Por: Nicolás Albertoni
El Presidente de Paraguay Horacio Cartes, ha insistido en que el Mercosur debe darle mayor “margen de maniobra” a los países pequeños para avanzar en la agenda externa; ésta sería una de las condiciones establecidas para que el país se reintegre plenamente al bloque regional.
Cartes, tras varias semanas de consultas y visitas oficiales a países de la región se ha dado cuenta que la negociación por el retorno de su país al bloque puede transformase en una oportunidad única para pedir mayor racionalidad a sus miembros.
Ojalá el Mercosur funcionara bien, lo que significaría cumplir sus objetivos fundacionales; pero sucede que este proyecto va en camino contrario al que se dirige el comercio y la economía internacional.
Es verdad que los bloques necesitan su tiempo de maduración (como sucedió con la Unión Europea, la ASEAN, entre otros), pero este discurso era válido hace 10 o 20 años. En un mundo con negociaciones multilaterales detenidas (Ronda de Doha) y donde se avanza hacia un acuerdo transpacífico y otro transatlántico, países pequeños como Uruguay y Paraguay no pueden darse el lujo de decir que se seguirá confiando en el Mercosur a la espera de que “madure”.
Es posible que algún día el bloque pueda concretar sus objetivos fundacionales, pero las dinámicas comerciales evolucionan, de tal manera que no esperan “la madurez” de los bloques regionales. El mundo sigue intercambiando productos.
La realidad habla por sí sola. Mucho se debate sobre el desgaste institucional del Mercosur y los escasos avances en materia económica y comercial, pero la muestra más clara es que los Estados Parte del bloque empiezan a desconfiar de su eficacia, al observarse la creciente bilateralidad de sus miembros para resolver los problemas importantes y a la búsqueda de proyectos alternativos.
También ha quedado demostrado que para cerrar acuerdos comerciales importantes desde el bloque sudamericano existe poco consenso interno. El caso de la negociación entre el Mercosur y la Unión Europea, con más de 15 años de avances inconclusos. Con China sucede algo aún más complicado, ya que Paraguay aún mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán; por lo tanto, de retornar al bloque, difícilmente se podría avanzar en un acuerdo común con este país asiático.
¿Es la Unión Aduanera un instrumento idóneo para países con escalas económicas tan diferentes?
Un dato llamativo es que de todos los acuerdos comerciales regionales (ACRs) notificados ante la OMC, las uniones aduaneras son el 10% y se podría decir que sólo la mitad funcionan correctamente. Estas tienen como variable común que están compuestas por economías que cuentan con mercados de escalas más homogéneas que la que existe hoy entre los miembros del Mercosur.
Para Uruguay, no es lo mismo ver en Brasil un cliente estratégico donde se puedan colocar productos de mayor valor agregado, que un socio con el cual se pretenda trazar una misma Política Comercial Externa para negociar con terceros países (tal como lo establece una de las características que debe contener una Unión Aduanera).
Proponer este represamiento en el Mercosur hoy sería casi imposible. Asimismo, al ver la lógica insistencia de Paraguay por flexibilizar el bloque, pareciera que se empiezan a dar oportunidades reales para que en algún tiempo se avance en ese sentido.