La comunidad internacional y la sociedad en general tiene la mirada puesta en la evolución del “juicio del siglo” que protagonizan la Argentina y los llamados Fondos Buitre. Estos últimos reclaman el pago de bonos de deuda soberanos emitidos por la Argentina que cayeron en default a raíz de la crisis económica del año 2001. Entre los debates que hay alrededor de este juicio está el antecedente que puede dejar para las reglas de juego del mundo financiero y los efectos que generan los movimientos financieros sobre la economía real de los países, sobre todo de estos fondos “buitre” que demuestran invertir en carteras de alto riesgo de incobrabilidad, como los son los bonos de países en crisis y/o quebrados, con la intención de obtener una rentabilidad significativa luego que las economías de estos países se recuperan. En este contexto ¿Qué se puede esperar a futuro de los fondos de inversión y del criterio con que deciden invertir?
En el año 2006 las Naciones Unidas, junto a Grupos Inversores de todo el mundo, crearon los Principios de Inversión Responsable. La creación de estos principios es un intento de que los inversores reconozcan la relevancia de los factores ambientales, sociales y de gobierno, y la salud y estabilidad de los mercados en el largo plazo. Reconoce que la generación retornos económicos sostenibles en el largo plazo depende de la estabilidad, buen funcionamiento y buen gobierno del sistema económico, social y ambiental.
Desde su creación, fondos de inversión de todo el mundo fueron adhiriéndose a estos principios. A la fecha hay U$S 45 trillones de activos que son gestionados por inversores que firmaron su adhesión. En cuanto a los propietarios de estos fondos de inversión, de 274 que hay suscriptos en el mundo 17 son brasileños siendo los únicos de Latinoamérica.
La aparición de estos criterios de inversión “responsable” trae al mercado nuevas opciones de inversión que contribuyen a incentivar la economía, a pensar en prácticas más responsables y con visión de futuro. A modo de ejemplo, estos inversores persuaden a compañías de todo tipo a: mejorar la divulgación de sus riesgos ambientales derivados de la gestión de su negocio, adoptar prácticas sostenibles de forestación, atender la mala praxis laboral y condiciones de derechos humanos que existan en sus proveedores, procurar la no discriminación de empleados según sea su orientación sexual, divulgar información sobre los riesgos en la salud, seguridad y ambiente derivado del fracking, mejorar las prácticas de pago de remuneraciones a ejecutivos, promover la diversidad de género y racial en los Directorios, y emitir Balances Sociales.
En definitiva, estos principios están desarrollando una industria de inversión que avanza en la inclusión de criterios de decisión que contemplen factores ambientales, sociales, y de gobierno, generando impacto social positivo y retornos financieros de largo plazo competitivos y, de esta manera, contribuyendo a enfrentar los desafíos sociales y ambientales en las distintas regiones del mundo. Frente a las inversiones del estilo de los Fondos Buitres, los Fondos Responsables aparecen también como opción válida de inversión. La diferencia es que a los primeros se les cuestiona su criterio ético en su forma de actuar, sobre todo por su relevancia económica como actor en los mercados financieros y los antecedentes que dejan para futuras inversiones, mientras que los segundos reconocen explícitamente la importancia de su rol y el efecto que generan en las sociedades.