Por: Nicolás Albertoni
Realizadas las elecciones generales en Paraguay el pasado 21 de abril, donde resultó ganadora la oposición al ex presidente Fernando Lugo, en primer lugar, es importante resaltar que los demás países miembros del Mercosur cumplieron con demostrar la intención de que una vez concretados los comicios el país guaraní debía retornar al bloque regional. Así lo reafirmaron los saludos oficiales de Argentina, Brasil y Uruguay. No sucedió lo mismo con Venezuela, país que aún no ha opinado oficialmente sobre los resultados de las elecciones paraguayas.
Desde el pasado mes de junio de 2012, cuando se decidió suspender a Paraguay de todos los órganos decisorios tanto del Mercosur como de la Unasur, han sucedido muchas cosas en la región que parecen haber quedado en el olvido.
El 31 de julio de 2012, se aprueba oficialmente la adhesión de Venezuela como miembro pleno del Mercosur, aprovechando la suspensión de Paraguay que era el único país que no había aprobado dicho protocolo de adhesión. Este hecho, que desde todo punto de vista es un incumplimiento de la norma vigente, parece haber quedado ya atrás y Paraguay cociente de su dependencia comercial en el bloque ha preferido no ponerlo sobre la mesa. Asimismo, la realidad hablará por sí sola.
Vuelva o no Paraguay al Mercosur, seguirá siendo el único país del bloque que no ratificó la incorporación plena de Venezuela, aprobada en 2006 y ratificada luego por los demás socios. ¿Acaso es lógico que Paraguay deba compartir un bloque (próximamente presidido) con un miembro cuyo parlamento no ha aprobado su protocolo de adhesión?
Seguramente todos estos hechos seguirán adelante como si nada hubiera pasado. Por eso es bueno volver a refrescarlos. Si no parecería que a través de este “nuevo estilo” que tiene la región de hacer las cosas, una ilegalidad entre tantas ya pierde sentido. Cuando es justamente la suma de este tipo de acontecimientos que debilita las instituciones democráticas. De continuar por este camino, cuando en el futuro los países recapaciten por estos lamentables atropellos a las normas, ya será difícil borrar con el codo lo firmado en el pasado.
Si se analizan a fondo las reflexiones desde el punto de vista técnico que se realizaron entre junio y julio de 2012, pocos son las que critican directamente la decisión que toman los bloques regionales de suspender a Paraguay de los órganos de decisión por el juicio político al ex presidente Lugo (más allá de que ésta sea una figura constitucional y por tanto al utilizarla –técnicamente– no se estaría cometiendo ninguna violación al principio democrático). Asimismo, al concretarse el uso de esa figura constitucional y ver las escasas horas de defensa que tuvo el entonces presidente Lugo, a muchos en el resto de la región llamó la atención. Una comparación muy clara que se manejó por esos días fue que para delitos menores como el robo de gallinas se otorga 18 días para preparar una defensa, mientras que al presidente enjuiciado le otorgaron escasas 7 horas hábiles. Hasta aquí todo podría ser discutible, básicamente en cuanto a la forma en que se aplicó una figura que en sí misma es constitucional.
Lo más llamativo fue que además de suspender a Paraguay, los demás países miembros del Mercosur, en esa misma cumbre, decide aceptar a Venezuela como miembro pleno, dejando de lado la no aprobación parlamentaria de Paraguay para que esta adhesión sea consensuada. Es decir, los países que “buscaban salvar al pueblo paraguayo de violaciones a su democracia” le pagaron con la misma moneda por la cual lo suspendieron. Ahora, concretadas las elecciones lo invitan a volver al bloque como si nada hubiera pasado. En los próximos meses se daría la figura exactamente igual por la que desde el Mercosur se suspendió a Paraguay: este país deberá de ser presidido por un miembro que jamás voto para que forme parte de ese bloque.
Elementos para la toma de decisión
Más allá de la posible mala implementación del juicio político o el aprovechamiento coyuntural del Mercosur para que Venezuela pueda acceder al bloque regional, lo cierto es que hoy Paraguay se encuentra en un aprieto que oscila entre la dignidad política y la dependencia comercial.
Desde el punto de vista comercial, según datos del Banco Central de Paraguay (primer semestre 2012), desde que el país fue suspendido del bloque regional ha aumentado más del 30% sus exportaciones hacia Brasil en términos monetarios, y en volúmenes alcanzó un amento del 25% en comparación al mismo periodo del año anterior.
A todo esto, se le debe agregar que en febrero de 2013 el saliente presidente Franco confirmó el descubrimiento de un yacimiento de gas ubicado en el Alto Paraná, al este de Asunción. Según estudios, este yacimiento generaría mayores ingresos netos que los generados por la represa de Itaipú, la segunda mayor hidroeléctrica del mundo. Sólo Brasil paga anualmente 360 millones de dólares por la energía de Itaipú que equivale a un abastecimiento del 20% del total consumido por ese país.
Un estudio del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (2012) resalta un dato interesante al decir que más allá de los hechos políticos de los últimos meses, “la suspensión de Paraguay en el Mercosur no sólo ha provocado voces de protesta, sino que ha despertado, por primera vez, el interés por entender mejor qué es el Mercosur”. Este mismo debate es el que hoy hace reflexionar a Paraguay si detrás de los posibles impactos negativos que le implicó ser suspendido del bloque regional, no se le plantea también una enrome oportunidad de ampliar su red de acuerdos con nuevos mercados.
Paraguay, al igual que Uruguay, deberían comprender que su dependencia comercial con Mercosur no es un hecho natural que siempre debe mantenerse en el tiempo. Es más bien un elemento lógico (al ver las preferencias comerciales) pero se mantendrá hasta el momento que se decida ampliar la diversificación de los mercados. ¿Es este un camino fácil? No, pero tampoco imposible. Lo que sí es seguro es que de concretarse una mayor diversificación se estará mucho más libre para trazar sus propias estrategias de desarrollo nacional.
En el caso de Paraguay, las exportaciones al Mercosur superan el 15% del total exportado, mientras que se importa desde el bloque más del 40% del todo lo que importa el país anualmente. Esta balanza comercial negativa ya tiene muy larga data.
Hoy el Mercosur a Paraguay le resulta un mercado atractivo no en sentido estratégico sino por el fácil acceso que existe al existir un acuerdo comercial vigente. Lo que no se debe confundir. Pero la pregunta para la toma de decisión no sólo sebe basarse en el presente, sino mirar cuánto mejor le podría ir si no se estuviera atado –solamente– al bloque sudamericano. Es clave analizar los datos potenciales que surgirían como resultado de contar la posibilidad de negociaciones bilaterales con otros mercados. Más aún pudiendo ser en los próximos años una potencia energética regional. Cuando un país mantiene una diplomacia comercial activa, no importa el tamaño sino la capacidad de apertura. Si existe proactividad diplomática, no es necesario pertenecer a un bloque regional para que lo reciban a negociar, tal como señalara el electo presidente Cartes dando razones de por qué debería volver al bloque. ¿Acaso Chile o Perú son mercados que por sus dimensiones resultan atractivos para las grandes potencias?
En esencia comprender que la actual relación entre los miembros del Mercosur es hoy una Zona de Libre Comercio (que para hacerla más decorosa se la llama Unión Aduanera Imperfecta, término que no existe más que para el Mercosur), por tanto si Paraguay decidiera dar un paso al costado (quedar como miembro asociado) del bloque regional, poco debería ser el margen de variación de los flujos comerciales con sus pares de la región mientras se cumplan los acuerdos. Tal escenario a Paraguay le sería igual de beneficioso como ser miembro de la Alianza del Pacífico, por ejemplo.
Como en muchos ámbitos de la vida, ningún camino diferente se encuentra mientras se siga haciendo lo mismo. Hoy Paraguay está en un momento clave para cambiar. No caben dudas que este tipo de modificaciones estructurales de la política internacional de un país, implica riesgos, más trabajo y visión común de los más diversos actores. Pero tampoco se debería dudar que, de concretarse un camino independiente o al menos más flexible al actual, Paraguay podría tener mayores posibilidades de crecimiento que la otorgada en la actualidad por el bloque que integra.