Por: Nicolás Albertoni
Cuando desde América Latina se piensa en estrategias para alcanzar el desarrollo, ya sea para un país o la región en general, surge el inevitable análisis de modelos o casos de éxito. Dicho de otra forma, de países a los que “les va bien”. Pero, ¿realmente existen esos modelos? ¿O acaso son naciones que, en definitiva, supieron leer con mayor claridad hacia dónde va el mundo?
Sorprende ver que países expuestos a similares contextos sociales, económicos y políticos muestren patrones de crecimiento tan distantes. Estos interrogantes, lejos de ser actuales, fueron formulados por varios teóricos del desarrollo hace bastante tiempo atrás. Uno de los más reconocidos para el caso latinoamericano fue Albert Otto Hirschman, economista alemán que dedicó gran parte de su vida a estudiar la región. Y entre sus obras se destaca La Estrategia del Desarrollo Económico (1958), una estudio que revolucionó el pensamiento y el bagaje de políticas para impulsar el avance de los países en vías de desarrollo.
Asimismo, la nueva geografía económica nos obliga a repensar estas interrogantes y ante todo analizarlas desde la perspectiva de nuestra región, que si bien es percibida por muchos como emergente; todo indica que aún le queda un largo camino por transitar para que ese adjetivo se transforme en desarrollo real.
Hace algunos días se conocieron los resultados del Índice Global de Competitividad 2012-2013, del Foro Económico Mundial. Este informe analiza los factores que generan mayor competitividad y productividad en 144 países. Otra calificación muy importante es la del Índice de Desarrollo Humano (IDH), realizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que mide en 187 países, indicadores nacionales de salud, educación e ingresos.
En ambos casos, al publicarse los resultados son muy pocas las sorpresas. La variación de los 10 primeros lugares es muy baja hace varios años. En el caso del IDH 2011, además de Estados Unidos, Alemania y Canadá; existe un grupo de países que siempre se posicionan en los primeros puestos: Noruega, Australia y los Países Bajos, Nueva Zelandia, Irlanda, Liechtenstein y Suecia.
En el último Índice Global de Competitividad, los primeros puestos los ocupan Suiza, Singapur, Finlandia, Suecia, Países Bajos.
¿Cuál es el secreto de estos países? ¿Qué los hace posicionarse en los primeros lugares de muchos rankings más allá de sus dimensiones geográficas o poblacionales?
Cualquier de estos países son una demostración clara de que en la actualidad la teoría del desarrollo se rige por otros parámetros. Las estrategias que adoptan, lejos de ser un secreto, no son más que la implementación racional de un conjunto de políticas con la mira fija en generar consensos hacia el desarrollo.
Si bien cada país adapta las estrategias a su propio contexto, el resultado de algunos de estos índices mencionados, muestra que entre muchos de ellos existen variables comunes. Más allá de diferir en las fechas de inicio de instauración de estas políticas.
La gran mayoría de estos países ha puesto a la reforma del Estado como uno de los ejes centrales en su estrategia hacia el desarrollo. Dentro de estas reformas, los ámbitos sociales para construir acuerdos juegan un papel fundamental.
Desde el punto de vista económico, entienden la apertura comercial como un concepto directamente ligado al crecimiento. Adoptan políticas contracíclicas del gasto público, buscando un manejo sólido en la conducción fiscal.
Sus estrategias de inserción internacional contienen un fuerte foco en la diferenciación y la diversificación de los mercados tanto para las importaciones como las exportaciones.
En la mayoría de estos países se busca generar un equilibrio de las instituciones a través de actores empresariales, sindicales y del tercer sector; que cuentan con espacios para generar miradas comunes.
En todos los casos, la educación es la prioridad número uno. Contando con programas de educación técnica y con instituciones independientes que resguardan la calidad de la educación que se imparte. La descentralización de la educación es otra de las variables que se repite en relación a este tema.
En cualquier de estos países, hablar de políticas de innovación no resulta ajeno. Cuentan con instituciones que lideran estos procesos y generan una conexión con el sector privado para impulsarlas.
Al estudiar estos rankings y la historia reciente de estos países líderes de las primeras posiciones, cualquiera podría afirmar que no existe secreto peor guardado que el del desarrollo. Solo basta con querer entenderlo.