Por: Mundo Asís
Después de diez años de divagues es la Policía -para La Doctora- quien “organiza el delito”.
sobre informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari
Introducción
Scioli y el juego del “sube y baja”
“Si aguanta las fiestas sin grandes saqueos, Scioli va a consolidar su fortalecimiento” (Evaluación del Informe Oximoron).
La designación de Milton Capitanich, El Premier, produjo la fugacidad de la primavera cristinista. Tratada aquí como la Tercera Recuperación.
El encumbramiento providencial de El Montenegrino Denso (Capitanich), como nuevo player promovido por La Doctora, lo exhibió a Scioli -el Líder de la Línea Aire y Sol- como el damnificado principal.
Por mero carácter deductivo, Oximoron interpreta el desmoronamiento rápido de Capitanich, transcurrido desde el desastre policial-popular de Córdoba, como el motivo básico de la recomposición de Scioli.
Aparte, en Buenos Aires apenas se registró el incendio del supermercado de un pobre chino, con el chino incluido, adentro. Pero no hubo -hasta aquí- graves saqueos masivos. Como los que ocurrieron en Tucumán y Córdoba, y sin ir más lejos en Chaco, la provincia incendiada que gobierna El Premier.
A Scioli la catástrofe de Córdoba lo sorprendió en Brasilia. Reaccionó con celeridad, anticipó fondos y arregló, sobre todo, con La Bonaerense.
Extraño juego el del “sube y baja”.
De damnificado (por la llegada de Capitanich), pronto Scioli pasó a ser beneficiario (por el incendio rápido de Capitanich).
Sobre todo si aguanta, sin los vandalismos minuciosamente generalizados, los próximos diez días de la extorsiva convulsión policial-popular. Con sus cuadros expresionistas de despojo y destrucciones.
Osiris Alonso D’Amomio
Director-Consultora Oximoron
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1.- Diabolización de la policía
La súbita diabolización de la policía marca el punto más alto de la irresponsabilidad social del cristinismo. Escenifica su propio fracaso.
Dilapidaron jactanciosamente la década, entre imposturas, frivolidades y arrebatos. Pero hoy se atreven a degradar oralmente, sin pudores, para salir del paso, a la policía que depende de ellos.
Es descripta como una fuerza sediciosa, que negocia salarios con el arma reglamentaria sobre las cabezas democráticas.
Hasta parecen, incluso, los cristinistas, distantes críticos de la oposición. Pero son los pontificadores de la “década ganada”.
Bastaría apenas con la sensatez de sugerirles: “muchachos, gobiernan desde 2003. Ya se les agotó el pretexto de responsabilizar de todas las desgracias a los fatídicos años noventa”.
¿Nada tienen que ver con el desbarajuste?
Hoy llegan precipitadamente a la conclusión, a través de su más alta investidura, y por el canal de un tweet, que “la policía organiza el delito”.
Significa confirmar que el cristinismo fracasó también en materia de seguridad. Que los sucesores tendrán que multiplicarse para componer, al menos en parte, los severos desastres que ocasionaron.
Con la Economía. La Energía. La Seguridad (la lista de retrocesos es inagotable).
2.- Parque Indoamericano
Excitados por los indicadores imaginarios que pueblan su discurso conformista, abundan los funcionarios que parecen no haberse tomado en serio la obligación constitucional de controlar las fuerzas de seguridad. De conducirlas. Alinearlas, por lo menos, de manera imperfecta. Como lo supieron hacer, de manera realista y racional, durante los primeros siete años, Aníbal Fernández, El Mono de Quilmes, y Néstor Kirchner, El Furia.
Aún persisten derivaciones de aquel entendimiento político. Una de las más pintorescas alude a los “periodistas procesados”. Con detalles de telenovela que invariablemente tendrán que analizarse en el próximo juicio oral. Según nuestras fuentes, será un espectáculo para cobrar entrada. Sobre todo cuando trascienda desde qué ámbito del poder se ordenaban inicialmente las pinchaduras de líneas telefónicas. Y de correos informáticos. De determinados funcionarios, secretarios de La Doctora (y de la Doctora misma).
No obstante, la dupla del Furia y el Mono supo funcionar con relativa normalidad. Sin los graves descalabros que se producirían a partir de 2010.
Hasta la culminante y misteriosa invasión del Parque Indoamericano.
Ocurrió en otro diciembre. Poco después de la muerte (irresponsable) de El Furia. La catástrofe dejó un tendal de tres muertos poco interesantes. Dos bolivianos y un paraguayo que fueron gatillados, según nuestras fuentes, desde un reconocido obrador humanitario.
La crisis de aquel diciembre de 2010 fue resuelta merced a la gloria del Banco ambulante que supo administrar, desde una carpa, un tal Sergio Berni, que llegó con bolsos colmados de persuasivas espiritualidades.
Se trataba del médico militar que iba al frente, en varios sentidos. Entonces operaba desde el ministerio caudalosamente privatizado para Alicita, La Fotocopia.
Pero aquel Berni -que “ya estaba hecho”- tenía ambiciones de convertirse en El Licenciado Serial que es hoy.
3.- El Eje progresista
Después del papelón, de esclarecimiento aún pendiente, del Parque Indoamericano, se produjo el desplazamiento de la responsabilidad sobre la conducción de la policía, siempre sospechada (la cuestión de los negocios y del financiamiento se trata en un informe aparte, en elaboración).
Desde el Ministerio del Interior, la policía federal pasó a depender del flamante Ministerio de Seguridad. Fue creado especialmente a la carta, por La Doctora, para la señora Nilda Garré, la Ex Dilma (que fue desplazada, a su vez, de la carnicería oportunamente efectuada en el Ministerio de Defensa).
La designación de Garré caía como maná mágico para el eje relativamente progresista que parecía triunfar. Lo conformaban Garré (o sea el general Milani, Héroe de las Madres y las Novias) junto al colega Verbitsky, titular del Movimiento Todos por Horacio, y con la música del profesor Marcelo Saín, a quien el eje pretendía encaramar en el Ministerio de Defensa. Aquí fue cuando se interpuso, según nuestras fuentes, Julio De Vido, El Superministro Depilado, que aún tenía algo de voz y un poco de influencia. Fue De Vido quien lo impulsó a Puricelli. Bastó con el argumento inapelable que persuadió La Doctora, una peronista al fin.
“A los Zurdos ya les diste la Seguridad, no podés darle también la Defensa”.
Por entonces aquel eje progresista producía sinfonías voluntaristas que causaban fuertes síntomas de preventiva indignación entre el tradicionalismo conservador de La Bonaerense. Es la temible fuerza policial de 55 mil elementos que entonces se amparaba en la protección del ministro Casal, El Pálido. Cabe consignar que la cabeza degollada de El Pálido constituía el objetivo fijo del eje. Con el móvil lícito de construir una política de seguridad más armónica. Sin diferenciaciones sustanciales entre La Federal y La Bonaerense. Y para ajustar lineamientos con las emancipadas policías de Santa Fe y de Córdoba, igualmente penetradas por los profesionales que surtían el negocio próspero de la estimulación.
Pero Casal contaba con la certeza de saber que Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol I, no podía claudicar. Resistía la presión por entregarle el manejo de La Bonaerense al eje que lo hostigaba (por instrucción de La Doctora) y planificaba llevárselo, según nuestras fuentes, puesto.
De entregar la cabeza de El Pálido se asistía al final exclusivo de la trayectoria de Scioli, coronada por la suerte. Ya que el airesolista ya creía tener un destino presidencial.
Pese a la cotidianeidad de las hostilidades, entre altibajos, manoseos y devaluaciones, tres años después Scioli prosigue con la misma ambición. Enredado en el juego del “sube y baja”. Acumula cantidad de partidas de defunciones políticas, al extremo de escandalizar que no pierda “la fe, ni las esperanzas”, que “vaya para adelante” con la idea de ser nominado como el sucesor. Imposible.
4.- El Licenciado Serial
La facilidad argumental del eje progresista se caracterizó -para Consultora Oximoron- por su inoperancia operativa. Y por la tendencia indeclinable de buscar siempre a los culpables que justificaran la explícita inoperancia.
La onda “progre” fue repentinamente entorpecida cuando, por decisión exclusiva de La Doctora, en otro de los habituales virajes signados por la hormona de la improvisación, decidió incorporar a Sergio Berni, El Licenciado Serial. En su carácter tácito de interventor. Puesto que aún ocupa, Secretario de Seguridad, después de haberse cargado dos ministros al hilo (Garré y Puricelli). Y de haber designado a su propia ministra a medida, la señora María Cecilia Rodríguez, que a esta altura busca emanciparse de su función de fantasía.
Con Berni se le puso -cabe consignarlo- algo de color a la problemática. De acción, de aventura y gestualidad. Pero hasta hoy no se resolvió en lo más mínimo el dilema de la (falta de) seguridad. Se destaca como un equilibrado Distribuidor de Gendarmes, que los reparte por las provincias con la misma convicción que repartía su bolsa de espiritualidades, cuando era un banquito ambulante.
El Licenciado Serial debe atender especialmente que en cualquier momento los gendarmes no se enfrenten a balazos con los policías sospechados que ya nadie sabe cómo conducir. Ya que La Doctora no tiene -pobre- la menor idea al respecto. Como le sucede habitualmente en tantos otros temas. Una gran versatilidad para el desconocimiento de temas sustanciales. Como, por ejemplo, y sin ir más lejos, el narcotráfico (sujeto de un próximo informe Oximoron. Para “Combatir o convivir con el narco”. Ampliaremos).
Carolina Mantegari
Informe Oximoron. Redacción final.