disponen, con relativa frecuencia, de sendos bloques individuales, en el templo dominical de Mariano Grondona, El Profesor.
Uno es un novelista septuagenario. Vende muchos miles de libros más con sus panfletos impactantes (y apresurados) que con sus novelas ambiciosas.
El otro es el poeta de la mirada nostálgica. Roza los 70. Respetado por su modo cautivantemente lento para reinterpretar la hondura presunta de la realidad. A través de la filosofía cotidiana que presenta con el ropaje de la esencia. Mantiene -el Poeta- la intensa tonalidad del Predicador de Country.
Estilo Reutemann
Significa confirmar que el periodista jubilado (que El Furia detestaba), el panfletista espectacular que estimula veleidades de Emile Zola, y el filosóficamente persuasivo Predicador de Country, fueron testigos -y acaso promotores- del nuevo amague presidencial de Sanz, el senador que trafica la imagen de radical enciclopédico. Distinto.
Durante los preparativos de 2011, Sanz había entusiasmado, en vano, también a un simpático directivo de Techint que ansiaba verlo con la banda. Lo promovía entre empresarios.
Pero finalmente en 2011 Sanz aplicó el clásico estilo Reutemann. Amenazó para quedarse en boxes, en el territorio del amague.
Dejó colgados a decenas de correligionarios respetables, no necesariamente NYCs (nacidos y criados en el radicalismo). Solían juntarse los martes para emocionarse con el sanzismo y comer cazuelitas estratégicas. Sin vino. En el departamento clásico de la avenida Las Heras.
Al declinar Sanz, y hacerles la de Reutemann, aquellos correligionarios decadentes encuadraron sus respectivas bandas en el entonces ascendente Ricardo Alfonsín, El Junior.
Debieron conformarse con el tercer lugar. Bastante incómodo. Detrás de Hermes Binner, El John Wayne de El Hombre Quieto. Y 40 humillantes puntos detrás de Cristina, La Doctora.
Blend Peronista-radical
“El radicalismo se terminó, como partido, cuando comenzó a peronizarse”, confirma el especialista.
Un radical NYC, de apellido fundacional. Ostensiblemente desencantado con el presente del partido, que es su casa.
Por la devastadora consecuencia que produjo, a su criterio, la “proliferación de los negocios”.
La Garganta ubica la extraña peronización de la UCR en el segundo lustro de los ochenta.
“Cuando cualquier militante descubría el rédito de acelerar determinados pagos. Arrancaron ahí”.
Para terminar con la captura de empresas fluviales, efectivo y hoteles. Con transacciones derivadas de reformas varias. Alguna, incluso, mítica, hasta constitucional.
En la teoría del especialista, el radicalismo comenzó a “peronizarse mal” cuando el peronismo, en simultáneo, encaraba la transferencia cultural de “la renovación”. Pero inspirada -pequeño detalle- en el radicalismo alfonsinista.
Lo cual legitima la reflexión de otro pensador del peronismo. Igualmente desencantado y positivista. Sugiere que los radicales, en los ochenta, en su versión alfonsinista, colonizaron culturalmente a los peronistas que se querían renovar.
Pero a los que renovaron fue -justamente- a los radicales. Los peronizaron.
Para colmo, poco faltó, en su momento, para que Alfonsín padre arrastrara, a los peronistas en banda, con el cuento envolvente del Tercer Movimiento Histórico.
Un discursito apenas feliz, del olvidado Grupo Esmeralda.
El canasto de la historia
A treinta años de la reimplantación del sistema democrático, cuesta no tentarse con la facilidad deportiva del balance.
Un mecanismo contable para salir del paso, que el director del Portal prefiere no cultivar. Por cierta aversión hacia el periodismo de los onomásticos, inspirado en los almanaques.
Para la crónica basta apenas con subrayar que, en 30 años, los radicales de mandato interrumpido vencieron a los peronistas en dos oportunidades.
Alfonsín -sobre todo- en 1983. Y Fernando De la Rúa en 1999. Pero aquí fue cuando los radicales definitivos, junto a determinados peronistas en tránsito, ya habían conformado otro improvisado blend. Con el agregado de los abundantes progresistas que tenían el pase libre en la mano, y se disponían sin reparos a intercambiar las casacas. Con el objetivo de mantenerse siempre adentro del presupuesto. Tuvieron suerte.
Se mezclaron sin rigores los vinos radicales y peronistas, y en adelante la idea plácida del bipartidismo comenzó a fragmentarse.
Las identidades adoptaron senderos de improvisada confusión. Hasta que en 2007, en el peor sentido, se aplicó la fórmula utópica que evocaba aquel ticket trunco que nunca existió. Perón-Balbín. El blend ideal que aún justifica a los optimistas contrafácticos. Los que creen que podía evitarse la catástrofe que todos, en definitiva, aguardaban.
Pero fue, en cambio, Cristina-Cobos. “Y vos”.
El resto es historia demasiado reciente. Para consignar en la nostalgia precipitada de los próximos suplementos. Con las producciones especiales que se vienen “sobre los 30 años de democracia”.
Ideales, presumiblemente, para el canasto de la historia.
Ahora y en la hora
A pesar de haberse estrellado en 2011, Ricardito Alfonsín -como Allende o Mitterrand- espera, según nuestras fuentes, su tiempo de revancha.
Pero el pobre ya tiene, aparte de Sanz, El Reutemista, a otro competidor que pretende consolidarse, también desde Mendoza.
Asoma de nuevo Cleto Cobos. Se propone vencer en las legislativas de 2013 y catapultarse como exclusivo presidenciable en 2015.
Aunque los puristas de sangre generacionalmente radical -Los NYCs- no terminen de aceptarlo. Les cuesta perdonarle que se les haya ido en 2007, con La Doctora. Por aquel invento fugaz de La Concertación, que supo captar, como premio, definitivamente a Zamora. Es el radical peronizado de Santiago del Estero, El Neo Juárez.
Sin embargo los NYCs que aún resisten, en la deteriorada civilización radical, no tienen otra alternativa que aceptar que Cobos es, tal vez, quien se encuentra mejor posicionado para enfrentar a La Doctora. Porque conserva la chapa envidiable del opositor.
Una categoría que La Doctora distribuye, en su hegemonía, arbitrariamente. Y la reserva, según nuestras fuentes, para Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, baluarte fundamental del macricaputismo.
Significa confirmar que Cobos se encuentra capitalizado por el rencor eterno del cristinismo que carece de eternidad.
Suelen proporcionarle la jerarquía de ser El Gran Traidor. Consecuencia de aquella madrugada de invierno de 2008, cuando con su voto “no positivo” evitó el estallido social que nunca le reconocieron. Y les produjo la derrota más catastrófica de la estructura oficial, que (entonces) lo contenía.
Para transitorio pesar de Alfonsín y de Sanz, la chapa envidiable del opositor despreciado, entre el radicalismo, es de Cobos. Aunque La Doctora se esmere en proporcionarle esa chapa, exclusivamente, a Macri.
De todos modos, los postulantes aquí presentados (Sanz, Alfonsín, Cobos, Binner y Macri) siguen sujetos a la distribución de iniciativas que La Doctora tiene capturadas. Ella decide, en la práctica, quién es el opositor preferido. Para colmo, diez años después de haberlo tenido adentro, a su merced, La Doctora construye como jefe de la oposición a Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.
Al menos, hasta antes de la tragedia divisoria. De las aguas acumuladas que los sumergieron, a todos, en la impotencia, y les estamparon en la frente el veredicto general del fracaso.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com