Por: Mundo Asís
La derrota de Carlos Zannini.
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella
“Zannini no quería que fuera Capitanich”, confirma la Garganta. “Lo quería a Urribarri”.
El Cenador (Zannini) le reprochó, incluso, a Capitanich, El Montenegrino Denso, por presuntos acuerdos con el convaleciente Gioja. Celebrados, en apariencia, en ocasión de los cotillones de GESTAR.
Es el artificio que suele coordinar Diego Bossio, el crédito del Anses, que se inscribe en la fila de los vencidos. Ocurre que Bossio aspiraba a ser ministro de Economía.
Pero La Doctora no le hizo caso a Zannini. Lo prefirió, para Premier, a Milton Capitanich. Y para ministro de Economía a Axel Kicillof, El Gótico. Quien para colmo se le reporta a Capitanich, desde los detestables años noventa. El Gótico lo trata, según nuestras fuentes, a El Montenegrino Denso, como su jefe.
La decisión de La Doctora fue riesgosamente inteligente.
Por conocerlo, La Doctora sabe que con Capitanich -aunque le jure fidelidad cinco veces diarias-, comienza otro gobierno. Pero que salva, paradójicamente, el suyo.
Es que el cristinismo tenía el destino fijo del desmoronamiento.
El archipiélago cristinista invariablemente se hundía.
Con sus dos islotes principales, ocupados por Zannini y Máximo, En el Nombre del Hijo.
Con la jangada inexplicable de Amado Boudou, El Descuidista. Con la isla emancipada de Florencio Randazzo, El Ex Killer. Y con los camalotes insignificantes que caían en el cuentapropismo. Y que funcionaban, en la práctica, a partir de la alianza contranatural de Kicillof y Guillermo Moreno, El Neo Gostanián.
Bastó que La Doctora decidiera la continuidad de Kicillof, para acompañarlo a Milton, y sobre todo para complacer a Máximo.
Y con soltarle la mano a Guillermo Moreno, el buen soldado que fue al frente, a los efectos de aplicar la instruida estrategia del fracaso.
Para que cambiara, en adelante, la atmósfera, como las perspectivas.
Lo demás es anécdota provisoria. Desde el despido triste de Abal Medina, El Abalito, que cumplió con el asignado rol de secretario, aunque sin aprovechar los atributos que le deparaba el cargo, que hoy se sobrevalora.
O la promoción de Juan Carlos Fábrega, desde el Banco Nación hacia la titularidad del Banco Central, pero con el objetivo de liberar el Banco Nación “para los chicos”.
O sea para La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Ampliaremos.
Sorpresas del peronismo
La sociedad argentina está muy fácil. Bastante blanda.
Como consecuencia del hartazgo, se encuentra necesitada de creer. En algo o en alguien.
Naufragaba, la pobre sociedad, entre la irresponsabilidad de La Doctora, y su gobierno tan vulnerable, con la insustancialidad de los opositores que se anotan en la carrera del palo enjabonado. Para sucederla.
Pero la superstición del peronismo suele deparar sorpresas.
La súbita aparición, desde el peronismo, de las soluciones para los problemas que el propio peronismo genera.
El Premier
Para el Portal se inicia -seamos claros- el Gobierno Capitanich.
Como si se tratara de un Primer Ministro europeo.
Para encargarse del funcionamiento de la administración; de cada una de las áreas. Para cuidado de la integridad de la figura presidencial.
Con un Premier, la jefatura del Estado tiene mayor protección.
Es la última instancia que se encuentra más segura, dedicada al largo plazo, y a la visión estratégica de la política exterior.
Es decir, la presidencia se encuentra menos expuesta, liberada del desgaste que implica el stress cotidiano de la gestión.
Con la designación de Capitanich vuelve a tener un poco de sentido la reforma constitucional de 1994.
Se asiste a la cristalización del sueño póstumo de Raúl Alfonsín.
La metodología de la comunicación marca, de movida, la gran diferencia.
La frontalidad de hablar y de responder, de explicar. Acaba con el secretismo tenebroso de los que ocultan que nada tienen para decir.
El método Capitanich marca el eclipse de Carlos Zannini, El Cenador.
Explica que su influencia, paulatinamente, se diluya. Y se esfuerce, en lo posible, por recuperarla.
Confirma alguien que lo conoce bien a El Premier.
“Aparte, El Coqui sabe que, si no avanza ahora, no avanza más”.
Bienvenido sea el cambio de la onda.
Desorienta a los que están en el podio de los presidenciables. Lo tienen, saludablemente, en estudio.
Por presencia, discurso y credibilidad se oxigena, de pronto, con El Premier, el gobierno.
En una semana tanto La Doctora, como Máximo y Zannini, dependerán exclusivamente de Capitanich.
El Montenegrino Denso es lo suficientemente vivaracho como para proclamar, en cada aparición, fidelidad absoluta.
Porque quien conduce es -¿quien lo pone en duda?- La Doctora.
¡Avanti, Morocha!
Oberdán Rocamora