“Robarán, pero Videla murió en la cárcel”

Mundo Asís

DÉCADA RIFADA (II): Corrupción y derechos humanos. Caras complementarias del poliedro.

sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción final de Carolina Mantegari

Introducción
Ejes de la misma estrategia

“Robarán, pero Videla murió en la cárcel”, sintetiza la Garganta.
La sentencia alude a la convivencia armónica entre las dos caras complementarias del poliedro kirchner-cristinista.
Una muestra la desenfrenada corrupción estructural. Otra exhibe la defensa inapelable de los derechos humanos. Con el encarcelamiento de los genocidas.
Son los dos ejes que participan de la misma estrategia.
Legitiman, en cierto modo, otras dos sentencias consagradas del portal.

La primera tiene ya siete años:
“Del roban pero hacen se pasó al roban pero juzgan y encarcelan”.
La segunda, en cambio, es del año pasado, intolerablemente reciente.
“Con la izquierda adentro se puede robar mejor”.

Oberdán Rocamora
Encargado de Negocios-Consultora Oximoron

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El humanismo enaltecedor emerge -para Consultora Oximoron- como la máxima legitimación.
En la práctica, es el efecto neutralizador de cualquier impugnación al kirchner-cristinismo, que mantenga un orden moral.

La vigencia de los espantosos crímenes producidos por el terrorismo de estado, en el fatídico “genero literario de los setenta”, brinda el blindaje de la impunidad. Con la respectiva satisfacción de los castigos.
En el plano más concreto, el humanitarismo proporciona cierta licencia de corso para cometer otros latrocinios.
Actos de corrupción que estéticamente solían ser combatidos, siempre reivindicados por los sectores que asumían la indispensabilidad de la transparencia.
Portadores del bien, dadores voluntarios de ética y de superioridad “moral”.
Precisamente son los valores que, en la Argentina, la izquierda captada resigna. Prefieren ignorarse.
En pos del otorgamiento de las otras concesiones. Los juicios a los enemigos, asesinos que violentamente los vencieron. Y con la apreciable sucesión de presos. Más de mil, y otros tantos en lista de espera (presos que, en todo caso, no molestan, y por los que reclaman apenas sus familiares).

“Quieren presos, a darle presos”

La izquierda, la que está adentro, reclama justicia. La reivindicación es ampliamente rescatable, y se traduce en la rutina de los juicios que reproducen los castigos.
Es el fenómeno obvio que Néstor Kirchner, El Furia, en uno de sus atributos de genialidad, percibió claramente. Aún sin expresarlo. Para brindarles generosamente lo que reclamaban.

“Quieren presos, a darle presos”, parecía ser una consigna de anticipación.

La simbología solemnemente inofensiva de descolgar los cuadros que nadie miraba, deparaba, de pronto, extraordinarias derivaciones en materia de prestigio cultural.
A través de actitudes meritorias, emotivamente ejemplares, casi sinceras, que resultaron de admirable utilidad en la primera etapa. La construcción personal de poder.
Con un par de gestos trascendentes perfectamente podía reinventarse como el gran campeón del humanismo progresista. A cambio de, en el fondo, casi nada. Apenas con la reinstalación de causas escatológicas, y el desmoronamiento de seres absolutamente indefendibles. Los que sólo fueron de temer cuando contaban con el manejo arbitrario del Estado.
Ya sin presupuestos, de coraje ni impunidad, y con las cargas severamente pesadas del envejecimiento, masacrados por el desgaste del oportunismo, los condenados carecían de inteligencia hasta para intentar la defensa. Para resignarse, en adelante, a la impotencia del olvido, cargados de rencores. Para trastornar a sus familias y admitir que sus castigadas mujeres se multipliquen en los esfuerzos vanos por que sea registrada, al menos, la existencia de las detenciones. Ante la sociedad que les brinda la espalda y prefiere ni tenerlos en cuenta.
Habituados, los presos, como sus familiares, a la indiferencia, que es mucho más cruel que el olvido.
Sin superar nunca el riesgo de verse sometidos a sostener lo indefendible. La Dictadura Militar. Con los cuerpos cinematográficos por el aire y dramatismo del “robo de bebés”.

La variable de ajuste

Para la cara presentable del poliedro, el mantenimiento del significado de aquellos crímenes representa, en definitiva, una decisión estratégica.
Con el agregado flamante de “los civiles”. Los empresarios que siguen eternamente cómplices. Como muchos lo son hoy. Para juzgar, en todo caso, mañana.
Se asiste al inicio de una dinámica -digamos- históricamente repudiable.

Mantener vivo el efecto de la Dictadura muerta es una decisión de Estado que atenúa, en el fondo, el efecto destructivo de la otra cara, la que estuvo oculta sólo para aquel que no la quería descubrir. Y que ahora, como consecuencias de la Guerra-Divorcio, sale de manera espeluznante a la luz.
Es la cara del poliedro que muestra la horrible entretela del despojo desenfrenado.
La pasión recaudatoria, que el Portal describe para entender (sin denunciar) desde 2005.
La depredación delictiva que produce la devastación miserablemente moral del ciclo que concluye.
A pesar de las satisfacciones mínimas del progresismo que se muestra penosamente confortado.
Porque el general Videla, a los 87 años, muere en una cárcel. En la soledad de una celda común. Sin el perdón -siquiera- de Dios.

Desde la cara luminosamente humanista, estos presos son la variable de ajuste que legitiman el rostro nocturno del poliedro, que admite a medrar impunemente.
En paz. Con sosiego espiritual.

Carolina Mantegari