Por: Mundo Asís
PERONISMO CONTRA PERONISMO (V): Macri y Narváez, dos celebrities que no quieren unirse, mientras Massa, otra celebrity, inexplicablemente retrocede.
“Si Mauricio y Francisco no se juntan, de nuevo los cristinistas pueden rompernos el c…”, confirma la Garganta.
Entonces a Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, y Francisco De Narváez, El Caudillo Popular, no les queda otra alternativa que soportarse y convivir.
Son “dos a quererse”. Compulsivamente.
Salvo que ambos bocetos de estadistas prefieran aparecer, ante los obstinados optimistas que los siguen, como dos facilitadores de la estrategia cristinista.
Para algarabía de La Doctora, no hace falta dividirlos. Mauricio y Francisco, en la tragicomedia, se dividen solos.
Es innecesario que Florencio, El Ex Killer, por instrucción de Zannini, El Cenador, se lance a operar. Como si fuera El Chueco, hoy devaluado. “Apartado”, como el personaje de Rodolfo Rabanal.
Jugar para La Doctora
La tragicomedia de Mauricio y Francisco podría inspirar -como aquí se dijo- una historia de enredos. Poco divertida. Menos clásica que la de Calisto y Melibea, de Fernando Rojas.
Más parecida, en cierto modo, a los disparates folletinescos protagonizados en el cine por Jack Lemmon y Walther Matthau.
Si nuestros personajes literarios -Mauricio y Francisco- no dejan al costado, de una buena vez, los caprichitos existenciales, puede asegurarse que “juegan”, dramáticamente, para La Doctora.
Que conste. Queda documentado. 9-4-2013.
Se les advierte que ambos quedan -ante la sociedad que viene cada vez más saturada del cristinismo- como dos “chicos bien”.
Privilegiados que se conocen de sobra y diluyen sus proyectos por las rivalidades históricas. Por aspectos que aluden a la psiquiatría y la astrología. Más -eso sí- que a la ciencia política. Cuando se impone brutalmente el objetivo de luchar por el poder.
Celebrities
El inconveniente radica en que El Niño Cincuentón y El Caudillo Popular todavía no se asumen como dos verdaderos políticos profesionales.
Son dos celebridades. Dos “celebrities” que descubrieron la vocación de estadistas cuando sobrepasaron los 40 años. Grandecitos.
Proceden del ámbito empresarial, de la mundanidad rutilante de los seres socialmente aventajados.
Cada uno avanzó -confirman las Gargantas- sobre las mujeres del otro. Pero por instrucción de nuestro director dista de ser el tema para la crónica.
Sin embargo las dos celebrities -junto al incomparable Felipe Solá, El Máximo Cuadro del Felipismo- desperdiciaron el triunfo electoralmente inútil de 2009. Sobre El Furia extinto.
Un acontecimiento que, en la práctica, no les dejó ninguna enseñanza. Apenas la certeza de saber que juntos no pueden ir a ningún otro baile de disfraz, siquiera a beneficio. Tampoco pueden ir a esquiar, a presenciar un suburbano partido de polo en Villa Ñata, o comer “cuerdas de guitarra”, en “Marcelo”.
Traslados de reticencias
Hasta hace pocos días, la imposibilidad para aliarse obedecía a la reticencia del fastidiado Mauricio.
Ocurre que lo tiene registrado, al Caudillo Popular, con fundamentos poco originales, como un quinta columnista. Alguien que le “hace la calle” a su prioritario competidor, para el espejismo presidencial.
Trátase de Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol. “El misterio de la presencia ausente”.
Pero en cuanto los sensatos operadores del macricaputismo casi lo convencen al Niño Mauricio de dejarse de j…, de asumir la necesidad política -y sobre todo económica- de acercarse a Francisco, la idea de la reticencia se traslada, según nuestras fuentes, de repente, al propio Francisco. El Caudillo les corre el arco. Les pide más.
Pide, por ejemplo, ser el jefe de la trascendental provincia (inviable) de Buenos Aires. Mientras tanto, divulga la sospecha de que, según nuestras fuentes, entre el cristinismo y el macricaputismo persiste un entendimiento más profundo. Entrañable. Por arriba, en el ámbito espiritual de los negocios. Mientras se pelean, desde abajo, para la “gilada” de la televisión.
“Cuando parece que hay arreglo, siempre surge algo que lo voltea”, insiste la Garganta del comienzo.
“O es Mauricio o es Francisco, alguno siempre recula. Si no se juntan, nos…”
Celebrity Mayor
La tragicomedia de Mauricio y Francisco se prolonga en capítulos interminables.
Ante el tormento moral de las segundas líneas, que se encuentran urgidos. Con la medialuna enarbolada. Y pugnan por mojarla en el tazón del acuerdo.
Como si, a los medialuneros abnegados de las segundas líneas, les costara convencerse que trabajan, en realidad, para dos Celebrities. Sus jefes.
Es la franca evaluación de la autora de esta crónica. Como el Portal parte, para sus textos, desde la realidad, hay que conformarse con la mercadería que se ofrece en las góndolas.
Por lo tanto -por instrucción del director- debe tomarse editorialmente en serio a estos dos simpáticos grandulones. Porque se transformaron en figuras fundamentales de la política nacional. Capturada, en la Argentina, acaso para siempre, por las Celebrities.
Para colmo, la Celebrity mayor -La Doctora-, es, además, una política de carrera. Una pícara de La Plata que trafica seriedad, y se dispone a jugar “por todo”. Con la iniciativa hegemonizada.
Dispuesta, la Celebrity, a tirarle el Estado por la cabeza a cualquier desdichado que intente desafiarla.
Como sostiene Mujica, El Minguito de La Banda Oriental, La Doctora Terca es aún mucho “peor” que el marido extinto (ver “La parábola de Michael Corleone”).
Pan inflado
Entonces es Francisco el que se le vuelve, en la tragicomedia de enredos, a marear.
Se siente como un pan inflado. Por la condición de flamante vedette artificial de la provincia (inviable).
Sobre todo al trascender que Sergio Massa, La Rata del Tigre, Aire y Sol Dos, es otra Celebrity que retrocede en sus aspiraciones.
Entonces El Caudillo Popular trafica su condición impactante de primero. De animador de la debacle, de su próxima victoria.
Ocurre que La Doctora tampoco tiene un candidato presentable. Su cuñada Alicia, La Fotocopia, prende menos que la antivariólica en el matambre.
Para terminar, las vueltas que le da Massa a la rotonda mantienen su cuota de riesgo. Aunque no se decida a tomar, hasta hoy, ningún camino.
Viene condicionado por el veredicto inapelable de los misteriosos “focus groups”. Los que supo armarle un profesional ingenioso de la numerología.
Indican, los “focus”, que “la sociedad prefiere verlo a Massa en un cargo ejecutivo, y de ningún modo en el legislativo”.
Aparte, con inocencia, lo cuentan. Hasta extenderse la sospecha que le va a hacer caso a los “focus”.
Por lo tanto, aquellos sobrevivientes que tenían la medialuna enarbolada en la utopía del massismo ya comienzan, por las dudas, según nuestras fuentes, a telefonear al señor Ferrari. O al criollo Atanasof. A manifestarles que prospera la simpatía y el carisma del Caudillo Popular
Cada vez lo encuentran, incluso, más parecido al mítico Barceló.
Por último, abundan también los desconfiados. Los que se compraron la verdura del cristinismo. Temen que Massa se les aparezca, incluso, de pronto, como el candidato de La Doctora.
Mientras tanto Massa, como buen Aire y Sol Dos, sigue ajeno, imperturbable. Atormentado por saber cómo esta cronista pudo enterarse.
Continua el merodeo permanente en una rotonda que ya cansa, en cada vuelta, un poco más.
Carolina Mantegari
Editora del AsísCultural,
para JorgeAsisDigital.com