Sale Colón, entra Siqueiros: “hay algo que no va”

Ricardo Romano

La misma Presidente que quiere expulsar el monumento de Cristóbal Colón del predio que rodea la Casa de Gobierno se ha implicado personalmente en la restauración de un mural del pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, con un entusiasmo tan desmesurado que sólo cabe pensar que ignora realmente quién fue.

A algunos observadores europeos les ha llamado la atención una frase que el Papa Francisco repite con frecuencia: “hay algo que no funciona” (c’è qualcosa che non funziona), en referencia a lo que no anda bien en el mundo o en la Iglesia.

Trasladar el monumento al hombre que protagonizó el hecho que unió dos continentes y dio origen al encuentro de civilizaciones del que nuestra Nación es resultado e instalar a la vez, en la mismísima sede de Gobierno -con bombos y platillos- la obra de un pintor que no tiene ningún vínculo con nuestra historia, salvo que consideremos tal su breve estadía en nuestro país por invitación privada, significa que hay algo que no va.

El monumento a Cristóbal Colón es un obsequio de Italia a la República Argentina, como muchas de las obras de arte, muebles y adornos de la Casa Rosada; en su mayoría se trata de regalos de gobiernos extranjeros al país en ocasión del Primer Centenario de la Revolución de Mayo. No es el caso del mural de Siqueiros, que fue un encargo de Natalio Botana -capricho de nuevo rico-  para decorar un ambiente en el sótano de su casa.

Pasemos por alto el hecho de que la estética de esta pintura no tiene absolutamente nada que ver con la de la Casa de Gobierno -lo que no detiene el ímpetu remodelador de la Presidente como lo demuestran los “salones” de estética (por llamarla de algún modo) minimalista, que ella misma ideó (¿la Dirección Nacional de Patrimonio no tiene algo que decir?)-, podría ser bienvenida la decisión de restaurar el mural, más aún si la iniciativa permite un acercamiento cultural con México. Lo que definitivamente no se entiende es qué hace esa pintura en la Casa Rosada (los propios mexicanos deben ser los primeros sorprendidos), ni mucho menos la emoción con la cual se la promociona.

Ya que, si la cosa no se justifica por la estética, tampoco lo hace por la política, considerando que el pintor mexicano fue un fanático estalinista que actuó como agente y brazo ejecutor de una dictadura -la estalinista- que no dudó en perseguir a sus críticos hasta el fin del mundo, violando toda norma de derecho internacional. Al servicio de esa política, en 1940, Siqueiros participó de un primer intento -fallido- de asesinar al líder ruso exiliado en México, León Trotsky. El pintor estuvo detenido menos de un año por este crimen. En sus memorias escribió que “uno de los mayores honores” de su vida “fue haber dirigido aquel atentado”.

El entusiasmo iconoclasta oficial -que también se dirige contra Julio Argentino Roca- se alimenta en parte de una concesión a lo políticamente correcto y -más sorprendente aún viniendo de un gobierno que se muestra dialécticamente tan duro con el “imperio británico” que usurpa las Malvinas- de la leyenda negra de la conquista española, construida precisamente por los anglosajones en su competencia colonial con España.

Pero hay algo más. Rodolfo Walsh, escritor al que el kirchnerismo dice venerar pero no ha leído ni entendido, escribió en 1976 que “la principal falencia del pensamiento montonero” era a su juicio “un déficit de historicidad”. Así lo explicaba: “En los actuales documentos montoneros apenas figuran referencias de historia argentina anteriores a 1945. (…) Un oficial montonero conoce, en general, como Lenin y Trotsky se adueñan de San Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderan de Buenos Aires en 1821. (…) Perón desconocía a Marx y Lenin, pero conocía muy bien a Irigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los cuales estudió a fondo a sus predecesores”.

Pregonar un modelo “nacional y popular” y a la vez relacionarse vergonzantemente con la propia historia; o golpearse el pecho con supuesto orgullo patrio y dejarse conducir culturalmente por usinas de pensamiento transnacional… “Hay algo que no va” (C’é qualcosa che non va).