A llorar al parque

Mundo Asís

Gobierno-Clarín. La Guerra-Divorcio. Dos derrotados.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella

“Ahora, a llorar al parque”.
Así se le decía en el barrio a los que habían perdido.
“Y si he perdido pago y me voy”.
Lo invoca el verso de la milonga inolvidable -”Baldosa floja“- que cantaba Argentino Ledesma (a veces en magnífico dúo con Horacio Lezica).

De nada sirve ya, cuando el vencido (Clarín) debe llorar en el parque, la chicana tardía de impugnar al notificador.
O sea cuestionar a Sabbatella, El Breve, titular del AFSCA.
El psicobolche Sabbatella se esmeró en el expresionismo de la sobreactuación.
Siguió las instrucciones de La Doctora, que prepara la reaparición espectacular, a lo Madonna.

Sabbatella El Breve fue a la central de Clarín para ilustrar el escenario de la venganza.
Sobre todo después de la definitoria derrota, que induce también, al cristinismo entero, a irse a llorar al parque.
Por la paliza electoral recibida el domingo. Sobre todo en la emblemática provincia (inviable) de Buenos Aires.
Cuando los perforó Sergio Massa, Aire y Sol II.
Es -Massa- el opositor más reciente.
Aire y Sol II se hizo suficiente caso como para cometer la osadía de desafiar a La Doctora. Y vencerla.
Aunque ella se obstine, con perversa inteligencia, en transferir la derrota a Daniel Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol I.
Scioli se hizo cargo de la quiebra y debería llorar, en silencio, en el propio parque.
Junto a Insaurralde, El Barrilete de Plomo que explicablemente no quiere sepultarse en la Cámara de Diputados.

Gol del honor

Con la anunciada constitucionalidad de la Ley de Medios, aprobada por la Suprema Corte, el cristinismo hizo el gol del honor. Sólo después de sufrir la espantosa goleada.
En “Aprietes cotidianos a Lorenzetti”, se advirtió, con transparente anticipación, que La Doctora pretendía la aprobación de la ley para antes del 27 de octubre.

Lo pidió, en Olivos, a tres miembros de la Corte. El presidente Lorenzetti, la vice señora Highton y el “propia tropa” Zaffaroni.
En la “sigilosa reunión secreta” de junio que nadie, hasta hoy, tiene la gentileza de desmentirnos.
Ni negarnos que los pasaron al cuarto, groseramente, a los otros cuatro.

Un mérito, nada menor, que permite rescatar a los integrantes de la Corte, consistió en resistir las “cotidianas” presiones. Y oficializar la aprobación sólo después del 27.

Porque la sentencia, de 400 páginas, estaba lista, según nuestras fuentes, desde mediados de septiembre.
Pese a su trascendencia y los aprietes, pudieron “dormirla” durante cuarenta días.

La Guerra-Divorcio

El gobierno cristinista le ganó la Guerra-Divorcio al Grupo Clarín.
Pero al cristinismo la Guerra-Divorcio le costó el gobierno.

“Sobre el cuerpo inerte del vencido cae, exhausto, el cuerpo del vencedor”.
Dos notables perdedores.

Los divorcistas litigiosos, el gobierno cristinista y el Grupo Clarín, se parecen, en el fondo, demasiado.
Dependen más del ingenio de una persona que del talento de un equipo.
Sin La Doctora, el cristinismo no tiene destino.
Sin Héctor Magnetto, Clarín, tampoco.

Llama extrañamente la atención la defensa tan equivocada que hizo el Grupo Clarín en la Guerra-Divorcio.
La estrategia de la dilación. La inconfesable confianza en que el gobierno, entre el alargue, diluyera la capacidad de daño.
Pasa que Clarín nunca debió pelear para conseguir sus objetivos. Bastaba la prepotencia de la presencia para imponerse. Para obtener ventajosas devaluaciones o una Ley Cultural.
Esta vez no entendió la verdadera magnitud que presentaba la seriedad de la Guerra-Divorcio. Pudo percibirse durante las audiencias públicas convocadas por la Corte.

“Envió constitucionalistas que emitían solemnes discursos, cuando debió enviar especialistas en el fango”, confirma la Garganta.
No podían escudarse sólo en la “sustentabilidad económica” de la empresa. Si iban por ellos, con la guillotina afilada, mientras los constitucionalistas sin respuestas caían doblegados por el sólido conocimiento del tema de la doctora Peñafort, La Nutrida.

Magnetto -que estaba con un pie más allá de la dimensión desconocida- se recompuso físicamente merced a los estímulos de la Guerra-Divorcio.

Cuesta imaginarle un sucesor para el Grupo que podía, perfectamente, haber evitado la ceremonia indigna del descuartizamiento.
La Doctora, por su parte, no tiene más posibilidades de permanecer.
Como Magnetto, tampoco tiene sucesores fáciles.
Pero porque no puede tenerlo. El caudillismo familiar suele dejar tierra arrasada. Máximo esta aún verde, y a Florencia, “aparte de ser muy chica”, no le interesa. La cuñada Alicia, que mantiene portación de rostro y apellido, registra peso negativo en la balanza política.
El resto de los postulantes son demasiado conocidos. Nada tienen que ver con el clan.
Como se escribió en el Portal: “Entre Scioli y Massa, si la apuran, La Doctora prefiere a Macri”.

Martingala

La última idea, para tratar de permanecer, se le ocurrió -presuntamente- a Carlos Zannini, El Cenador, uno de los privilegiados que se cuelgan del Vestidito Negro.
O tal vez algún jurista de renombre, integrante de la Corte, le vendió la idea brillante.
Lo cierto es que Zannini explicó la martingala en Río Gallegos, según nuestras fuentes, mientras disfrutaba la reconocida hospitalidad del Batata Mansilla.

La Doctora debía renunciar inmediatamente después del 10 de diciembre de 2013, para intentar presentarse de nuevo en 2015.
Aunque la martingala fuera constitucionalmente demencial, la cuestión podría judicializarse.

El delirio incluía la necesidad de algún obediente, para ocupar la presidencia durante el interregno. Como si fuera el Encargado de Negocios de la embajada, durante la ausencia del embajador. Una suerte de confiable Raúl Lastiri.
Por lo flamígero, el Lastiri nunca podía ser Amado Boudou, El Descuidista, quien paradójicamente emerge como el más sensato del equipo, pero en la instancia en que se encuentra -por las llamas- impresentable.
Ni tampoco la señora senadora Rojkés de Alperovich.
Igual que don José, el marido gobernador, desde que se bajaron del camello ambos están irreconocibles.
Preocupados, aparte, por salpicaduras que recaen sobre otro miembro de la familia.

Final con “el lindo Julián”

Se justifica entonces que se lo atienda tanto últimamente a Julián Domínguez. Presidente de la Cámara de Diputados.
Diplomáticos extranjeros, conspiradores básicos, fuertes empresarios consultan, cada vez más, por Julián, “el lindo” del tango.
Pero no sólo por la martingala alucinante.

Se lo tiene en la baraja -al lindo Julián- para la gobernación de la provincia (inviable). Una sucesión que se pone infinitamente más entretenida que la sucesión presidencial.
Porque Presidente, se sabe, puede ser cualquiera. Lo difícil es bancarse la Gobernación.

Oberdán Rocamora