India es hoy la nueva estrella en la primera fila de la política internacional. Ciertas condiciones económicas, tecnológicas y militares lo han convertido en un actor cada día más relevante del escenario global. La puesta de un satélite en la órbita de Marte es demostrativa de la significativa capacidad dual, civil y militar, con la que cuenta. Ese conocimiento tecnológico de vanguardia, a la vez, le ha permitido ser uno de los principales proveedores de inteligencia informática de Silicon Valley.
Es probable que la capacidad adquirida le permita, en la próxima década, reducir sustancialmente las fragilidades estructurales de una sociedad con situaciones de desigualdad extrema. Cuenta con todos los elementos para lograrlo. Un ejemplo es el proyecto revolucionario de crear 100 ciudades inteligentes con una gigantesca red de alta velocidad que conecte esos centros con cientos de parques tecnológicos.
La India que emerge como potencia global ya tiene reconocimiento. Las características de la reciente visita del flamante primer ministro Narendra Modi a Washington es sinónimo de legitimación de la condición de potencia nuclear en un pie casi de igualdad a Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Dejó de pertenecer al grupo marginal con armas nucleares como Israel, Pakistán o Corea del Norte.
El énfasis de Casa Blanca, que calificó el vínculo bilateral como estratégico integral, pone en evidencia el grado de prioridad geopolítica que Estados Unidos otorga al relacionamiento con la India, como a su potencial liderazgo, en Asia como en otras regiones del mundo.
India es desde hace tiempo un caso muy interesante para el análisis, entre otros, por la prioridad absoluta que ha otorgado a la tecnología en el plan de convertirse, dentro de las numerosas paradojas que enfrenta, en un país del siglo XXI. La visión del nuevo gobierno indio, que quiebra la primacía de la dinastía Gandhi, es otro elemento destacable al tener la intención de transformar geométricamente la economía y la proyección comercial de la India.
La Argentina debería tomar debida nota de ese modelo de avanzada transformación tecnológica. También, salvando las distancias, por la diversificada política exterior. India tiene una alianza comprometida con Estados Unidos y una relación preferencial con China y Rusia. Otro ejemplo que pone en evidencia que la inteligencia no solo se aplica al campo tecnológico e informático sino, simultáneamente, en materia diplomática.