Hoy todos somos Nisman. La conmoción por la muerte del Fiscal General, la última víctima de la AMIA, obliga a todos a levantar la bandera de verdad y justicia. La valentía de las investigaciones de Alberto Nisman no puede quedar en el olvido. Menos aún su inesperada y dolorosa muerte.
Un tema pendiente de aclaración, en el contexto de las últimas denuncias de encubrimiento a los acusados del criminal atentado a la AMIA, siguen siendo las notificaciones rojas de los presuntamente responsables del dramático atentado. Ni los dichos de Héctor Timerman ni las cartas que ha mostrado en sostén de débiles argumentos, tienen el contexto o el tiempo adecuado conforme a las denuncias del fallecido Fiscal General. Fueron malabares desafortunados que, en mi opinión, solo han tendido a desviar la atención con el solo fin de desmerecer el dictamen que lo acusa de hechos gravísimos.
En una de las conferencias de prensa, para desacreditar al señor Alberto Nisman, el señor Timerman indicó que el Fiscal General estaba atemorizado antes de asistir a la primera reunión con Interpol en Lyon, hace casi una década, dando a entender que se trataba de un pusilánime. Sin embargo, ese no fue el caso. La realidad fue lo contrario como se podría comprobar en los archivos de la Cancillería, entre otros, en una nota en la que comunicaba la firme decisión de viajar a Lyon para enfrentar a una delegación iraní y defender personalmente el mantenimiento de las cédulas rojas. Solo pedía asistencia diplomática. Un diplomático, de alta calidad y experiencia profesional, fue asignado a tal efecto.
En esa primera reunión en Lyon en la cual la delegación iraní agredió reiteradamente al Fiscal General, incluyendo con graves amenazas a su vida, Nisman hizo una muy seria y bien fundada defensa del caso y mantuvo firme el pedido del mantenimiento de las cédulas rojas. A pesar que la acción iraní impidió decisión en el Comité Ejecutivo, fue la Conferencia de Interpol de Marruecos donde se impuso, por amplia mayoría de votos, la permanencia de las cédulas rojas. La Cancillería de esa época puso todo el empeño en ganar, con claridad, esa votación.
En las tres reuniones posteriores con el Comité Ejecutivo de Interpol en Lyon quedó en evidencia que el retiro de las cédulas rojas solo podría darse a pedido de la Argentina o por arreglo de partes. Bastaba, a ese efecto, que el texto de un acuerdo bilateral fuera enviado para notificación de Interpol. Nada más. Eso expresamente lo dijo, ante testigos, el ex Director de Interpol en la última reunión en Lyon. Eso explicaría la inclusión de una clausula específica en el Memorándum de Entendimiento.
Consecuentemente, de haber Irán ratificado el Memorándum de Entendimiento, las cédulas rojas hubieran caído con la simple notificación de la entrada en vigor. Ni siquiera hubiera sido necesario un pedido formal por parte de Irán. Afortunadamente, en particular desde el punto de vista de las cédulas rojas, Irán no ha confirmado el Memorándum. De lo contrario, lo dicho por el Fiscal General hubiera, sin duda, ocurrido.
Sin embargo, lo más notable en términos de intenciones respecto a las cédulas rojas quizás ha ocurrido recientemente. Al concluir el 2014 el Secretario de Seguridad, Sergio Berni, ha sido elegido como vocal del Comité Ejecutivo de Interpol. Esa candidatura tuvo prioridad, a la hora de obtener apoyos, incluso para sacrificar la de la distinguida Embajadora Susana Ruiz Cerruti a la Corte Internacional de Justicia ¿Por qué la preferencia de Lyon sobre La Haya? ¿Habrán sido las cédulas rojas tal como lo anunciaba el Fiscal General Nisman?