Nos acostumbraron a gobernar con frases metafóricas, que en algunos casos son un toque de color en medio del intercambio entre gobernantes y gobernados, pero por estas pampas en muchos casos los políticos, en su convicción de que son seres superiores y subestimando a millones de ciudadanos en su capacidad de entender la cosa pública, simplemente se despachan con mamarrachos célebres tales como “cirugía a corazón abierto” o “paciente muy grave y éste es el mal menor”. Generalmente asociadas a situaciones de crisis sociales, económicas y por ende políticas; parece que la vida política de un país es una caminata de otoño por las pampas, y sin avisar cae una crisis de connotaciones épicas, que requiere cambiar pactos sociales preexistentes, reacomodar fuertemente las estructuras de poder y si todo sale bien, barajar y dar de nuevo.
Y ante tanta desesperación por la incertidumbre diaria en la que nos acostumbramos a vivir, pocos se preguntan ¿de dónde surge esta crisis? ¿Quiénes están detrás, quienes se benefician? La crisis, casi siempre en un comienzo operando en las variables económicas, parece un destino inevitable. Como el “destino manifiesto” de los norteamericanos, los argentinos vivimos en la convicción de que deberíamos ser un gran país, pero alguien en la cúspide del poder nos está robando ese destino.
El ex banquero del JP-Morgan, Hernán Arbizu, dijo recientemente en una entrevista a la radio que “las maniobras tendientes a generar una desestabilización no son aleatorias, ya que existen organizaciones que trabajan para que eso ocurra y sacar el mayor provecho posible de la situación”. En tal sentido recordó que durante las crisis cíclicas que parecen recrudecer cada diez años, como la del 2001, “los presidentes y los ministros de economía eran pro-mercado, se hacía lo que el mercado quería” y sin embargo se llegó a una de las situaciones más críticas que hayamos enfrentado como sociedad. “No es aleatorio. Nosotros trabajamos por y para que eso pase y nos preparábamos para sacar el mayor provecho posible”, aseguró Arbizu.
En las situaciones de crisis, uno tiende a pensar en el conjunto, en que a todos “los argentinos” nos va mal, que es un problema de gobernabilidad, y que todos sufren las consecuencias. Nada más alejado de la realidad. En su peor crisis desde la guerra civil, España ha creado más ricos y súper-ricos que en todos los años desde la muerte del General Franco, los sectores más poderosos viven un auge, mientras que más de la mitad de los jóvenes españoles están sin trabajo y, por tercer año consecutivo, España se convirtió nuevamente en un país de emigración. Arbizu agrega en la entrevista que en una crisis como la de Argentina de 2001, se piensa que las empresas ganan menos plata, pero no es así.
El estado de situación, según el ex banquero, está programado; los que hablan son los mismos que vienen hablando desde hace diez años, profetizando crisis. La cuestión no es desenmascarar sus constantes y fallidas profecías, sino buscar los motivos por los que tienen un espacio tan destacado en nuestra sociedad para infligir ansiedad, descontento y en última instancia, si sus acciones logran su cometido, infligir un daño social grave, a través del funcionamiento de profecías auto-cumplidas. Ni hablar de los bancos que sacan informes diciendo que Argentina se va a ir al tacho, estas son estructuras armadas”, subrayó el banquero y remarcó que ya están preparándose, para que si pasa, sacar provecho de la situación.
Alguien en capacidad de dirigir una sociedad puede en su fuero íntimo querer que a millones de personas les vaya mal, que millones de argentinos vean sus sueños frustrados. Así es, y no es una teoría conspirativa: en el encuentro de esta semana del jefe de gobierno, Maurizio Macri con, entre otros los sindicalistas Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, este se despachó al aire en Radio Mitre diciendo que espera que haya otra crisis más profunda en este gobierno, agregando que los problemas económicos están basados en que es un modelo económico antiguo. Esto dicho al lado de Barrionuevo que comenzó en 1975 asaltando a mano armada la sede de la Unión de empleados gastronómicos para desplazar a Ramón Elorza; y a Hugo Moyano, del que sobran recordar los insultos que le propinó el propio jefe de Gobierno allá en el tiempo, más o menos un año y medio atrás.
En el libro “Plutócratas: el ascenso de los nuevos super-ricos globales, y la caída de todos los demás” la autora Chrystia Freeland, relata un estado de situación que no es diferente en el resto del mundo, la diferencia es que a los argentinos nos costó mucha sangre y mucho dolor llegar hasta aquí. La otra diferencia es que la forma en que nos quieren convencer de crisis que no existen para poder seguir acumulando poder en la cúspide de los super-ricos en estas pampas es bien berreta, para comprobarlo solo hay que escuchar a Macrí con Barrionuevo y a los “gurúes” de la city; a esta altura deberían darnos lástima.